lunes, 6 de noviembre de 2017

Lectio Inaguralis Seminario de Mérida


       
Sacerdotes Formadores y profesores del Seminario de Mérida

 El seminario Arquidiócesano San Buenaventura de Mérida inicia formalmente su año académico 2017 - 2018 con la Lectio Inaguralis – lección inaugural – realizada el día martes 27 de octubre en horas de la mañana, con la presencia de los Sres. Obispos Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz Obispo auxiliar de Mérida y Mons. Juan de Dios Peña Rojas Obispo de la Diócesis del Vigía – San Carlos del Zulia, sacerdotes del equipo formador, profesores, seminaristas del mayor y menor, personal del seminario e invitados especiales.

       La actividad dio inicio dando gracias a Dios con la solemne Eucaristía celebrada por Mons. Luis Enrique, concelebrada por Mons. Juan de Dios y los sacerdotes asistentes; en esta el Pbro. Aníbal Berbesí dio lectura de los tres nuevos formadores que acompañarán al curso introductorio y al seminario menor. De la misma forma los padres del equipo formador y los que imparten clases en esta institución, hicieron su profesión de fe, ante Dios y todos los presentes, con lo cual se comprometieron a seguir en la formación y enseñanza de cada uno de los estudiantes que hacen vida en esta institución que por más de doscientos años ha forjado hombres para la vida y sacerdotes para Dios y la Iglesia.

       La homilía pronunciada por Mons. Luis Enrique comenzó dando la bienvenida a todos los asistentes y expresando su alegría por estar en medio de nosotros; mostró su preocupación por la formación del clero en las realidades actuales. Nos invitó a saber interpretar los signos de los tiempos desde la vida personal para estar preparados, apoyados en la palabra de Dios, “hoy más que nunca tenemos que hacer eco de la palabra, buscando el bien para todos, no solo para sí mismo”. Debemos “estar atentos y alertas a lo que podamos interpretar; Dios espera resultados positivos de cada uno de nosotros”.
Profesión de fe de los padres formadores y profesores del Seminario.

       Culminada la eucaristía se dio inicio al acto inaugural con una ponencia impartida en esta ocasión por Mons. Juan de Dios Peña, titulada ¿Qué sacerdote quiero ser? A la luz de la nueva Ratio fundamentalis Institutionis Sacerdotalis. Donde hacía un análisis de esta nueva ratio escrita en el Vaticano por la Congregación para clero, donde se expone cómo debe ser la formación del candidato al sacerdocio. Nos recordó las palabras del Papa Francisco “se trata de cultivar las vocaciones para que den frutos maduros”. En la misma se hace énfasis en las cuatro áreas de formación, importantes en los candidatos al ministerio sacerdotal. 

       La Lectio Inaguralis finalizó con un homenaje por parte de los exalumnos del seminario menor a la Prof. Maribel Ruiz, quien era hasta el año escolar que culminó la directora del seminario menor. Ella se desempeñó a lo largo 32 años – desde 1985 – como docente en esta institución, por tanto han sido muchos los seminaristas y unos cuantos de esos ahora sacerdotes, quienes se formaron a nivel académico de manos de la Prof. Maribel, deseamos para ella y su familia de parte de la comunidad del seminario, los mejores éxitos.



 Al finalizar la lectio se entrevistó a Mons. Luis Enrique y a Mons. Juan de Dios donde nos dieron sus impresiones por esta actividad que año a año realiza el seminario para dar comienzo al año académico:


 Entrevista a Mons. Luis Enrique Rojas Ruiz (Kike)
¿Cuál ha sido su impresión ante esta lectio inaguralis que abre el año académico 2017 – 2018, y donde el tema central fue la formación de los futuros pastores de la Iglesia?
Para mí en lo que respecta al acto como tal no fue novedad, porque como profesor del seminario siempre he participado, lo que sí es novedoso para mí es ser el celebrante principal, ya como obispo auxiliar y en ausencia del cardenal, puesto que él se encuentra en México cumpliendo compromisos me correspondió en esta oportunidad ser el celebrante principal, junto con Mons. Juan De Dios y los Sacerdotes tanto formadores como los que imparten clases en este seminario, en ese sentido si es una gran novedad y el ver también como el seminario cada año va creciendo no solamente en cantidad de jóvenes con vocación sino en calidad, con excelencia de trabajo.
Pudimos ver una Lectio Inagurales con la participación de sacerdotes, de seminaristas, de profesores y con presencia incluso del personal del palacio arzobispal y de la cantidad de laicos invitados. Ver también la ponencia que hizo Mons. Juan de Dios sobre la formación de los sacerdotes que llevaba por título, ¿Qué sacerdote quiero ser? Fundamentado en la Ratio Fundamentalis, y eso nos da más luces y nos ayuda en el proceso de formación de los jóvenes.
Muy bien organizado todo, me permito en este momento felicitar a los sacerdotes, a los seminaristas y a todos los que organizan este evento cada año para dar inicio a un año académico, ¡felicitaciones! Y ponemos en las manos del Señor toda esta obra que es de él, pero que nosotros como instrumento suyo debemos darle cuentas de lo que hacemos, porque “a quien mucho se le da, mucho se le exige”.



1.   ¿Cuáles serían sus palabras para quienes forman parte de este seminario, tanto de la etapa discipular – filosofía – como de la etapa configurativa – teología?
Unas palabras de motivación, de convicción, a los que están en ese proceso de formación primero que todo. Cuando estamos formándonos de esa manera tenemos que estar convencidos a lo que venimos a un seminario. Debe haber aparte de esa vocación un convencimiento claro y no engañarnos para no engañar nunca a los demás y saber que todos los días salen bachilleres, profesionales y gente en diferentes ramas pero no todos los días sale la misma cantidad de sacerdotes que necesitamos y por eso los seminarios forman desde la calidad, desde la exigencia y en búsqueda de lo que ofreceremos luego en las comunidades siendo personas integrales, y todo eso lo fundamentamos en la palabra de Dios y en los documentos que saca la iglesia. Finalmente quien viene a un seminario no está en cualquier lugar, sino en un lugar donde se forman sacerdotes de Dios según el plan de Dios, para después servir en las diferentes comunidades.
Entrevista a Mons. Juan de Dios Peña Rojas
1.  ¿Cómo ha vivido su proceso de formación sacerdotal, tanto inicial como permanente?
Yo lo he vivido respondiendo lo de la ratio, teniendo muy en cuenta el aspecto comunitario, no olvidando que este primer momento de vida en comunidad lo adquiere uno desde la familia, que para mí la familia fue la primera casa de formación; ese poder sentir el acompañamiento, la corrección oportuna y sobre todo la motivación a la vida cristiana que recibí dentro del hogar fue lo que me impulsó a dar un sí definitivo de cara a la formación. Luego un momento importantísimo, es sin duda lo que ha sido la vida en el seminario, me tocó una época privilegiada, yo considero que la época de los ochenta, noventa, en lo que fue el proceso de formación fue ideal, no solo porque éramos pocos, sino porque realmente había un compromiso de cara a lo que hacíamos, a lo que queríamos.
La vida en comunidad del seminario se ha prolongado a lo largo de estos veinticinco años de vida sacerdotal, porque si bien nos ha tocado experimentar un cambio con respecto a lo que es el trabajo en parroquia o incluso dentro de lo que es la vida en el seminario, esa fraternidad que se creó en la vida del seminario es lo que lo ha mantenido a uno, lo ha mantenido comprometido, con un norte fijo y es lo que nos ha permitido  a la vez responder a las exigencias de la Iglesia.
Saber que uno no está solo, que uno camina de la mano no solamente con Jesús sino con aquellos que no considero compañeros, - porque a veces uno a nivel del seminario dice mis compañeros – yo creo que por encima de eso debemos aprender a tratarnos como hermanos, porque somos hermanos, y cuando hablo de sacerdotes, los que estudiaron con migo, yo hablo de mis hermanos sacerdotes; eso lo recibí del hogar, luego en el seminario, luego lo lleve a la practica en la vida parroquial, y ahora me toca asumirlo en la vida episcopal, yo no le digo a mis sacerdotes o al clero hijos, sino los trato como hermanos, y yo creo que ha sido fruto de esa vivencia que he logrado experimentar a lo largo de estos años.
2.  ¿Desde su punto de vista como ver la formación de los jóvenes que ingresan al seminario menor, teniendo en cuenta que desde el ámbito psicológico se privan un poco de la libertad que ellos puedan discernir, por ejemplo un noviazgo?
Cuando yo fui a entrar al seminario menor, en el año ochenta, mi párroco me dijo que no lo hiciera, y la respuesta que él me daba es que “el seminario tiene sus exigencias y usted todavía es muy niño, estudie en un liceo, si tiene vocación la madura y si no tiene pues nada pierde”; ciertamente que la vida del liceo nos muestra otra experiencia, uno se gradúa y yo puedo decir que tengo amigos del liceo, muchas personas con las cuales compartí; pero si bien se priva de muchos de esos detalles, pues también se ayuda a discernir si tiene o no tiene vocación.
Todos sabemos que el seminario menor no es una camisa de fuerza, hay jóvenes que han pasado por el seminario y se salen pero continúan su vida como buenos cristianos, incluso de aquellos que fueron formados por el hermano Evaristo Jerez tenemos excelentes profesionales, buenos políticos, hombres que han constituido un hogar ejemplar; es decir, si bien el seminario puede privar en ese aspecto de lo que es la parte afectiva, de noviazgo, también se nos dan otras bases que son importantes luego si no se continua en el seminario, y si se continua ayuda mucho a cumplir su formación sacerdotal. No tanto es coartar, si no se dan principios que se tienen allí y que hay que tener en cuenta.
3.  ¿Cuáles serían sus palabras para aquellos seminaristas que están en crisis vocacional, en un dilema de continuar o no en el seminario, debido principalmente a la crisis política y económica que embarga nuestro país?
Las crisis siempre las tendremos, y las crisis no son expresión de que ya todo está acabado sino que nos tienen que llevar a un cambio, a un cambio personal, a un cambio social. Yo siempre le he dicho a los que han sido mis alumnos en las diferentes etapas de formación que tuve, que en momentos de crisis no hay que tomar decisiones, sino hay que esperar, porque después de la tormenta viene la calma. Cuando uno toma decisiones apresuradas corre el gran riesgo de equivocarse y después darse cuenta cuando es demasiado tarde.
Sabemos que hay crisis económicas, “pero que eso no afecte la vida vocacional”; yo sé que hay situaciones que atender, y a veces uno piensa cómo hago yo para ayudar a mi familia, ¿pero ayudarla cómo? Uno dice puedo a salir a buscar trabajo, sí ¿pero qué tipo de trabajo? ¡Me voy a estar en casa!; pero si estoy en casa me convierto en una carga más. Son situaciones en las que habría que estudiar cada uno de los casos pues son diferentes, pero de la crisis económica hay que evitar que afecte la vocación a la vida sacerdotal. Hay que tratar de perseverar y no dejarnos dominar. También hay muchos sacerdotes que a veces sienten el deseo de irse del país, ¡no!, hay que enfrentar las situaciones y seguir adelante, pues ahora más que nunca es que la gente nos necesita, y yo creo que debemos quedarnos en el seminario pues nuestra familia nos quiere más dentro que fuera.