Palabra de Dios

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Reflexión  del  Santo Evangelio
                                        
Smta. Jimmy Peña
relsembrador@gmail.com

Evangelio según san Lucas (14,25-33), del domingo, 4 de septiembre de 2016
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33)

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

REFLEXIÓN El evangelio nos recuerda que tan apegado somos a este mundo, y que tan apegados somos a los lazos familiares y sentimentales; pero Jesús nos hace un llamado, a reconocer, que lo importante, no son los sentimientos hacia aquellos que nos aman, sino, buscar aquello que aun en el dolor y en el sin sentido de la vida, nos acercan a él.


 Cabe la pena preguntarnos ¿Qué intereses nos acercan a Dios y cuales nos separan de él? , o Serán  los sacrificio, esos que, nos acarrean costos,  o ¿serán nuestros propios interés que nos separan de lo que amamos en realidad?, pero el verdadero sentido que busca Dios en nosotros, déjeme decirles queridos hermano y hermana , es como una relación que no busca atar a nadie sino más bien, que se deja seducir y llevar por él, en un sentir que no sabes que es, y en un enamorarse de aquel que siempre es fiel, para no arrepentirse de ese amor buscando la felicidad y la riqueza espiritual del corazón, ahora preocúpate por no echar esos cimientos que no puedes acabar, y construye cimientos, fuertes con esos pedazos que te han hecho crecer y valorar lo bueno y la malo de la vida, quizás sean muchos pero son las oportunidades que te regala Dios, en el día a día. Pidamos a Dios todopoderoso que nos aparte de los apegos, deseos, y seducciones de este mundo y que nos acerque cada día más aquellos que merecen la pena seguir para construir el verdadero reino del Amor. 

DOMINGO XXII T.O. – Ciclo C
Reflexión al evangelio de S. LUCAS 14,1.7-14

Resultado de imagen para LUCAS 14,1.7-14

Smta. Jean Carlos Garcia
Yean_garcia_10@hotmail.com

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».

Comentario: El evangelista hoy nos habla del banquete, pero no de un banquete para ricos, ni de un banquete de negocios, sino de una reunión familiar, donde el cariño y la alegría son sus características, una comida sencilla, pero cercana, que une y fortalece los lazos  de sus comensales, hoy más que nunca debemos tener presente este hermoso significado del compartir el pan Eucarístico y el pan material.

Este es el banquete que todos los cristianos debemos practicar, el de la empatía, la cercanía y el compartir, donde la risa sea el distintivo, la unión una señal inequívoca de amor y la fraternidad  un banquete abierto a todos, no sólo a unos pocos. La felicidad y la alegría abundan en todos los banquetes donde las personas están a gusto, alrededor de la mesa se vive y experimentan experiencias verdaderamente importantes e inolvidables.  Esto debe ser una Eucaristía, un banquete alrededor de la mesa compartida.
Debemos ser agradecidos con la persona que nos invita por acordarse de nosotros, por dejarnos participar,  disfrutar y compartir con nosotros esos momentos.
Como cristianos debemos agradecer a Jesús que siempre nos invita a participar en el gran banquete de la Eucaristía, donde todos tenemos un asiento, sin importar nuestra condición social, racial o de otra índole.

Domingo XXI del T.O. / C
21 de agosto 2016 

Smta. Guzmán Contreras
albeiro_contreras@hotmail.com

COMENTARIO AL EVANGELIO DE Lc 13, 22-30

Hoy Jesús una vez más nos llama a la reflexión de nuestra vida como cristianos, de lo que realmente es importante para nuestra existencia y la invitación a todos los seres humanos acerca de la expresión: “La puerta angosta”.

Jesús se estaba refiriendo a que no resulta fácil para todos los seres humanos llevar una digna vida cristiana tal como El enseñó y como está establecido en las Sagradas Escrituras con respecto a los mandamientos y leyes que Dios ordenó obedecer y acatar para que nos fuese bien en esta vida a todos por igual.

Si bien la salvación del individuo es por total gracia de Dios y no por obras ni mérito alguno por parte nuestra, Jesús nos enseña que si dejamos que El habite en nuestros corazones y gobierne en nuestras vidas, se pueden cumplir perfectamente los mandamientos y la ley de Dios. Es decir, Él siempre nos va a fortalecer y a levantar cuando caemos, tropezamos, nos equivocamos o pecamos, ya que Su misericordia dura para siempre.

Sin embargo, un fiel cristiano maduro en su fe no puede abusar de la gracia de Dios, y básicamente debe ser esforzado y valiente durante toda su vida cristiana.

Por tal motivo, si no obedecemos fielmente a Dios, perderemos nuestra salvación eterna y a ese banquete del reino de Dios. Por otro lado, conforme a la opinión del mundo acerca de la muerte, los seres humanos que van muriendo, van a la presencia de Dios, para ello tenemos que esforzarnos para conseguir esa vida esperada.

Este mensaje sumamente alarmante que pronunció Jesús, está claramente dirigido a toda la raza humana de todos los tiempos. Nosotros tenemos el libre albedrío para decidir y optar qué rumbo tomar en nuestras vidas. Conforme a lo que decidamos, Dios nos irá guiando en forma paulatina hacia Sus perfectos caminos o no, puesto que Él nunca nos obligará a nada; pero las consecuencias de la desobediencia serán terribles.

Somos presos de las leyes de Dios y de Su plan de vida eterna pues somos creación Suya!!! No podemos escapar ni decidir alternativas diferentes.


Por tal motivo: Busquemos solamente a nuestro Dios!!!

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO 
14 DE AGOSTO DEL 2016

Resultado de imagen para LUCAS 12, 49-53

COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN LUCAS 12, 49-53

Smta. Daid Josué Avendaño Trejo

reelsembrador@gmail.com

En el Evangelio que hoy se nos presenta,  Jesús advierte al pueblo la confrontación que habrá, con respecto a su proclamación aquí en este mundo. Enfatiza el hecho de la división entre la familia por causa suya, un mensaje singular en cuanto a que, el mismo pueblo ha querido que se instaure un reino de liberación y de paz. Ciertamente Jesús no lo hace para que nos entristezcamos, sino para que se pueda asumir con verdadera apertura de corazón su  mensaje salvador y liberador, en contra de un pensamiento errado, donde pueda reinar el verdadero sentido del amor que viene del Padre.

El mensaje del Señor nos mueve a poner su confianza en Él y no en las personas que viven a nuestro alrededor, porque ellos (as) no traen  ni dan la salvación, sino el Padre a través de Jesús. Es el Señor que ha asumido la condición de hombre, para que le sigamos sin arrepentimientos y con regocijo. Este seguimiento al Señor debe estar lleno de sacrificios, donde todos muestren el amor de Dios a aquellos que, por egocentrismo y dureza de corazón,  no quieren aceptar el amor salvador que viene de lo alto.

Sabemos que es en la familia donde crecemos, aprendemos a amar y a valorar lo que tenemos; la familia ha sido considerada como la “célula fundamental de la sociedad” (San Juan Pablo II), donde los valores, éticos y cristianos abarcan gran parte de la educación a través del tiempo. Sin embargo, el Señor no quiere ni ha querido el mal para ninguno de sus hijos, al contrario, Él quiere que todos se salven, y no es propiamente enfrentarnos a la familia para lograrlo, sino la imagen que se usa, es representando a los apegos de la vida, a las pasiones muchas veces desordenadas que se tienen. El Señor reclama el no aceptar su venida y mucho menos su persona salvadora, pero invita a reconocer  que  viene para que vivamos en Él y que por Él vivimos. 

Domingo 07 de Agosto de 2016

Domingo XIX del Tiempo Ordinario

Resultado de imagen para LC 12, 32-48

Smta. Johan Araujo
Araujojohan1991@gmail.com

Evangelio según San Lucas 12, 32-48

La liturgia de la palabra en este día nos invita a sumergirnos en la esperanza gozosa de la venida del Mesías, llamándonos a estar  preparados para cuando este acontecimiento sea inédito.

 En la lectura del Santo Evangelio quisiéramos tomar tres puntos clave en la predicación de Jesús, puntos que se van reflejando a lo largo del texto evangélico, “Ceñidos sus lomos”, “Lámparas encendidas”  y “hombres que esperan a su Señor”. Primeramente el evangelista enfatiza que debemos ponernos nuestra ropa de trabajo para que cuando el “amo llegue los encuentre cumpliendo con su deber”, siendo esta la actitud concreta para esperar al Señor; ceñirse significa servicio, “el Señor se ciñe para servir a los demás” demostrándole así su amor y comprensión, porque servir es amar hasta el extremo, por eso debemos “ceñirnos el lomo” amando y sirviendo a los demás.

El segundo punto es el de la “lámpara encendida”, que significa mantener nuestra lámpara con la luz que es el Señor, que nos ilumina a nosotros y a los demás  sacándonos del dominio de las tinieblas, del error y de la ignorancia en la que nos encontramos sumergidos. Si el lomo ceñido es la representación del discípulo que sirve a sus hermanos con humildad y sencillez como el Señor, la “lámpara encendida” son las virtudes sobresalientes que nos impulsan a entregarnos a los demás,  como gesto de identificación e imitación de Jesucristo.
Finalmente encontramos al “Hombre que espera a su Señor” representación del cristiano que espera gozoso la venida de su amo, símbolo del esposo que viene para formar con él una sola carne, de allí la imagen del Banquete Nupcial. Este hombre que espera, es el que se encuentra en todo momento preparado, desconociendo el día y la hora en que el novio se hará presente, pues su venida será como el ladrón en la noche, por eso no debe faltarnos el alimento que nos mantiene vigilantes durante la noche; el día declina y por las noche afloran las necesidades de pan, de la eucaristía, de la palabra del Hijo de Dios.

El creyente está llamado a tomar seriamente conciencia de su responsabilidad ante Dios, debe testimoniarlos como y con Jesús ante todo el mundo, no sea que llegue el novio y lo encuentre golpeando, robando y malgastando sus bienes. Pidamos a nuestra madre María de Coromoto su valiosa intercesión ante el Padre, para que nos conceda la gracia de hacer siempre su voluntad.

  La Buena Noticia del Domingo XV, Ordinario / C.


Diác. Smta. Jesús Rincón
jesusdrs@hotmail.com

Lucas 10,25-37:

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.» Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»

Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

Comentario
Un estudioso de las Escrituras Sagradas intenta poner a prueba a Jesús preguntándole cosas que él cree saber. Ante la pregunta fundamental de toda persona ¿cómo tener Vida? ¿cómo alcanzar la vida abundante que deseo en lo más profundo?, Jesús deja que él mismo se conteste según lo que ha leído en la Torá, “Amarás al Señor tu Dios (Dt 6,4)… y al prójimo”. Lo primero parece estar claro, lo segundo no tanto.

¿Quién es mi prójimo? ¿a quién debo amar? Según esta parábola de Jesús, el prójimo es ese que encontramos en nuestro camino, son los próximos a nosotros, nos agraden o no; pero seguramente con necesidades y carencias. Antes sus sufrimientos podemos justificarnos de cualquier manera y pasar de largo; o ser misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso (Lc 6,36), pasar por encima de cualquier diferencia, compadecerse de él, acercarse, y tener gestos sanadores, dando de lo nuestro, tiempo, dinero, amistad…

Jesús felicita al maestro de la Ley porque sabe teóricamente lo que debe hacer, pero lo invita a la práctica, “anda, haz tú lo mismo”, “haz esto y tendrás la vida”. El seguimiento de Jesús no consiste en una doctrina que aprender, sino en asumir la vida al estilo evangélico, que consiste en amar a Dios como nuestro único Señor y a aquellos que el Señor nos va poniendo como prójimos.

Señor,
rompe en mí la indiferencia,
que no sea yo el que pasa de largo por miedo a involucrarme.
Ayúdame a no calificar a los demás como “enemigos” o “aliados”,
todos sean para mí prójimos, hermanos;
que pueda verlos a todos como Tú los ves,
con misericordia, con amor. Amén

La Buena Noticia del Domingo XIV, Ordinario / C.

Diác. Smta.  Yornis González
yornisgonzalez@gmail.com

Lucas 10,1–12.17-20
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»

Comentario
La liturgia de la Palabra de este domingo nos ubica en el evangelio de san Lucas; y siguiendo la opinión de Raymond Brown, es la meditación más extensa sobre ‘enseñanza de Jesús sobre la misión’, cuyo interés del autor sagrado es centrar sus reflexiones en la naturaleza de la misión y en las causas de sus alegrías y tristezas. Por lo tanto hoy día del Señor Resucitado, es justo y necesario que centremos nuestra reflexión en tan fundamental aspecto de la vida cristiana: ser discípulo misionero.

“El Señor designó otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos” (Lc 10, 1). El uso de los verbos: ‘designó’ ‘mandó’, revela que la iniciativa es del Maestro, es Él quien convoca y constituye evangelizadores y los impulsa con su Santo Espíritu a ser propagadores de la Buena Noticia del Reino de Dios. Sin embargo, todo mandato misionero pasa la necesidad de un encuentro real y profundo con la persona de Jesucristo que le permita al creyente tomar conciencia de quién es ese tal Jesús de Nazaret, y desde el uso pertinente de su libertad optar por adherirse o no a este Hombre. Es descubrir y experimentar “Porque Él nos amó primero, nosotros amamos” (1Jn 4, 19). 

“¡Pónganse en camino!” (Lc10, 3). Ponerse en camino no es otra cosa que decir junto a Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”; es tener la clara lucidez de reconocer que solamente el ser humano se humaniza en la medida que se aventura a transitar nuevos horizontes que enriquezcan su vivir y hacer, construyendo para sí y los demás un mundo más humano, porque todo estancamiento empobrece y deshumaniza. Es ser capaz en primer lugar de salir de sí, el negarse a sí mismo y ponerse en camino al encuentro del otro mi hermano, en especial el pobre. Es comprender que la vida del cristiano es esencialmente peregrinaje, o sea, todo cristiano es peregrino de la fe; por tanto debe estar siempre en búsqueda en camino hacia el encuentro único y pleno de su Dios todo amor y bondad, encuentro que pasa por el amor a los hermanos. En definitiva ser de Cristo conduce al creyente irremediablemente a ‘ponerse en camino’. 

La Buena Noticia del Domingo XII, Ordinario / C.

Smta. Guzmán Contreras
albeiro_contreras@hotmail.com

Lucas 9,18–24:
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron:“Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie. Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”. Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”

Comentario

¿Quién dice la gente que soy yo?, de esta manera el Señor introduce el diálogo con los apóstoles para tantear en ellos el sentir de la gente con respecto a Él. De manera inmediata el Señor les pregunta a ellos: ¿quién dicen ustedes que soy yo? y éste será el punto de partida para reflexionar acerca de tres verbos fundamentales que se esconden en medio del texto que nos presenta el evangelio de san Lucas.

El primero de estos verbos es “conocer”: la pregunta de Jesús gira en torno al grado de conocimiento que tiene la gente y los apóstoles acerca de Él. Para el cristiano la relación de acercamiento al Señor se da a través de la percepción y conocimiento que tenemos de Él; conocimiento que no solo se basa en la capacidad cognitiva de aprehender sino en la disposición sencilla del corazón para aceptar la Revelación.

Jesús tantea e indaga en los corazones de sus hermanos ¿quién es Él para nosotros? Y según sea nuestra respuesta nos interpela con otro verbo escondido “amar”: pues sí, amar es la palabra en la que se puede resumir el anuncio de la Pasión que el Señor hace a sus discípulos después de esculcar en sus corazones y descubrir qué es lo que ellos piensan de Él. Jesús pone de manifiesto su misión salvífica, su entrega amorosa, la prenda del amor más grande “ser ejecutado y resucitar al tercer día”; y nos quiere hacer partícipes de esta entrega al invitarnos a negarnos a nosotros mismos, cargar con nuestra cruz diaria y seguirlo. Es muy difícil conocer al Señor en la intimidad de su corazón y resistirnos a amarle. Pero la alegría del amor cristiano no puede contenerse en sí misma y tiene que manifestarse en lo concreto.
Aquí entra en escena el tercer verbo, “servir”: dice el Señor al final del evangelio: “pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”. Y precisamente jugarse la vida por la causa del Señor implica extender y compartir el AMOR en el servicio generoso, dando testimonio fidedigno de ese seguimiento al que el Señor nos ha invitado.


Son estos tres verbos, que pasan desapercibidos en este evangelio y que resuenan en el mismo corazón de las Sagradas Escrituras, los que deben convertirse en el 1, 2, 3 de la vida del cristiano: Conocer, Amar, y Servir. Ciertamente no es cosa fácil pero al vivir estos tres verbos en nuestro día a día, al igual que Pedro le decimos al Señor, no solo con nuestros labios, sino también con nuestro testimonio y nuestro corazón: “TU ERES EL MESÍAS DE DIOS”.

La Buena Noticia 

del Domingo de la Santísima Trinidad / C.


Diac. Danny Peña
heru-xavier@hotmail.com

Juan 16,12-15:
  
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero, cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Comentario:
Hoy celebramos el Misterio de la Santísima Trinidad, que es la unicidad Santa de un solo Dios, tres personas comprendidas en una sola esencia de Amor. Para unos resulta prácticamente insignificante, para otros teóricamente incomprensible; pero en este misterio vive toda la creación en armonía; en su nombre somos bautizados y perdonados, en su nombre comenzamos nuestra Eucaristía, porque es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo el valor sustancial que se hace inefable. Pero desde la sencillez y la experiencia de fe en el Amor, se puede comprender esto en el corazón del hombre.
El Espíritu de Verdad, dador de los dones, es el único que puede revelar este misterio a través de la filiación de Dios con su Hijo, porque baja al mundo renovando el ser de cada hombre llenándolo de alegría y gozo, para glorificar a Dios; es el ejemplo de Jesucristo, con su obediencia y su predicación, donde se muestra el Padre, donde se capta la comunicación trinitaria, manifestada a los hombres como una eterna verdad.
Esta perfecta unidad, se entiende en la vivencia de la fe, es un misterio salvífico que solo se siente en el alma, y se va propagando en cada rincón de la creación, actuando y restaurando las relaciones de Dios con el hombre, para que él, pueda entrar al Reino de los Cielos.

Padre amado,
que nos regalaste a tu hijo para sentirnos cerca de ti,
y con el Espíritu Santo nos das los dones para vivir;
llénanos de gozo para glorificarte eternamente,
danos alegría para experimentar la suprema felicidad;
e indícanos el camino para encontrarnos contigo,
viendo tu esencia y omnipotencia, porque así, seremos fieles a ti,
y fortaleciendo nuestra fe,
llenaremos nuestro mundo con paz y amor.


Amén.

La Buena Noticia del Domingo de Pentecostés / C.


Jorge Rosales
Jorgeluis.angel@hotmail.com


Juan 20,19-23
  
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
“La paz esté con ustedes”.
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús:
“La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo:
“Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Comentario:
Este domingo de Pentecostés la atención se centra en estas palabras de Jesús: “Recibid el Espíritu Santo”. Estas palabras vienen acompañadas del gesto de “exhalar su aliento”, el mismo gesto con que Dios crea al ser humano, según la versión griega de Génesis expresada en el capítulo 2 versículo 7. Por lo tanto, con la entrega del Espíritu, Jesús está recreando al ser humano, lo hace “nacer de nuevo” y, “nacer del Espíritu”.

La comunidad de discípulos recibe el Espíritu quedando capacitada para ser mediadores del perdón de Dios, “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”. Un perdón para aquellos que lo pidan y se arrepientan de corazón. En este evangelio, al hablar de “pecados”, se refiere propiamente a la posición que se toma contra Jesús, “pecado, porque no creen en mí” (16, 9). Quien acepta el testimonio de Jesús ha “dejado el pecado”. De esta situación nos quiere sacar Jesús, Él lo dice: “he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas” (12, 46). Finalmente, el Resucitado envía a la comunidad a dar ese mismo testimonio, “como el Padre me envió, así los envío yo”; de modo que, todo auténtico cristiano es un enviado al mundo, revestido del Espíritu, para dar testimonio del Resucitado.
Espíritu Santo,
Tú eres el aliento del Padre y del Hijo
en la eternidad dichosa;
tú nos has sido enviado por Jesús
para hacernos comprender lo que él nos ha dicho
y guiarnos hacia la verdad plena;
tú eres para nosotros aliento de vida,
aliento creador, aliento santificador;
tú eres quien renueva todas las cosas.

Humildemente te pedimos
que nos animes y habites en nosotros,
en cada uno de nuestros hogares;
como un lugar de amor,
un camino de felicidad
y un medio de santidad.

AMÉN.

La Buena Noticia del Domingo

Ascensión del Señor, Pascua / C.


Smta. José Leonardo Basto
joseleonardobasto@gmail.com

Lucas 24,46-53:

En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”. Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios.

Comentario:
Celebramos en este domingo, la Ascensión del Señor, hecho último que relata el evangelista Lucas de la vida terrena de Jesús, una vez que ha resucitado y se ha aparecido a los discípulos. Es interesante meditar en torno a este hecho tan particular, debido a que: Jesús, rey de la gloria, después de ofrecerse como oblación por nuestros pecados, sube victorioso hacia al Padre, con el fin de llevar a la perfección lo que Él mismo había santificado. El evangelista coloca en boca de Jesús, que todo lo que estaba escrito, debía cumplirse en Él, es decir, Cristo es la plenitud de la revelación y el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento.

Por esto, después de la pasión, Jesús se manifiesta resucitado a los discípulos y se deja ver por ellos durante varios días; lo hace para robustecer la debilidad de la fe de los discípulos, los cuales después de los hechos de la pasión se encuentran decepcionados, tristes, sin rumbo, ni sentido; pretenden volver a sus ocupaciones, pero lo que no sabían era que cuando Dios llama, nunca se retrae de su llamado. Ante esto, Jesús se aparece, comparte con ellos, les explica las Escrituras y los constituye en testigos fidedignos de lo acontecido: “Ustedes son testigos de esto”.  El cristiano, no puede ser un simple espectador de lo que acontece, debe convertirse en testimonio de los hechos fundantes que dan nueva vida.

Cuando Jesús asciende a los cielos, es decir, al lugar del Padre, no sólo asciende Él, sino que lleva a toda la humanidad consigo para restituir la dignidad humana, lo hace como Sacerdote eterno y ministro de la nueva alianza, que vive para interceder continuamente por nosotros ante el Padre y salvar al pueblo que confía en su misericordia. Así lo expresa el escritor sagrado: “Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un sumo sacerdote excelente que penetró en el cielo, mantengámonos firmes en nuestra confesión de fe. El sumo sacerdote que tenemos no es insensible a nuestra debilidad, ya que, como nosotros, ha sido probado en todo excepto el pecado. Por tanto, acerquémonos confiados al trono de nuestro Dios, para obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno” (Heb. 4, 14-16).

Jesús como Sacerdote eterno, se entrega completamente para la salvación de la humanidad y no escatima nada para hacerlo, incluso en los últimos momentos antes de ascender al Padre, promete a los suyos el Espíritu Santo, para que fueran sus testigos hasta los confines del mundo. El Espíritu Santo será el que enseñe y recuerde a los discípulos lo necesario para comprender paulatinamente el plan de salvación; será la fuerza, la presencia y el amor de Dios en medio de la humanidad.

Además, se presenta un elemento singular al final del texto expresado en: “Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios”.  Los discípulos no quedaron tristes por la partida de su Maestro, parece algo contradictorio, generalmente cuando alguien parte queda la sensación de soledad, tristeza y vacío y más en este caso, porque ellos no volverían a ver terrenamente a su Amigo, su Maestro. A este respecto, “En el gesto de las manos que bendicen se expresa la relación duradera de Jesús con sus discípulos, con el mundo. En su ascensión, Él viene para elevarnos por encima de nosotros mismos y abrir el mundo a Dios. Por eso, los discípulos pudieron alegrarse cuando volvieron de Betania a casa. Por la fe sabemos que Jesús, al bendecir, tiene sus manos extendidas sobre nosotros. Esta es la razón permanente de la alegría cristiana” (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, p. 339).

A grandes rasgos, celebrar la Ascensión implica: Valorar nuestra dignidad humana redimida por el Hijo; Orar ante el Padre para obtener misericordia por medio de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote; Convertir nuestras vidas en testimonio ante el mundo por la fuerza del Espíritu Santo; y permanecer en la alegría porque la bendición de Jesús siempre estará con nosotros hasta el fin del mundo. Por ello, que esta celebración de la Ascensión del Señor nos permita seguir a Jesucristo hasta al cielo para mantener allí nuestro corazón, y en definitiva nuestro tesoro. 


Señor Jesucristo, que ascendiste al Padre
como fundamento de nuestra esperanza
y primicia de la humanidad resucitada,
intercede siempre por nosotros
ya que estas sentado a la derecha del Padre.

Robustece nuestra fe para que seamos
capaces de anunciar la Buena Nueva del Evangelio
y concédenos, Señor, rebosar de alegría
para que en medio de las dificultades de esta vida
podamos mantener la esperanza en la misericordia
 que solo proviene de Ti.

Envía el Espíritu Santo para fortalecer nuestras vidas
y mantener en Ti nuestra mente y nuestro corazón,
para que un día podamos encontrarnos contigo
que eres la Resurrección y la Vida.
 Amén.

La Buena Noticia del Domingo VI, Pascua / C.


Smta. Jesús Rincón
jesusdrs@hotmail.com

Juan 14,23-29:

  
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy a su lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les vaya recordando todo lo que les he dicho.
La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: "Me voy y vuelvo a su lado". Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Les he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigan creyendo».

Comentario:
San Agustín decía: “si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama”. El discípulo de Jesús se distingue por el amor a su Maestro y a sus hermanos. Amar a Jesucristo implica acoger sus palabras como nuestro tesoro, como el alimento que nos va constituyendo y dando vida; por lo tanto, desechar o ser indiferente a las palabras de Jesús es expresión de que no amamos realmente al Señor.
Los evangelios nos ponen en contacto directo con Jesús, nos revelan su amor personal, nos mueven a la fe y la adhesión. Si queremos entrar en una relación auténtica y fructuosa con Jesús debemos familiarizarnos con la Palabra de Dios, con la Biblia, con los evangelios; pues Jesús dice que “si permanecen en mi Palabra serán verdaderamente mis discípulos” (Jn 8,31). No hacen falta muchos cursos o instrucciones para leer la Palabra de Dios, pues, los bautizados poseemos el Espíritu Santo que nos ayuda en el encuentro con la Palabra y nos guía a la Verdad. Él nos ayuda a guardarla en la mente y el corazón, vivirla con alegría y anunciarla con fidelidad.
Padre bueno,
Señor Jesús, queremos amarte más.
Necesitamos experimentar tu amor,
sentirnos hijos del Padre.
Danos el Espíritu Santo,
para que nos haga recordar tu Palabra,
nos dé valentía para cumplirla con fidelidad
 y nos haga vivir en la Verdad.
Amén.

La Buena Noticia del Domingo V, Pascua / C.

Smta. Alfonso Morales
eudesjosea@gmail.com

                        Juan 13,31-33.34-35:
  
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

Comentario:
En este pasaje del Evangelio, Jesús nos muestra la manifestación de la gloria de Dios, el amor; nos dice “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Ahora, el amor ya no es sólo un mandamiento, sino un don que se nos entrega para que vivamos nuestra realidad.
Podemos amar porque Él nos ha amado primero. Él es el modelo del amor; además de ser modelo del amor, es fuente de nuestro amor. Por lo tanto la señal del reconocimiento patente para todos los cristianos, es el amor abierto a todos, sin ningún tipo de distinción.
Queridos hermanos, en el marco del año de la misericordia, donde el Santo Padre nos invita a “acercarnos a Jesucristo que es el rostro misericordioso del Padre.” (Misericordiae Vultus, n. 1), debemos asumir en nuestra vida cristiana este mandamiento nuevo del amor y misericordia. Sólo así podremos experimentar con gozo que todo empieza a ser diferente. Todo empieza a ser nuevo. 
Una de las prácticas que deben sernos familiares como cristianos es la experiencia del amor y misericordia. Hermanos, aprovechemos esta oportunidad, esta gracia que Dios nos regala, en el año Santo de la Misericordia, para revisar nuestros corazones y preguntarnos ¿en qué lugar se encuentra el amor y misericordia en mi vida? ¿En mi casa? ¿En mi trabajo? ¿Con mis amistades? ¿Mis vecinos? ¿Mis compañeros? Dejémonos pues iluminar por Dios, Él nunca se cansa de derramar su amor para con todos nosotros. Que la Fuerza del Resucitado nos impulse cada día a ser mejores cristianos.

Padre bueno,
 ayúdanos a amarnos como hermanos.
Que nuestras diferencias
no sean causas de divisiones,
sino por el contrario,
que nuestra conducta ponga de manifiesto
las verdades que nos has revelado
Amén.

La Buena Noticia del Domingo, Pascua IV/ C.

Smta. Alberto Segovi
Segovias40@hotmail.com


Juan 10,27-30:
  
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”

Comentario:
Es indudable que el evangelista, hoy nos proyecta la mirada amorosa de Jesús sobre la humanidad realizando una analogía del pastor con sus ovejas, Estas oyen al Pastor y a su vez le siguen; el Padre se ocupa de ellas, acrecienta una adhesión de amor, de cercanía, haciendo que exista una relación íntima entre Pastor y ovejas. Ahora bien, es importante destacar que las ovejas no son un rebaño sin identidad, ellas conocen el costo que ha pagado el Pastor para salvarlas.
Es un hecho que algunas ovejas deciden abandonar al pastor, seguir aisladas, en el fondo, no pertenecen al rebaño; otras en cambio, sintonizan con la voz del Pastor y se dejan guiar por ella, esas disfrutarán  de una vida  feliz y eterna, pues solo el Señor tiene palabras de vida (Jn 6,68).
En esas ovejas que siguen o se alejan del Pastor estamos reflejados nosotros. Recordemos, que en nuestras infidelidades, el Pastor siempre estará dispuesto a acogernos, a retomar la relación personal, cercana e íntima.
Quienes de alguna forma nos dejamos guiar, mimar,  por el Señor, no tenemos razones para sentirnos superiores, sino que hemos sido integrados por misericordia en el redil de la nueva humanidad donde prevalece el amor, la igualdad y la solidaridad; por ello, debemos estar abiertos a que las ovejas alejadas puedan integrarse, cuando comprendan a través de nuestro testimonio, que sólo junto al Pastor hay vida abundante.

Haz acto de presencia, Señor en medio de tu Pueblo que clama
tu presencia y Misericordia.
Envíanos en medio de las vicisitudes de cada día
un corazón grande para amar y fuerte para luchar,
y así, poder comprender que la respuesta a nuestros
males se encuentran en tu Sacratísimo Corazón.
Amén.


La Buena Noticia del Domingo
III Pascual / C.

Smta. José M. Molero T.
 jmmtorres24@gmail.com

                                                                       Juan 21,1-12

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros. Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.

COMENTARIO
La iniciativa común de Pedro y de los otros no tiene resultado. “No pescaron nada”. ¡Cuántas noches de trabajo infructuoso recordamos en nuestra vida personal y apostólica! Aunque también, seguramente, “pescas milagrosas” que no se podían explicar por los meros recursos y méritos humanos, sino que se deben atribuir a la ayuda invisible de Cristo y de su Espíritu.
Fracasos y éxitos, alegrías y decepciones. Podemos aprender la lección del evangelio: cuando estaba Jesús, los discípulos lograban una pesca admirable; cuando no estaba, no conseguían nada. Igual nos pasa a nosotros. Es el Resucitado, que se nos “aparece” misteriosamente en su Palabra, en su Eucaristía, en la presencia continuada en nuestra existencia, quien hace eficaz nuestro trabajo. El aviso que dio a los suyos en la Última Cena vale también para nosotros: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,4).

Eso nos invita a no contar sólo con nuestros métodos y estructuras, sino a trabajar en el nombre del Señor, con una actitud de humildad, y a la vez con la confianza de que nuestro trabajo no será en vano.

Jesús nos da una lección magistral de tolerancia y perdón. Le pregunta, sencillamente: “¿Pedro, me amas más que estos?”, y Pedro contesta con humildad: “Señor, tú sabes que te quiero”. Se cuida mucho de no añadir que “más que los demás”. Pedro, el impulsivo, el que a pesar de sus defectos quería de veras a Jesús, tuvo aquí la ocasión de reparar su triple negación con una triple profesión de amor.

Agradezcamos al Señor su perdón; y aprender su lección de delicadeza y perdón: ¿hacemos fácil el camino de la rehabilitación a las personas que han cometido errores o fallos? ¿Qué cara les ponemos, qué palabras les dirigimos? ¿Tenemos capacidad de perdonar y olvidar? Jesús perdonó a Pedro y le restituyó su confianza, ¿somos imitadores de Jesús también en esto?

ORACIÓN
Manifiéstate de nuevo, Señor.
Sin ti no podemos hacer nada;
nuestra red sigue estando vacía y no sirve de nada el esfuerzo de echarla al mar.
Queremos ser dóciles a tu Palabra.
Haznos experimentar el poder de tu perdón que sana nuestras heridas,
y a pesar de nuestras debilidades, ayúdanos a permanecer en ti,

repitiendo humildemente: “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo”.

La Buena Noticia del Sábado Santo, 
Vigilia Pascual /C.

Smta. Jesús Rincón.
 jesusdrs@hotmail.com

                                  Lucas 24,1-12


El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’”. Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

En Comentario Muchas veces nos acercamos a nuestros templos en la misma aptitud de estas discípulas del evangelio, llevando perfumes para embalsamar un cadáver, contando a Jesús entre los muertos, recordando una bonita historia de amor que llegó a su fin. Pero nuestro Padre Dios envía hoy sus mensajeros a rodar la piedra que no nos permite acercarnos al misterio de nuestra Salvación, deja entrar la luz de la fe al oscuro sepulcro para revelarnos algo, sólo nos toca “entrar”, dejarnos “desconcertar” por los signos de Dios, y “recordar su Palabra” que nos anuncia “ha resucitado”.

La vida cambia, nuestra relación con Dios cambia radicalmente, al reconocer de corazón que en verdad Cristo Vive, no en sentido figurado sino real, Jesús vence la muerte, pues no tiene dominio sobre Él, Él es el “Dominus” (el Señor). Una vez que descubrimos esto, surge espontáneamente de nosotros el deseo de compartir “todas estas cosas” con los demás; pero es de esperar, que a muchos de los que nos escuchen les parezcan “desvaríos” nuestras palabras, pues necesitan comprobar por experiencia propia algo tan grande; sin embargo, nuestro anuncio de la Buena Noticia se convierte para ellos en invitación que los anima a moverse y comprobarlo por ellos mismos.

Señor Jesús, que estás aquí Vivo y presente aquí
 y ahora entre nosotros, danos valor para entrar
 en el misterio de tu amor por nosotros expresado en la cruz.
Concédenos guardar tu Palabra y danos la fe, para que así,
Tú seas nuestro único Señor y vivamos creyendo
desde el corazón que estás Vivo. Amén

La Buena Noticia del Viernes Santo, C.


Smta. Jaime Valera

 jaimevalera17@hotmail.com  


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 18,1–19,42)



Comentario:Hoy contemplamos la entrega de Cristo por nosotros, Él renunció a todo como Hijo amado y se donó libremente en la cruz. Fue el momento, lugar y modo más apropiado para realizarse la obra salvadora, en tiempos de Poncio Pilatos, a las afueras de Jerusalén… en una cruz, signo de muerte y maldición que sería luego convertida en el trono glorioso donde está el vencedor del mal. 


No es en vano la muerte en cruz, pues los que creen han sido justificados en ella. Ya no hay barrera ninguna entre nosotros y Dios, es decir, tenemos acceso libre a una amistad sincera y verdadera con nuestro Dios y es gracias a Cristo. Lo que no podíamos alcanzar por sí solos, Cristo nos lo alcanzó.  Justificados hemos sido cuando teniendo nosotros algo qué pagar a Dios, su Hijo lo hizo por nosotros, pagó por nuestros pecados y nos trajo salvación, ¡eso es grande!, eso es la prueba perfecta del amor.


Pasión y muerte es el proyecto de todo cristiano que se entrega día a día en el amor a Dios y a los demás, se dona sin esperar nada a cambio; siguiendo la invitación de Cristo renuncia día a día al pecado y asume la propuesta de santidad en su vida personal. 


Pasión es vivir devorado por el fuego que no destruye, por el fuego que impulsa desde las vísceras a testimoniar en el mundo que Dios se deja matar por loco amor hacia la humanidad. Muerte es ser fieles a Dios y renunciar a todo lo que contradice nuestra vocación cristiana, es decirle no al pecado y sí a Dios, es preferirle a él desde ahora y para siempre.


Jesús, Hijo obediente y bueno de Dios, enséñanos a ser hombres y mujeres que vivamos el don ganado por ti en tu pasión y muerte y que se hizo patente en tu resurrección.


Que nuestro proyecto sea el tuyo, pasión y muerte,

pues luego vendrá la resurrección.

Queremos vivir en una plena donación a Dios y a los demás

y que sea sincera y verdadera. Amén.

La Buena Noticia del Jueves Santo, C.


Smta. Ramón Nava. 

rnhava7@gmail.com


                               Juan 13,1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”.



Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios”. Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: 


“¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.


En Comentario: Hermanos, la Palabra de este día centra su mensaje en el paso del Señor (Ex. 12,12), este paso es liberador, así, el relato que encontramos en el evangelio de hoy, señala que el encuentro está situado antes de la Pascua, la Cena del Señor de la que somos partícipes se da antes para indicar la nueva alianza (1 Co. 11,26) que es dada y ofrecida en el ministerio de Jesús, por ello, esta comensalía, que tendrá su culmen en la cruz, es la prefiguración de la inmolación del cordero.


La escritura nos conduce al momento en que Dios manifiesta su poder liberador, este no viene como los poderes del mundo sino que en el servicio manifiesta su misma divinidad; asimismo, Jesús lava los pies del hombre, no tanto para dar ejemplo a los demás sino para mostrar su verdadera identidad divina, identidad de la que somos partícipes mediante su encarnación (Jn. 1, 12).


Esta acción tiene gran centralidad porque no se da, ni antes ni después de la cena, es justo en medio de ella donde Dios quiere tener su paso liberador, donde Dios se glorifica a sí mismo levantándose para manifestar su poder y su naturaleza, que es el amor; un amor que es incomprensible al hombre pero que nunca se esconde. Ahora, ¿por qué los pies?, en la pascua, es decir, en el paso del Señor restablecido en la nueva alianza, Cristo viene a lavarnos de nuestro caminar, de nuestro recorrido y de nuestra historia misma, para restablecer con nosotros una humanidad nueva encaminada por la sangre y el agua que brotará de su costado.


La Iglesia hoy al igual que siempre debe tener el modelo discipular del Maestro que es el servicio. A partir de este momento, que culminará en la cruz, el reinado de Dios se transforma en servicio, por ello, para la Iglesia servir es reinar. Jesús mediante la Iglesia quiere tomar en sus manos y lavar los pies de un pueblo que camina constantemente en el sufrimiento, en el pecado y que se hace esclavo. Sin embargo, un corazón pervertido y apegado a sus convicciones y seguridades del mundo entrega al Señor. Aunque Jesús se nos da, nosotros al igual que Pedro nos alejamos cuando no tenemos identidad y proximidad con el Maestro.


Te pedimos, Señor, que limpies nuestra sociedad marcada

 muchas veces por la pobreza, la decadencia y la indigencia.

 Transfórmanos de tal modo que nos 

identifiquemos plenamente contigo. Amén


La Buena Noticia del Domingo de Ramos, C.

Smta. Johan J. Araujo. 
Araujojohan1991@gmail.com 


Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas  22, 14-23, 56. 

Mostrando jueves-santo.jpg
Mostrando jueves-santo.jpg

En Comentario: El día de Hoy culminamos un hermoso tiempo que nos regala la Santa Madre Iglesia, propicio para revisarnos interiormente, para arrepentirnos de nuestras culpas y volver a la casa del Padre.  La celebración de la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén, la cual fue en contraposición con lo que se creía sería la manifestación gloriosa del Mesías, da comienzo a lo que después será la mayor experiencia de amor del Padre para con su pueblo, para con nosotros; la Pasión, Muerte y Resurrección de su único Hijo, acontecimiento que se dio en medios de falsas acusaciones, donde los principales implicados eran aquellos mismo que con ramos y palmas aplaudieron y celebraron su entrada en la ciudad.

El relato del evangelista nos centra en el hecho acaecido para nuestra redención, mostrando a un Jesús silente y amoroso esperando en la voluntad del Padre; espera que se ve acompañada de una constante comunicación con el Padre. En medio de sus miedos y angustias como todo humano, se arrodilla y clama al Padre, si es su querer Aparte de él esta copa pero que no se haga su voluntad sino la suya; Jesús conocía el sufrimiento por el cual estaba a punto de padecer, sabiéndose abandonado por los suyos, recurre a su Padre del Cielo para que no lo abandone en el momento de la tribulación, recibe la fuerzas de lo alto y emprende su camino de amor. San Lucas subraya la costumbre de Jesús de retirarse a orar, y así lo evidencia en varias parte del relato de la pasión, en primero lugar ora por sí mismo “Padre, si quieres aparta de mi esta copa. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22, 42), y luego pide por aquellos  que le condenan, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34), reafirmando su invitación a que también nosotros oremos “Oren para que no caigan en tentación.” (Lc. 22,40).

Jesús nos invita hoy a que oremos sin cesar, aun mas en medio de la tribulación, en medio de las situaciones adversas de nuestra vida cotidiana; que oremos fervientemente por quienes nos ayudan, pero también por quienes nos condenan, por quienes son puentes entre Dios y los hombres, y por quienes se convierten en piedra de tropiezo. Hoy en medio de las situaciones poco favorables en las que nos encontramos, en medio de las dificultades personales y comunitarias, imploremos a Dios que si es posible que las aparte de nosotros, pero que no se haga nuestra voluntad, sino la suya.

La Buena Noticia del Domingo,

 V de Cuaresma / C.


Smta. Jesús Rincón, IV de Teología. 
jesusdrs@hotmail.com

               Jn 8,1-11  
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?” Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.

En Comentario: En este evangelio Jesús se hace presente entre nosotros y nos enseña, como lo hacía en el Templo. Los fariseos y escribas para poner una trampa a Jesús le presentan un caso: ¿qué debemos hacer con esta adúltera, pecadora? Ellos conocen cuál es el proceder según la ley de Moisés (cfr. Lv 20,10), matarla, ellos dicen “apedrearla”; pero también conocen la compasión de Jesús por los pecadores, quieren obligarlo a que hable en contra de la Ley o que retroceda en su predicación del perdón. Pero Jesús va al núcleo del asunto y les hace ver lo injusto de su proceder respecto a esa mujer: “aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. La lapidación del pecador, según la Ley, era “para extirpar la maldad de Israel” (Dt 22,22) y aleccionar al pueblo. “los acusadores comenzaron a escabullirse” avergonzados, porque se dan cuenta que no acabarán con el mal acabando con esa mujer, pues está instalado en sus corazones, de allí es de donde deben extirparlo; y además, con estas palabras, Jesús alecciona al pueblo, no por la muerte sino por la misericordia, pues el Padre no quiere la muerte del pecador sino que cambie de conducta y viva (cfr. Ez 18,23).

Jesús nos muestra que el Padre no actúa con amenazas, infundiéndonos miedo para que no le ofendamos; sino que gratuitamente nos ama, nos perdona y nos promete vida abundante (Cfr. Jn 10,10). Experimentar esa acción del Padre nos invita a responder libremente a su amor que nos salva. Nadie tiene derecho a condenar en nombre de Dios. Jesús, “que no tiene pecado” tampoco condena a la mujer, pues no ha venido a condenar si no salvar (Cfr. Jn 12,47).

Jesús nos está invitando a reconocernos pecadores y acercarnos la misericordia de Dios, para que seamos también misericordiosos como Él (Cfr. Lc 6,36). Que los hermanos maltratados por el pecado nos recuerden la condición frágil y pecadora que compartimos. Soltemos las piedras que tenemos empuñadas para arremeter con juicios despiadados, y arrepentidos de nuestros pecados acojamos la Palabra del Señor que nos dice: “Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar”.

Señor Jesús,
que no hayan apedreados entre nosotros;
que nadie se sienta señalado ni juzgado en tu Iglesia,
sino comprendido y amado.
Gracias por no negarnos nunca tu perdón;
ayúdanos a ser misericordiosos como nuestro Padre,
y que cada vez que sea necesario
juntos nos levantemos para comenzar de nuevo el Camino. Amén



2 comentarios: