¿Cantidad Vs Calidad en la vida consagrada?
Autor: Fr. Eduar Jr.
González O.carm
1° año de Teología
RESUMEN
Se
presenta el típico antagonismo entre la cantidad y la calidad presente en la
sociedad y como ésta incluso ha entrado en la vida de la vida consagrada, se
pone de manifiesto los elementos propios que definen la vida consagrada estos
elementos ayudan al desarrollo espiritual de cada religioso en particular en la
medida en que esto sea asumido se comprenderá que los religiosos no están
llamados a hacer sino a ser, es decir, no es la actividad pastoral quien mueve
al religioso sino el mismo Espíritu, es la acción Trinitaria en su vida[1].
VALORACION
CRÍTICA
Desde
pequeño recuerdo que esta lucha ha estado presente en mi vida, la cantidad versus
la calidad, y actualmente dentro de la vida consagrada es una constante, que esto
suceda en la vida religiosa es ver como la sociedad ha logrado entrar también
en la vida de la vida consagrada, considero que no es de alarmarse porque
estamos en una vida consagrada que se encarna en la sociedad[2], es de alarmarse cuando
religiosos y religiosas caen en la misma disyuntiva de la sociedad perdiendo el
centro que es Cristo.
Estamos
frente a una vida consagrada que va en disminución numérica notoria y aquí entramos
en el lado de la cantidad, donde la calidad es desplazada. Contamos con muchos
religiosos y religiosas de edad avanzada, me pregunto; ¿Es la vejez de los
religiosos y religiosas un reto? Frente a esta realidad, la vida consagrada
está para la búsqueda constante de Dios donde la oración y la contemplación es
lo primordial, aquí la calidad toma la delantera, porque para la búsqueda de
Dios no se necesita ser joven o viejo. Pero ciertamente, frente a la vejez el
religioso mayor tendrá mejor oportunidad para buscar a Dios desde la oración
asidua y presentarle a Él a sus hermanos más jóvenes que le buscan y se
entregan a Él desde la actividad pastoral, pero los jóvenes religiosos
deberíamos interpelarnos frente a este servicio de nuestros hermanos mayores y
preguntarnos; ¿Por qué nos cuesta tanto hacer una parada en la actividad
pastoral para contemplar al que nos ha llamado?
La
actividad pastoral no define a la vida consagrada, es la oración, la
contemplación y la opción preferencial por los pobres la que la definen,
tratando de configurarnos con Cristo y tener sus mismos sentimientos. Nosotros
los religiosos y religiosas no estamos llamados para hacer sino para Ser. Estos
dos hacer y ser nunca se contraponen sino al contrario se relacionan y van
íntimamente unidos. Nuestro ser
carismático desde el bautizo es a ser profetas, sacerdotes y reyes, y nos
impulsa el Espíritu a hacer justicia y “protestar” por los más pequeños, en
definitiva, a ser voz de los sin voz, debemos aprender a trabajar en red es decir;
eclesialmente[3],
ecuménicamente e inter congregacionalmente, pero siempre siendo fieles a
nuestro carisma.
Dios
me ha llamado a vivir en el Carmelo del siglo XXI, esto me llama a aprender a
vivir sin seguridades y certezas, lo único seguro que tengo es; confiar en la
providencia de Dios y en una comunidad religiosa que me respalda. Por eso, opté
libremente a convivir y a vivir en fraternidad. Aprender a vivir en el siglo
XXI es aprender a vivir sin el eterno quisiera…
Sólo es cuestión de mirar al futuro con esperanza, frente a una sociedad
que cree tener y estar en la verdad, esta sociedad considero que necesita
escuchar palabras distintas a las que el mundo propone, nosotros los religiosos
consagrados debemos decirlas.
La
vida consagrada nunca se acaba porque Dios no se acaba, la cantidad que importa.
La cantidad y la calidad siempre estarán enfrentadas, pero nosotros los religiosos
nos aprovechamos de eso para hacer justicia y acercar al eterno Padre a los más
pequeños. Basta con lo que nos dice San Lucas 15, 10 "De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los
ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente." Sean uno, sean dos o tres no importa la
cantidad, esa es nuestra misión llevar a las almas a la presencia de Dios[4]. Aquí otra promesa:
“Hermanos
míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace
volver, sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará
su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5, 19-20.
Seamos
ese alguien que ayude a muchos, pero aprendamos a reconocer que siempre habrá
alguien que lo hará mejor que nosotros, no nos sintamos indispensables para el
Reino de Dios. Vivir la vida consagrada es reconocer que hemos sido mirados
tiernamente por la gracia de Dios[5] y esa mirada dignificante
nos mueve a mirar a otros de la misma manera.