viernes, 23 de noviembre de 2018

Ponencia: Lenguaje, estrategias y gestión de contenidos digitales



La experiencia comunicacional desde la C.E.V.

Sr. Pbro. Pedro Pablo Aguilar
Director de Medios de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Luego de la magistral ponencia del Ilmo. Mons. Lucio Adrián Ruiz, tuvo lugar la intervención del Pbro. Pedro Pablo Aguilar, Director de Medios de la C.E.V. quien inició planteando la siguiente interrogante: ¿quiénes somos y a dónde vamos? Al respecto precisó que “para entrar en la dinámica de lo digital, es necesario conocer, hacerse parte de esta cultura digital, de lo contrario, lo que queremos hacer será imposible. Esta cultura, ´la del continente digital´ ha suscitado nuevos lenguajes en lo que nos concierne como Iglesia”. El Pbro. Aguilar propuso para la reflexión de los presentes la siguiente frase: “dime que Iglesia hay en tu mente y te diré que Iglesia vas a comunicar”.

En el mismo orden de ideas, planteó una segunda interrogante: ¿cómo las tecnologías cambian a la sociedad? Respondiendo al respecto afirmó: “los cristianos deben tener en cuenta la cultura donde vivimos, ya que no podemos estar separados de ella. A ello responde Benedicto XVI al referirse en cinco de los ocho discursos tratados en las jornadas de comunicación: ´la comunicación del realismo se actualiza en la cultura digital, reflexionando sobre el desafío de la misma y en el servicio a ella´”. De igual manera acotó que “para la Iglesia, el mundo del ciberespacio es una llamada a proclamar el mensaje del Evangelio. Un conocimiento adecuado implica conocer estos medios, sin resistirnos a lo nuevo, comunicar el Evangelio en los nuevos medios es alcanzar la comprensión de la Palabra”, para esto “el testimonio del perfil digital es importante”.

El padre Pedro es consciente que “frente a los cambios en la manera de comunicar se pueden adoptar dos actitudes: ignorarlos o involucrarnos en ellos; ignorar los medios es resistencia al cambio, involucrarse con ellos implica un cambio, una respuesta creadora que implica un renovar y adaptación a la realidad temporal”. También dejó claro que la comunicación en sí “es un constante aprendizaje, donde se hace necesario adoptar un nuevo lenguaje para incursionar en el medio digital, ya que, la capacidad de afrontar preguntas, aunque estas exijan tiempo y preparación, no debe olvidar humanizar, y para ello, es importante conocer para contrarrestar”.

Proponiendo como iniciativa a todos los comunicadores sociales católicos presentes en el Congreso, manifestó que “es necesario diseñar planes y programas de comunicación a corto, largo y mediano plazo, ya que la verdad siempre conlleva contradicciones. Como lo ha referido el Papa Benedicto XVI: ´queda por hacer un gran esfuerzo para comprender cómo se sitúa la Iglesia en el mundo, viendo cómo ésta ayuda a anunciar la verdad´. Y haciendo algunas disquisiciones sobre el trabajo de los comunicadores reveló que “coordinación o sintonización no es uniformidad, es adaptarnos al trabajo conjunto”.

El Director de Medios de la conferencia de obispos venezolanos acordonó que “la eclesiología de comunión se expresa en las palabras y hechos de la cotidianeidad, y es un reto para la Iglesia evitar analfabetos mediáticos, con la necesidad de ofrecer a la gente formación para que comprendan desde sus raíces los dinamismos de la sociedad actual. Lo importante no es el medio sino el contenido, lo que queramos generar, es aquí donde la Iglesia aún tiene la necesidad de reformar este lenguaje. Otro reto sería tratar de sintonizar lo que ocurre en nuestra realidad, antes de preocuparnos por lo que sucede en el resto del mundo”.

Poniendo claridad al tema de los medios tecnológicos, el Pbro. Pedro Pablo atestiguó que “una clara señal de que no estamos en sintonía es no conocer nuestros propios medios en el continente digital, para ello es necesario confirmar la veracidad de la información que se desea transmitir”. En este sentido, es necesario “mantener una identidad cristiana madura, para poder comunicar, donde se vuelve importante conocer cómo, cuándo y dónde generar la información, así como el medio a usar para transmitirlo”. De igual manera, “para poder informar hay que estar adheridos en la actualidad de esta generación, ya que no se puede transmitir una imagen si no hay experiencia con el producto”.

Cuando el objetivo de nuestra comunicación no se ve satisfecho, el padre Pedro puntualiza que “el error está en no usar el lenguaje adecuado para transmitir el contenido, ya que la clave reside en el contenido que se divulga. Es por eso que la sociedad actual está conectada con las imágenes más que con las palabras, por lo cual la sociedad ha otorgado cierto orden jerárquico a las fotografías, aplicaciones y diarios digitales. Debemos adaptar este recurso a los hábitos de los usuarios”.

Finalmente, se llegó a la aserción que “la revolución de los medios de comunicación es un reto para la transmisión de la imagen de Dios, ya que abrir las puertas de la Iglesia a la comunicación es abrirnos al cambio y a la transformación”, tantas veces necesarios pero no propiciados correctamente.
El padre Pedro Aguilar agradeció públicamente a Mons. Lucio por su participación en el Congreso, además de revelar que fue alumno suyo en la época de formación, de quien ha aprendido con diligencia y humildad. El padre Pedro Aguilar, sacerdote guariqueño de currículo pesado en el ámbito de la comunicación, estuvo acompañado en esta oportunidad por el Sub Secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana, Pbro. Gerardo Salas.

Ponencia: ¿Dónde está tu hermano? (Gen 4,9) Hacia una cultura de encuentro en la red



¿Dónde está tu hermano?

Ilmo. Mons. Lucio Adrián Ruiz
Secretario General del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede

En este segundo encuentro del I Congreso Arquidiocesano de Medios y Comunicadores Católicos, a las 9:00 de la mañana, Mons. Lucio Adrián Ruiz inició su intervención agradeciendo a los organizadores por la invitación a formar parte del encuentro, señalando que “es en el encuentro donde le podemos dar al otro lo que hemos recibido”.

Mons. Lucio concretizó lo que para la Iglesia es Comunicación, al respecto expresó que “no es tecnología, no es estrategia, sino que es kerigma, es anuncio, es proclamar la luz del Evangelio y hacer feliz a nuestros hermanos”, en este sentido acotó cómo en los Hechos de los Apóstoles, san Pedro comunica su alegría, por eso ante la necesidad del paralítico (Hch 3,6) éste le responde “no tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar”.

En el proceso comunicativo se tiene el ejemplo de ´el buen samaritano´, donde de alguna manera se responde a la pregunta: ¿dónde está tu hermano?, por ello “para responder esto debemos salir de nuestro camino, debemos volver para ver como está, para pagar la cuenta, para que sea realmente un encuentro” en este sentido Mons. Lucio expresa que solamente “viendo, curando y dándole nuestro tesoro, encontramos a nuestro hermano”.

Ante la primera interrogante surge una segunda: ¿dónde está tu tesoro?, al respecto es necesario reconocer que si “no tenemos ni oro, ni plata, ni nada, en este caso es mejor no encontrar al hermano, porque donde no está Dios, es como un encuentro entre Caín y Abel” un encuentro de muerte, por ello “pensar en esto, es pensar en los desafíos en aquellos ámbitos que están los hermanos, en el matrimonio, en la convivencia, y darnos cuenta de lo que tenemos, amor, amistad, seguridad”, para eso hay que iluminar y orientar, donde no se puede “dejar de vibrar y sentir la coherencia del testimonio y la veracidad de la proclamación”, manifestó el Secretario General de este dicho Dicasterio romano.

Reflexionando sobre el proceso de evangelización y comunicación Mons. Lucio expresó que “la teología cristiana no necesita a veces nombrar a los Padres de la Iglesia, la Biblia, los documentos magisteriales, pues con poner el ejemplo de la vida es suficiente, pues para el no creyente decir que somos hijos de Dios, es inválido”, sin embargo, “la ciencia no puede contrarrestar la riqueza de la revelación de Dios en hacernos sus hijos”.

Entre todas las aseveraciones de Mons. Lucio Ruiz, rescatamos las siguientes: “la comunicación suscita el encuentro, esta es su meta y fin último. Nos encontramos en la era de la virtualidad, la era de la inteligencia artificial, la misma debe conducirse hacia la unión, y aquí se encuentra la felicidad. Esta realidad comunicativa es muy confusa, es un fenómeno. Actualmente esto es un desafío de amor. La cultura y su pluralidad actúan como contextos de interpretación, como filtros hermenéuticos, es decir, que una palabra tenga distintos significados. Todo lo que perfecciona dicha comunicación está al servicio de la incrementación del diálogo, al sistema antropológico, y comunal entre nosotros. Aquí podemos comunicar nuestro mensaje, que se debe realizar bajo un simple lenguaje verbal. Por lo tanto comunicarse es esencial, estamos sedientos de esta comunicación auténtica, que debe hacerse auténticamente, pues el hombre no puede estar sin las palabras, el hombre debe lograr su inteligencia y su bondad”.

De igual manera, especificó “cuál es nuestra contribución a esta cultura del encuentro, que es la alfabetización de la era digital, el uso crítico de esos medios, por tanto los puntos centrales son dos: enseñar y acompañar. Son dos puntos, los más ausentes, porque no tenemos tiempo para dedicarnos a alguien. El que tiene que ocupar tiempo siempre está ocupado en la era de la híper-comunicación, y la era híper-soledad”.

Un poco más nutrido en el ambiente tecnológico, Mons. Lucio alertó que “en la internet siempre hay alguien presto a escuchar, por eso nos dedicamos a las redes y no al prójimo, que es mi familia, compañeros de trabajo, hijos etc. Si no le doy a ese prójimo, no tiene sentido este Congreso, en el que debemos dar un impacto a aquella persona que no abre la puerta, dando refugio, presencia, compañía, esto es el centro de la comunicación para la libertad”.

Más arriba se ha hablado de un encuentro propiciado por las comunicaciones, y en este sentido Mons. Lucio concretó que “el encuentro no se mide en los likes recibidos en nuestras publicaciones, sino en dejarse conocer, mostrar lo que somos y nuestras necesidades, en revelarle al otro al Padre y acercarlos al evangelio, para ello la comunión es el centro de esta vitalidad”.

Llegando ya a la parte final de su ponencia, el Secretario General para el Dicasterio de la Comunicación de la Santa Sede afirmó que “la educación en el silencio, es aprender a estar consigo mismo, es como una pantalla blanca y decidir con auténtica libertad nuestros pensamientos. Proyectar nuestra propia vida y ser artífice de ella, procurando que seamos nosotros mismos quienes dirijamos nuestra vida, con calidad”.

También acotó que “la educación para la cercanía y no la soledad es un emprender a descubrir al otro y recordar  que el otro existe. No es que todo sea yo, y todo gira a lo que yo diga, esto es perder el tiempo. El otro tiene el mismo derecho, y para que esta relación sea auténtica debemos darle lugar a cada quien y saber que sin él no existe comunión. La presencia, el encuentro, el diálogo, la cercanía, el contacto, la afectividad, la ternura, si esta fraternidad humana no existe, debemos tomar el desafío y buscar el sentido de nuestra vida”.

Mons. Lucio Adrián Ruiz compartió diversas experiencias con los presentes; hacia el mediodía respondió una serie de preguntas, y luego, en horas de la tarde, después de haber colaborado con la entrega de los premios “Padre Ugo Anzil Zoz” tuvo el gesto de entregar a los participantes del Congreso una estampa con la imagen del Santo Padre Francisco, quien personalmente le había entregado para todos aquellos que participarían en el I Congreso Arquidiocesano de Medios y Comunicadores Católicos en la ciudad de Mérida, Venezuela.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Visita de Mons. Lucio Ruiz trajo alegría a Iglesia de Mérida



La comunicación del papa Francisco refleja la ternura como llave para abrir los corazones del mundo

El pasado 22 de noviembre del presente, se dio inicio al Primer Congreso Arquidiocesano de Medios y Comunicadores Católicos, que surge como iniciativa de la Vicaría Episcopal de Medios de Comunicación de la Arquidiócesis de Mérida, con el fin de  formar a los agentes pastorales en materia de las redes sociales para evangelizar a todo el pueblo de Dios. El invitado especial fue Mons. Lucio Adrián Ruíz, secretario del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, realizó un conversatorio sobre la comunicación en el pontificado del Papa Francisco, resaltando el signo de gestos, en la mirada, la caricia, el abrazo, el regazo, el beso, la cercanía, el dejarse alcanzar, el compartir y el encuentro con otro.

Asimismo, Monseñor Ruiz aseveró que “la comunicación en el pontificado del Papa Francisco, se ha valido de la ternura como llave para abrir los corazones del mundo. La comunicación de gestos expresada por el Papa, en la mirada, la caricia, el abrazo, el regazo, el beso, la cercanía, el dejarse alcanzar, el compartir y el encuentro, se pueden comprender como una manera de comunicar, ya que para S.S. Francisco, una buena teología de la caridad es posible sólo en el amor de Jesús, no como algo abstracto, sino característico de su persona”.

En efecto, se contó con la ponencia del obispo auxiliar de Mérida, Mons. Luis Enrique Rojas, que se enfocó en el discurso teológico que busca abarcar un ambiente de la verdad mediante la comunicación y partiendo desde la evangelización para formar tanto al clero como al pueblo de Dios”

Finalmente, se procedió al conversatorio con Mons. Lucio Ruiz, quien respondió las siguientes preguntas: ¿Qué se siente trabajar con el Papa Francisco? Trabajar con el Papa Francisco es vivir el Evangelio desde la simplicidad. Es antes que nada sentirse uno mismo destinatario del mensaje. ¿Qué nos transmite usted del Papa Francisco? El Papa prefiere una Iglesia que sufre por curar heridas, por el hecho de caminar y no por estar sentados. ¿Cuáles son los desafíos de la vida religiosa hoy para con los medios de comunicación? Vivir intensamente el amor por los otros, porque somos imagen de Jesús ayudándolo a vivir por medio del servicio a los demás, mirando rostros de la misericordia. ¿Qué mensaje da usted a los jóvenes para que se utilice mejor los medios de comunicación? Responde con el Papa Benedicto XVI, quien hace una comparación con el descubrimiento de América en cuanto a la misión, aprendiendo nuevos lenguajes, aprender para dar, como lo hicieron los apóstoles al inicio de la evangelización, conquistaron mentes y corazones para transmitir el mensaje del Evangelio”.

Pbro. Jormin Fermín

sábado, 29 de septiembre de 2018

Con fervor y religiosidad celebran los Arcángeles en Catedral metropolitana


Mérida festeja natalicio de Mons. Salas y primer aniversario episcopal de Mons. Luis Enrique Rojas

Foto Revista El Sembrador

         Seminarista Pedro García II Teología

El obispo auxiliar merideño aseveró que si toda la iglesia local trabaja en pro de la causa de beatificación de Mons. Salas por la gracia de Dios “ese milagro el Señor nos lo va a conceder”.

En el marco de los 103 aniversarios del nacimiento de Mons. Miguel Antonio Salas Salas, la Revista El Sembrador del Seminario San Buenaventura de Mérida hizo un contacto directo con Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz, quien expresó su gratitud hacia este obispo de probada virtud por su testimonio de caridad y servicio que son signos evidentes de santidad. Además agradeció al Señor por haber llegado felizmente a celebrar un año en el episcopado justamente en la festividad de los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. 

Asimismo, puntualizó Mons. Rojas en su homilía que los arcángeles son mensajeros de Dios que cumplen una función específica dentro de la historia de la salvación. Citando a san Gregorio Magno explicó que San Miguel significa Quién como Dios, San Rafael, denota Medicina de Dios, y San Gabriel representa la Fortaleza de Dios.

         El obispo auxiliar de Mérida entre alegría y cercanía manifestó que “estoy feliz, contento y agradecido con el Señor de poder celebrar hoy la Eucaristía en acción de gracias a Dios y a la Santísima Virgen por mi primer aniversario episcopal. Por supuesto que cada día me siento más comprometido con la misión que el Señor me ha encomendado y confiado en que Él me dará la fuerza necesaria, la gracia para cumplir con este llamado”.

¿Cuál es su apreciación acerca del proceso de beatificación del Siervo de Dios Mons. Miguel Antonio Salas?

Cada día vemos con buen signo este proceso, y sabiendo que está de la mano del Cardenal Baltazar Porras Cardozo y del padre Javier Muñoz la Causa va por buen camino. En esta visita Ad Limina Apostolorum, hubo la oportunidad de darle mayor fuerza cuando se visitó la Congregación para la Causa de los Santos, esto nos indica que la Causa va por buen camino, y la muestra de hoy, el cariño de la gente en esta celebración, la participación de los fieles en las visitas que se han comenzado a realizar al corazón del Siervo de Dios en la capilla del Seminario Menor y todos estos tipos de detalles que hoy vimos en esta celebración nos indican que la Causa está bien orientada y muy pronto, si todos colaboramos y hacemos lo que nos corresponde, ese milagro el Señor nos lo va a conceder”.

Monseñor ¿qué significa para la Arquidiócesis de Mérida la presencia del corazón de Mons. Miguel Antonio Salas?

“Es una gracia, un regalo y una bendición que podamos tener nuevamente con nosotros el corazón del Siervo de Dios Miguel Antonio Salas Salas. No perdamos esta oportunidad, pues, seguramente este símbolo, esta expresión de fe, de amor por nuestro pastor, nos ayudará también a mantenernos siempre en contacto y en comunicación espiritual con él, presentándole todas nuestras necesidades, sabiendo que él ya goza de la presencia de Dios y tener ahora este símbolo en medio de nuestra Iglesia, pues, nos fortalece más y nos invita a mantener siempre vivo su pensamiento, su recuerdo y toda su obra en nuestra Iglesia Merideña”.

Finalmente, Mons. Luis Enrique exhorta a toda la feligresía merideña a que visiten devotamente el corazón del Siervo de Dios Mons. Salas en la capilla del Seminario Menor. También invita para el próximo 30 de octubre, cuando se cumplen 15 años de la muerte de este pastor según el corazón de Dios, por lo cual se espera una mayor afluencia de fieles en la Catedral de Mérida.


Clero Arquidiocesano. Foto Revista El Sembrador




viernes, 28 de septiembre de 2018

Celebran 103 Años del natalicio del siervo de Dios Mons. Miguel Antonio Salas cjm


Arquidiócesis de Mérida está de júbilo con su pastor

Celebran 103 Años del natalicio del siervo de Dios Mons. Miguel Antonio Salas cjm

San Juan Pablo II y el Siervo de Dios Mons. Miguel Antonio Salas cjm.
Foto cortesía Prensa Arquidiocesana

“Dar a conocer el culto privado del corazón de este santo obispo es una manera de reconocer su olor de santidad en la Iglesia y para nada perjudica su veneración, pues entre sus virtudes heroicas más resaltantes están el amor y su ternura de pastor hacia Dios y al prójimo”

Pbro. Jormin Fermín cjm

La iglesia local merideña festeja con corazón grande y ánimo decidido los 103 años del nacimiento del Siervo de Dios Mons. Miguel Antonio Salas Salas el 29 de septiembre de 1915. Fue incorporado a la Congregación de Jesús y María de los padres Eudistas y fungió como arzobispo metropolitano de Mérida. Este hombre de Dios, sencillo y humilde es una muestra fehaciente de que sí se puede llegar a la santidad siendo un pastor según el corazón de Dios.

Asimismo, el Pbro. Javier Muñoz, vicario episcopal para la Causa de los Santos de la Arquidiócesis de Mérida y vicepostulador, manifestó que “para mí, Mons. Miguel Antonio Salas inspira por su vida sencilla y humilde, hombre de oración, cien por ciento mariano. Pastor que sabía escuchar a sus sacerdotes; corregía cuando era necesario y acompañaba a tiempo y destiempo al pueblo de Dios y era caritativo. Él es un modelo de santidad para Mérida y nos alegraría que llegara a ser santo para gloria de Dios y salvación de los hombres”.

“Dar a conocer el culto privado del corazón de este santo obispo es una manera de reconocer su olor de santidad en la Iglesia y para nada perjudica su veneración, pues entre sus virtudes heroicas más resaltantes están el amor y su ternura de pastor hacia Dios y al prójimo”, expresó el P. Muñoz.

El padre vicepostulador aseveró que hay 220 testimonios fidedignos que son acertados para la causa de beatificación. Puntualizó que en la Arquidiócesis de Calabozo, donde también fue obispo antes llegar a  Mérida, lo recuerdan como “su pastor de ayer” por su cercanía y olor a oveja, como dice el papa Francisco. Resaltó el vicario para la causa de los santos, que no se puede dar mayores detalles, pero dijo conmovido que “los maestros de Calabozo acudían a Mons. Salas para que les ayudara a conseguir trabajo, y con una sola llamada de él, intercedía por ellos y resolvían sus problemas”.

Finalmente, se invita a toda la feligresía a acompañar a la Eucaristía en la Catedral de Mérida a las 9:00 de la mañana que será presidida por Mons. Luis Enrique Rojas, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida, quien está cumpliendo su primer aniversario episcopal. Y al mismo tiempo, es importante hacer la oración de invocación para alcanzar los favores, gracias e intercesiones para sus necesidades. El corazón de Mons. Salas estará expuesto en la catedral por este fin de semana.

Oración de invocación

Señor Jesucristo, Pastor de Pastores,
que otorgaste a Monseñor Miguel Antonio Salas
un corazón de sacerdote y obispo con olor a oveja,
en el que florecieron virtudes de humildad,
entrega, fortaleza, amor al prójimo y a los más necesitados,
te pido me concedas por su intercesión el favor especial
que ahora imploro (…), así como la gracia de verlo glorificado para celebrar su vida y fama de santidad en toda la Iglesia. Te lo perdimos a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y lo encomendamos a la protección de María Santísima. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


lunes, 6 de agosto de 2018

El amor en familia, constructor de la sociedad

   
        Generalmente la familia es considerada como primera escuela de formación humana, allí se comienza a cimentar el conocimiento emocional, intelectual, cívico e integral del ciudadano. Es la pareja o padres quienes juegan un papel muy importante, puesto que el niño observará y seguidamente aprenderá e imitará los patrones de conductas, actitudes, valores, entre otros; que se practiquen en casa para ponerlos en práctica y hacerlos suyos posteriormente.

Al respecto Scurato, (1995),  refiere: “por eso a la familia hay que analizarla y verla no solamente como una unión de individuos o personas que se asocian, que comparten o que han firmado un contrato, sino sobre todo, como pareja humana” (p. 20), es decir, se recomienda acompañar más a los hijos, prestarles la atención que merecen, tal vez suene muy fácil pero en la realidad pudiera resultar un serio problema bastante difícil o casi imposible de lograr, pero si se iniciara desde el amor como principio fundamental fortalecería de manera considerable a la familia, permitiéndole ser más llevadero, más comprensible y más fructuoso.

 Por cierto, los hijos reflejan lo que son sus padres, pero muchas parejas no terminan de comprender en qué consiste o en qué se basa esa unión que algún día decidieron formar, causando así grandes daños psicológicos y afectivos en los mismos, yendo desde niños violentos, imperativos y pasivos hasta conductas excelentes, con valores, que piensan también en el hermano, amigo o vecino, que han sido construidos por sus representantes.

Por otro lado, existen casos de niños y jóvenes que se refugian en la calle en busca, de ese sentimiento, de comprensión y motivación que no pudieron  recibir en casa, tal vez por la falta de tiempo de sus padres, por sus trabajos o simplemente por impaciencia y preocupaciones de otras cosas que terminan por descuidar la comunicación y educación familiar, ocasionando de tal manera problemas conductuales y en última instancia vacíos existenciales, en casos extremos.

El DA, (2007), afirma que “es, además, un deber de los padres especialmente a través de su ejemplo de vida, la educación de los hijos para el amor como don de sí mismos y la ayuda que ellos presten para descubrir su vocación de servicio” (n° 303); no cabe duda que el peso de la educación o formación de nuevos seres en la sociedad, recae sobre la familia.

 El padre, en su misión y como todo padre, quiere lo mejor para su hijo; pero justamente en esta medida podría equivocarse y entregarle más de lo necesario, causando por otro lado un serio problema, enseñándoles a ver la vida de manera materialista y consumista, por lo que pareciera que la vida se basa en una balanza en la que hay que recurrir continuamente para dar respuestas a las múltiples preguntas que se presentan. Cabe destacar, que la pareja en su papel de formadores debe estar preparada y empapada de esos conocimientos que luego deberá enseñar a sus hijos, pues nadie puede dar lo que no tiene.

  No obstante, si en la familia se pudiera sentir ajeno o no amado, sería síntoma que aún no conoce los suyos. Al respecto, De Paredes (1987), señala: “ahora piensa: en tu casa hay otras personas que te pueden dar calor, amor, te pueden hacer crecer, reír, llorar; pueden ser felices a tu lado, y tu quizás ni te has dado cuenta” (p. 77). Es el caso de muchas parejas, donde prefieren buscar amor fuera de sus casas no dándose la oportunidad de conocer ese tesoro que tal vez pueda tener y que no lo han descubierto.

Finalmente, es necesaria la concientización del amor familiar dentro de la formación de nuevos ciudadanos para la sociedad, que garanticen la generación de relevo basados en principios como el respeto, la humildad, el servicio, y el bien común, aplicando la tolerancia y conviviendo en armonía como familia, disfrutando de cada detalle, por pequeño que sea, y de esta manera lograr sensibilizarse ante la realidad de los más necesitados.


Autor:
Seminarista José Eliodoro Rojas Plaza

domingo, 5 de agosto de 2018

Dinámica geográfica del territorio venezolano a la luz de Carta Encíclica Laudato Si’



Estratégicamente, la ubicación latitudinal de Venezuela determina la dinámica y disponibilidad de recursos renovables en el plano temporal. Además, de estar limitada por la estacionalidad de las condiciones climáticas, también está siendo alterada por los crecientes problemas de contaminación provocados por los acelerados y descontrolados procesos de urbanización e industrialización.

Por lo tanto, los recursos ecosistémicos se ven directamente afectados por la desigual distribución en el ámbito regional de la población; al considerar estas características socio-ambientales, dada la degradación de la casa común y el efecto directo en la clase humana, se presenta someramente la situación país a partir de la visión de la Iglesia, con el fin de apreciar el contexto actual del megadiverso país al que se le cataloga Venezuela por su condiciones andinas, caribeñas, amazónicas y atlánticas, las cuales le sitúan como reserva de biodiversidad en el mundo.

Evidentemente, “se […] debe moderar el consumo, maximizar el aprovechamiento, reutilizar y reciclar” (LS, 2015, n° 22). Es por tanto que “en muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura […]” (LS, n° 21) generando un continuo deterioro sociocultural de los hábitos y costumbres de la población.

De tal manera, la Iglesia aclara que la mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia del respeto a la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, siguiendo las indicaciones de recapitular todas las cosas en Cristo (cf. DA, 2007, n° 126), pues es bien sabido que el “clima es un bien común, de todos y para todos […]” (LS, n° 23), de suma importancia, señala el Papa Francisco, “porque muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles […]” (LS, n° 21).

Progresivamente la descontrolada intervención antropogénica va incidiendo en la generación y calidad de recursos, debido a la respuesta forzada de los mismos al sistema económico que monopoliza la región. En su momento la Iglesia expone, “[…] la naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas […]” (DA, 2007, n° 84); esto muestra que “el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad” (LS, n° 30).

Las áreas boscosas y las sabanas son los biomas con mayor extensión en el país, en gran medida se encuentran sobre suelos frágiles y en áreas donde se emplazan sistemas socioeconómicos dinamizadores de la acelerada modificación climática; por consiguiente, los ricos hábitats ecológicos, se desplazarían en forma de metapoblaciones reduciendo su extensión y tamaño, propiciando el peligro de los diversos ecosistemas que conforman la biodiversidad venezolana. Es por ello, que la pérdida de vegetación implica a su vez la de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes (cf. LS, n° 32).

“Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad […]” (LS, n° 63). Es por lo tanto, una maravillosa oportunidad considerar la encíclica del sucesor de Pedro, el Papa Francisco, como un oráculo propicio para la reformulación de nuevas condiciones o estilos de vida, que a partir de soluciones acertadas fomenten la reconciliación natural de las relaciones humano-naturaleza con la finalidad de mitigar la progresiva destrucción del país y por ende del planeta en términos humanos y eco naturales.


Autor:
Seminarista Luis Uban


sábado, 4 de agosto de 2018

Acompañamiento espiritual a los jóvenes



       Para iniciar y acompañar a los jóvenes, resulta necesario conocer la forma de llegar y conectar con ellos, con sus aspiraciones, deseos y preocupaciones, la forma de trasmitir el mensaje de fe. En ese sentido, se debe tener muy claras las claves de la sociedad en la que se mueven, los cambios de los estilos de vida, la psicología propia de sus edades, su realidad familiar y, sobre todo, el conocimiento directo de ellos mismos.

       Por  lo tanto, hay que dedicarles tiempo y saber acercarse a ellos en ese diálogo acertado, partiendo de la escucha y dejando hablar a las experiencias, sentimientos, anhelos, y dudas, para provocar y suscitar en ellos la repuesta de su vida y la aceptación del mensaje de Jesús. No puede descuidarse ese necesario acompañamiento personal-individual, porque es ahí donde Jesús se encuentra con cada uno, como lo hizo con los discípulos de Emaús, con el joven rico, con la samaritana junto al pozo, o con Pedro, en ese diálogo directo cara a cara, encontrándose con su mirada y sus palabras.

       De igual manera, el acompañamiento espiritual es mirar la vida de cada uno; cuando a los jóvenes se les pone en contacto con sí mismos, descubren la sed que tenían de Dios y el deseo de encontrarse con Él. La repuesta de fe es personal, después grupal y comunitaria, basándose en la oración y la fuerza del Espíritu Santo.

       Sin embargo, los jóvenes en su gran mayoría se encuentran solos, sin apoyo en el momento oportuno, es decir, no se cuenta con una propuesta de acompañamiento espiritual, sobre todo para los adolescentes, que enfrentan muchas dificultades y que traen como consecuencia negativos cambios de conducta, lastimándose ellos mismos y a los que los rodean; necesitan apoyo ante sus problemas, buscan repuestas a sus inquietudes, necesitan de personas que realicen un verdadero acompañamiento.

       El acompañamiento espiritual a jóvenes y adolescentes, es importante en su vida diaria, para que conozcan, acepten, sigan y se comprometan con Jesucristo y su mensaje de salvación;  una vez transformados en hombres nuevos, e integrando la oración y la acción, se convertirán en protagonistas y gestores de la construcción de una sociedad más humana y justa.  


Autor:
Seminarista Ayair Oberto


viernes, 3 de agosto de 2018

La Plegaria Eucarística, punto culminante de la Liturgia católica


Para el hombre religioso, una vida alejada del culto a Dios carece de sentido. Desde sus inicios ha elevado oraciones, plegarias, para que le escuche, le proteja o le consuele. Según sea el caso, la tradición del pueblo escogido por Yahvé, ha plasmado la interacción entre lo divino y lo terrenal. Esta interacción es el resultado de una religiosidad enraizada en todos los ambientes de la vida del hombre. En consecuencia, Jesús adopta esta cultura y la lleva a plenitud entregándose como sacrificio en la cruz.

Una mirada al sacrificio histórico de Cristo demuestra la existencia de un misterio que no ha sido comprendido del todo. Se relata una muerte que ha trascendido en el tiempo y que se perpetúa como oblación perfecta en cada Misa celebrada en todo rincón del mundo. Dentro de estas conmemoraciones, las plegarias eucarísticas establecen el punto culmen de la litúrgica católica. Conocer su contenido introduce al creyente en la historia de la salvación y lo involucra en el sacrificio que se ofrece, se hace partícipe en el encuentro comunitario y se apertura al encuentro personal con Jesucristo presente entre la asamblea.

El núcleo de la plegaria eucarística es el relato de la Cena del Señor. En ella se desarrolla la alabanza y la acción de gracias al Padre por la salvación de los hombres, la invocación del poder de Dios para actualizar la Cena de Jesús, y el anuncio de la obra redentora de Cristo. El sacrificio eucarístico es ofrecido por la Iglesia universal, quien pide la paz y la unidad. Es Cristo quien se hace presente y quien actúa a través del sacerdote.

En este sentido, la Pascua del pueblo de Israel que recordaba la salida presurosa de Egipto, era una señal de libertad y de estar ya en su propia casa. No obstante, la nueva connotación, esto es mi cuerpo y esta es mi sangre, define la Nueva Alianza que perfecciona la institución de la Pascua (cf. Ex 12,1-14) con la inmolación del cordero, y la escena del Sinaí (cf. Ex 24:3-8), con la alianza entre Yahvé y el pueblo mediante el sacrificio y aspersión de la sangre.

En la pascua cristiana, el Cordero de Dios, es inmolado en la cruz y comido en la Cena. Es una renovación del misterio salvífico de la entrega de Jesús perpetuado en la Misa como sacrificio de comunión, conmemoración de la muerte de Cristo y banquete escatológico. Todo esto se condensa en las Plegarias Eucarísticas, punto central y momento culminante de la celebración donde se demuestra el carácter sacrificial de la Santa Misa.

En las plegarias se subraya el interés por centrar la acción de gracias en el mismo Cristo y en su entrega amorosa desde la pascua. Sintoniza el espíritu de la liturgia con las necesidades del hombre como ser espiritual. Partiendo desde la historia salvífica,  inspirándose en la reforma conciliar, se desarrolla refriéndose a textos bíblicos con la intención de guiar al hombre pecador, a fin de crecer y alcanzar su perfección en Jesús.

La Iglesia actúa recordando el mandato del Señor “haced esto en memoria mía” (Lc 22,19), y de la exhortación de Pablo “pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga” (1 Cor 11,26), prolongando, incruenta y misteriosamente, la entrega de Cristo en el altar. La conmemoración litúrgica no es un recuerdo de un hecho pasado en la concepción lineal del tiempo, sino una actualización permanente del sacrificio.

Autor:
Seminarista Germán Piña

jueves, 2 de agosto de 2018

Acción misionera como entrega a los más necesitados




El Señor Jesús, antes de subir al cielo y regresar al Padre, fundó su Iglesia como sacramento de salvación, enviando a los Apóstoles a todo el mundo con estas palabras: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,18). Por ello, el trabajo que la Iglesia hace para anunciar el Evangelio, en un contexto esencialmente de peregrinación, es por su propia naturaleza de origen misionero, puesto que se cimienta en la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre. Así lo plasmó el Concilio Vaticano II en su documento Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia (AG 2-9).

El corazón de esta acción misionera es, ciertamente, pres­tar aten­ción a las múl­ti­ples  po­bre­zas que su­fre la hu­ma­ni­dad: eco­nó­mi­ca, mo­ral, es­pi­ri­tual, etc. Por esta razón, es tan  valioso el tes­ti­mo­nio de los mi­sio­ne­ros que han en­tre­ga­do su vida para ha­cer vi­si­ble la preo­cu­pa­ción de Dios por los po­bresEllos de­jan su vida cada día con sus ges­tos, sus accio­nes, sus ac­ti­tu­des, aman­do no sólo de pa­la­bra sino tam­bién de obra. Abrirse a la dinámica de una misión de entrega a los más necesitados, requiere de discípulos con una actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para promover la participación efectiva frente a un escenario de calle, de periferias existenciales, donde en muchas circunstancias Cristo aún no es conocido y, de esta manera, conectarse con la realidad de la gente y sus correspondientes necesidades, a fin de proponer el Evangelio de la Vida, como camino de sentido y plenitud.

De hecho, la Exhortación apostólica del Papa Francisco, Evangelli Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, ofrece una visión motivadora e interpelante acerca del espíritu misionero, haciendo énfasis en un aspecto crucial para la Iglesia: “la inclusión social de los pobres”. Toda experiencia auténtica de verdad y belleza, busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación, adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Por consiguiente, un verdadero misionero a través del acompañamiento mostrará el gran proyecto de amor del Padre, siendo fermento de Dios en medio de la dura realidad que vive la humanidad.

El anuncio del Evangelio no puede desligarse de la promoción humana del hombre, por eso los misioneros se han convertido en los verdaderos protagonistas de desarrollo de muchos pueblos. Han sido elegidos y enviados a servir a los demás como propagadores de la verdad y no solo como gestores de obras sociales. Enseñar en las escuelas, sanar en los hospitales, dignificar a la mujer en los países donde están completamente olvidadas, acoger a miles de niños abandonados, huérfanos y víctimas de conflictos armados, trasladarse a campos de refugiados y trabajar por los grandes olvidados de la historia como son los pobres, han de ser el blanco de su acción misionera. Sus vidas, como la de Jesús, representan un compromiso. Han cruzado sus caminos con los que no guardan esperanza alguna, con los que no tienen, con los que no pueden alzar su voz, con los que no saben, con todos aquellos a los que las sociedades más avanzadas han convertido en números estadísticos.

Finalmente, todos, desde nuestra propia fe y capacidades, estamos llamados a ser misioneros. La Iglesia brinda actualmente una amplia variedad de posibilidades para encauzar las inquietudes misioneras de los cristianos, reconociendo que Dios fortalece nuestra vocación siempre de modo discreto y respetuoso de nuestra realidad. Una lectura, un video, una representación, un encuentro o una palabra, pueden dar la sensación inicial del llamado misionero para nuestro prójimo. Cuando se ha descubierto la alegría interior de Cristo Resucitado, ya no se puede guardar para sí. Entonces las renuncias, los sacrificios, las persecuciones y todas las dificultades de la vocación misionera toman sentido, porque lo único importante es predicar a Cristo y la salvación de los hombres, y si se trata de poblaciones vulnerables e inmersas en el dolor, el sentimiento de compartir ese júbilo será aún mayor.

             Autor:
Seminarista Licember Cadenas


Fuentes:
·     Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos, Declaraciones, BAC, Madrid 2000.
·     Francisco I, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, San Pablo, Buenos Aires 2014.
·     CELAM, Documento de Aparecida, Paulinas, Buenos Aires 2007.
·     Muñoz, Luis. “MISIÓN Y ECUMENISMO”. El diálogo profético de los discípulos misioneros de Jesucristo. Hacia un testimonio común del evangelio. An.teol. 17 (1). 2015

miércoles, 1 de agosto de 2018

Sembrando desde... Mucutuy



       Mucutuy es una de las parroquias que conforma la Arquidiócesis de Mérida ubicada al sur del Estado, correspondiente al municipio Arzobispo Chacón y a la zona pastoral Pueblos del Sur. Su nombre proviene del dialecto indígena MUCU: lugar; TUY: Piedra, “Sitio o lugar de las piedras”. Se encuentra ubicado a 1.405 m.s.n.m, limita por el Norte con los municipios Sucre y Campo Elías, por el Este con el municipio Aricagua, por el Sur y Oeste con la parroquia Mucuchachí; está aproximadamente a una distancia de tres horas del centro de la ciudad.

La fundación de dicha parroquia acontece a finales del siglo XVIII. Sus primeros misioneros fueron los padres agustinos. Según informe enviado a Fray Juan Ramos de Lora, Mucutuy tenía en 1787 un total de 120 habitantes, con los niños, entre los cuales había 29 indios casados, 2 viudas y 30 solteros. Eclesiásticamente fue un pueblo de doctrina dedicado en sus primeros años a San Antonio de Padua y hoy en día está bajo su patrocinio.

San Antonio de Padua, es el patrono y benefactor de Mucutuy, en su honor el pueblo celebra sus fiestas patronales el 13 de junio de cada año, a él se le deben favores que la comunidad agradece con misas y promesas. Es la fiesta central, desde junio de 1984, siendo punto de reencuentro de los mucutuyenses cada año. Además, vale la pena resaltar, la labor de sacerdotes forjadores, que con su carisma y valor promocionan y conservan las tradiciones y fe viva del sur merideño.

En este hermoso terruño del estado Mérida, de gente humilde trabajadora y de fe profundamente arraigada han brotado seis vocaciones sacerdotales desde el año 2008 hasta nuestros días ellos son José Ramírez, Ramón Rojas y Gerardo Ramírez  diocesanos, Adolfo Sosa y Alejo Fernández CJM y Jesús Peña de la orden Castrense; del mismo modo hay cuatro jóvenes en formación en el Seminario Mayor San Buenaventura. En este sentido queridos hermanos y amigos la invitación es a seguir orando por el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que hayan muchos jóvenes que estén dispuestos a trabajar en la mies del Señor.

No dejes de visitar esta encantadora población, su hermoso templo parroquial de arquitectura autónoma dedicado a San Antonio de Padua, sus calles y casas coloniales, de igual manera podrás disfrutar de hermosos paisajes naturales, visitar alguna de sus diez comunidades, monumentos naturales, además de disfrutar de sus comidas típicas, su artesanía, costumbres y tradiciones.

Autor:
Seminarista Jorge Rojas


martes, 31 de julio de 2018

Accesibilidad al conocimiento divino




Ese Dios en quien “nos movemos, existimos y somos; quien da la vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe; que es desde siempre y para siempre, nunca podría ser abarcable por nuestra inteligencia o nuestro deseo, siempre será para nosotros misterio”. Debe existir una postura, para llevar una vida espiritual que acarree al hombre ir descubriendo  la accesibilidad al conocimiento divino. Cada persona debe tener un modo propio definido sobre cómo encontrarlo, descubriendo que es el mismo Dios quien otorga la modalidad.

Dios equilibró desde el principio el conocimiento en el hombre, de tal modo que nunca puede llegar a conocer lo que Dios es, pero nunca puede ignorar que existe. En este encontrarse con Dios, Él lo quiere todo para el individuo, por eso el hombre debe perfeccionar al máximo toda modalidad que haya colocado en su interior, “el hombre de fe está absolutamente convencido desde el principio de que ha de dejar que Dios lleve las cosas por sus caminos, casi siempre incomprensibles”. Hay que dejar que Dios opere en este proceso, reconociendo que la obra la realiza Él mismo.

Dios es el fundamento por el cual se debe amar, no debe existir otra manera que ese amor, que es sin modo alguno. Él es el Ser más allá de todas las cosas, es un Ser sin modalidad. Por eso la condición por la que se le debe amar es sin modo, más allá de todo lo que pudiese decírsele, porque si se ama con una condición se puede limitar solo a ese modo, por ende exige al hombre la ausencia de forma de amarlo.

El concepto enfático y central que ayuda al hombre a encontrarse con Dios es el desasimiento. “El verbo alemán abescheiden significa separarse, apartarse, irse, despedirse, morir, resolverse”. Esto va conforme al hombre que puede vivir desasido, retraído, separado en medio del mundo. Cuando se miran todas las virtudes, propuesta por la teología, no se encuentra ninguna tan completamente inmaculada y tan capaz de relacionar al hombre con Dios, como lo es el desasimiento.

La vocación absoluta y total del ser humano debe ser la posesión de Dios, y un paso clave para ese encuentro es el desasimiento. Cuando ya ha encontrado el hombre un verdadero desasimiento no queda otra cosa que la posesión de Dios. La persona debe aprehender a Dios en todas las cosas y ha de acostumbrar su ánimo a tener siempre presente al Creador. La verdadera posesión de Dios, depende de la mente y de una afectuosa disposición hacia Él, no de un perenne y parejo pensamiento en Él mismo. El individuo debe estar compenetrado de la presencia divina y ser configurado a fondo con la forma de su Dios amado y hacerse esencial en Él, de modo que le resplandezca esta presencia sin esfuerzo alguno, y así logre desnudarse de todas las cosas y se mantenga completamente libre de ellas para que se haga visible esa imagen de Dios que se da por amor a la persona humana.

Quien, de tal manera, tiene presente al creador en todas las cosas y quien domina y usa su entendimiento en lo más elevado, conoce la verdadera paz y posee el legítimo reino de los cielos. Las obras humanas adquieren su bondad cuando la mente del hombre esté orientada únicamente hacia el Ser sin modalidad, y este es el hecho, en que toda persona tenga ese desasimiento interior para que así le dé cabida al Él, en medio de su vida, teniendo una dirección únicamente hacia el conocimiento divino.

Autor:
Seminarista Jhon Jairo Dávila


Fuentes:
García, José, “La voluntad de Dios”, Sal Terrae, Madrid, t. 98/6 (n. 1.146), Junio 2010, p. 511.
HAAS, Alois María, Maestro Eckhart, Barcelona-España, Herder, 2002, p. 33. 48-71
Rovira, Josep, “¿Por qué hablamos aún hoy de la Trinidad?, Sal Terrae, Madrid, t. 91/3 (n.1.065), Marzo 2003, p. 182.
Vives, Josep, Meditación sobre los ‘caminos de Dios’, Sal Terrae, Madrid, t. 83/4 (n. 978), Abril 1995, p. 255.