miércoles, 23 de octubre de 2019

¿Cantidad Vs Calidad en la vida consagrada?


¿Cantidad Vs Calidad en la vida consagrada?

Autor: Fr. Eduar Jr. González O.carm

1° año de Teología

RESUMEN

Se presenta el típico antagonismo entre la cantidad y la calidad presente en la sociedad y como ésta incluso ha entrado en la vida de la vida consagrada, se pone de manifiesto los elementos propios que definen la vida consagrada estos elementos ayudan al desarrollo espiritual de cada religioso en particular en la medida en que esto sea asumido se comprenderá que los religiosos no están llamados a hacer sino a ser, es decir, no es la actividad pastoral quien mueve al religioso sino el mismo Espíritu, es la acción Trinitaria en su vida[1].

VALORACION CRÍTICA

Desde pequeño recuerdo que esta lucha ha estado presente en mi vida, la cantidad versus la calidad, y actualmente dentro de la vida consagrada es una constante, que esto suceda en la vida religiosa es ver como la sociedad ha logrado entrar también en la vida de la vida consagrada, considero que no es de alarmarse porque estamos en una vida consagrada que se encarna en la sociedad[2], es de alarmarse cuando religiosos y religiosas caen en la misma disyuntiva de la sociedad perdiendo el centro que es Cristo.

Estamos frente a una vida consagrada que va en disminución numérica notoria y aquí entramos en el lado de la cantidad, donde la calidad es desplazada. Contamos con muchos religiosos y religiosas de edad avanzada, me pregunto; ¿Es la vejez de los religiosos y religiosas un reto? Frente a esta realidad, la vida consagrada está para la búsqueda constante de Dios donde la oración y la contemplación es lo primordial, aquí la calidad toma la delantera, porque para la búsqueda de Dios no se necesita ser joven o viejo. Pero ciertamente, frente a la vejez el religioso mayor tendrá mejor oportunidad para buscar a Dios desde la oración asidua y presentarle a Él a sus hermanos más jóvenes que le buscan y se entregan a Él desde la actividad pastoral, pero los jóvenes religiosos deberíamos interpelarnos frente a este servicio de nuestros hermanos mayores y preguntarnos; ¿Por qué nos cuesta tanto hacer una parada en la actividad pastoral para contemplar al que nos ha llamado?

La actividad pastoral no define a la vida consagrada, es la oración, la contemplación y la opción preferencial por los pobres la que la definen, tratando de configurarnos con Cristo y tener sus mismos sentimientos. Nosotros los religiosos y religiosas no estamos llamados para hacer sino para Ser. Estos dos hacer y ser nunca se contraponen sino al contrario se relacionan y van íntimamente unidos.  Nuestro ser carismático desde el bautizo es a ser profetas, sacerdotes y reyes, y nos impulsa el Espíritu a hacer justicia y “protestar” por los más pequeños, en definitiva, a ser voz de los sin voz, debemos aprender a trabajar en red es decir; eclesialmente[3], ecuménicamente e inter congregacionalmente, pero siempre siendo fieles a nuestro carisma.

Dios me ha llamado a vivir en el Carmelo del siglo XXI, esto me llama a aprender a vivir sin seguridades y certezas, lo único seguro que tengo es; confiar en la providencia de Dios y en una comunidad religiosa que me respalda. Por eso, opté libremente a convivir y a vivir en fraternidad. Aprender a vivir en el siglo XXI es aprender a vivir sin el eterno quisiera…  Sólo es cuestión de mirar al futuro con esperanza, frente a una sociedad que cree tener y estar en la verdad, esta sociedad considero que necesita escuchar palabras distintas a las que el mundo propone, nosotros los religiosos consagrados debemos decirlas.

La vida consagrada nunca se acaba porque Dios no se acaba, la cantidad que importa. La cantidad y la calidad siempre estarán enfrentadas, pero nosotros los religiosos nos aprovechamos de eso para hacer justicia y acercar al eterno Padre a los más pequeños. Basta con lo que nos dice San Lucas 15, 10 "De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."  Sean uno, sean dos o tres no importa la cantidad, esa es nuestra misión llevar a las almas a la presencia de Dios[4]. Aquí otra promesa:

 “Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace volver, sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5, 19-20. 

Seamos ese alguien que ayude a muchos, pero aprendamos a reconocer que siempre habrá alguien que lo hará mejor que nosotros, no nos sintamos indispensables para el Reino de Dios. Vivir la vida consagrada es reconocer que hemos sido mirados tiernamente por la gracia de Dios[5] y esa mirada dignificante nos mueve a mirar a otros de la misma manera.  



[1] Cf. Vita consecrata.
[2] Cf. Vita consecrata. N° 25
[5] Cf. Vita consecrata. N° 1


¿Cantidad Vs Calidad en la vida consagrada?
Autor: Fr. Eduar Jr. González O.carm
1° año de Teología
RESUMEN
Se presenta el típico antagonismo entre la cantidad y la calidad presente en la sociedad y como ésta incluso ha entrado en la vida de la vida consagrada, se pone de manifiesto los elementos propios que definen la vida consagrada estos elementos ayudan al desarrollo espiritual de cada religioso en particular en la medida en que esto sea asumido se comprenderá que los religiosos no están llamados a hacer sino a ser, es decir, no es la actividad pastoral quien mueve al religioso sino el mismo Espíritu, es la acción Trinitaria en su vida[1].
VALORACION CRÍTICA
Desde pequeño recuerdo que esta lucha ha estado presente en mi vida, la cantidad versus la calidad, y actualmente dentro de la vida consagrada es una constante, que esto suceda en la vida religiosa es ver como la sociedad ha logrado entrar también en la vida de la vida consagrada, considero que no es de alarmarse porque estamos en una vida consagrada que se encarna en la sociedad[2], es de alarmarse cuando religiosos y religiosas caen en la misma disyuntiva de la sociedad perdiendo el centro que es Cristo.

Estamos frente a una vida consagrada que va en disminución numérica notoria y aquí entramos en el lado de la cantidad, donde la calidad es desplazada. Contamos con muchos religiosos y religiosas de edad avanzada, me pregunto; ¿Es la vejez de los religiosos y religiosas un reto? Frente a esta realidad, la vida consagrada está para la búsqueda constante de Dios donde la oración y la contemplación es lo primordial, aquí la calidad toma la delantera, porque para la búsqueda de Dios no se necesita ser joven o viejo. Pero ciertamente, frente a la vejez el religioso mayor tendrá mejor oportunidad para buscar a Dios desde la oración asidua y presentarle a Él a sus hermanos más jóvenes que le buscan y se entregan a Él desde la actividad pastoral, pero los jóvenes religiosos deberíamos interpelarnos frente a este servicio de nuestros hermanos mayores y preguntarnos; ¿Por qué nos cuesta tanto hacer una parada en la actividad pastoral para contemplar al que nos ha llamado?

La actividad pastoral no define a la vida consagrada, es la oración, la contemplación y la opción preferencial por los pobres la que la definen, tratando de configurarnos con Cristo y tener sus mismos sentimientos. Nosotros los religiosos y religiosas no estamos llamados para hacer sino para Ser. Estos dos hacer y ser nunca se contraponen sino al contrario se relacionan y van íntimamente unidos.  Nuestro ser carismático desde el bautizo es a ser profetas, sacerdotes y reyes, y nos impulsa el Espíritu a hacer justicia y “protestar” por los más pequeños, en definitiva, a ser voz de los sin voz, debemos aprender a trabajar en red es decir; eclesialmente[3], ecuménicamente e inter congregacionalmente, pero siempre siendo fieles a nuestro carisma.

Dios me ha llamado a vivir en el Carmelo del siglo XXI, esto me llama a aprender a vivir sin seguridades y certezas, lo único seguro que tengo es; confiar en la providencia de Dios y en una comunidad religiosa que me respalda. Por eso, opté libremente a convivir y a vivir en fraternidad. Aprender a vivir en el siglo XXI es aprender a vivir sin el eterno quisiera…  Sólo es cuestión de mirar al futuro con esperanza, frente a una sociedad que cree tener y estar en la verdad, esta sociedad considero que necesita escuchar palabras distintas a las que el mundo propone, nosotros los religiosos consagrados debemos decirlas.

La vida consagrada nunca se acaba porque Dios no se acaba, la cantidad que importa. La cantidad y la calidad siempre estarán enfrentadas, pero nosotros los religiosos nos aprovechamos de eso para hacer justicia y acercar al eterno Padre a los más pequeños. Basta con lo que nos dice San Lucas 15, 10 "De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."  Sean uno, sean dos o tres no importa la cantidad, esa es nuestra misión llevar a las almas a la presencia de Dios[4]. Aquí otra promesa:

 “Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace volver, sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5, 19-20. 

Seamos ese alguien que ayude a muchos, pero aprendamos a reconocer que siempre habrá alguien que lo hará mejor que nosotros, no nos sintamos indispensables para el Reino de Dios. Vivir la vida consagrada es reconocer que hemos sido mirados tiernamente por la gracia de Dios[5] y esa mirada dignificante nos mueve a mirar a otros de la misma manera.  


Referencias
1 Cf. Vita consecrata.
2 Cf. Vita consecrata. N° 25
3 Cf. Elementos esenciales de la doctrina de la iglesia sobre la vida religiosa. Cap. III, N° 32
4 Cf. Vita consecrata. N° 32
5 Cf. Vita consecrata. N° 1


[1] Cf. Vita consecrata.
[2] Cf. Vita consecrata. N° 25
[4] Cf. Vita consecrata. N° 32
[5] Cf. Vita consecrata. N° 1