Smta. Alfonso
Morales
eudesjosea@gmail.com
Juan 13,31-33.34-35:
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora
ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si
Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y
pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un
mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y
por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.
Comentario:
En este pasaje del Evangelio, Jesús nos muestra la
manifestación de la gloria de Dios, el amor; nos dice “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo
los he amado” (Jn 13,34). Ahora, el amor ya no es sólo un mandamiento, sino
un don que se nos entrega para que vivamos nuestra realidad.
Podemos amar porque Él nos ha amado primero. Él es
el modelo del amor; además de ser modelo del amor, es fuente de nuestro amor.
Por lo tanto la señal del reconocimiento patente para todos los cristianos, es
el amor abierto a todos, sin ningún tipo de distinción.
Queridos hermanos, en el marco del año de la
misericordia, donde el Santo Padre nos invita a “acercarnos a
Jesucristo que es el rostro misericordioso del Padre.” (Misericordiae
Vultus, n. 1), debemos asumir en nuestra vida cristiana este mandamiento
nuevo del amor y misericordia. Sólo así podremos experimentar con gozo que todo
empieza a ser diferente. Todo empieza a ser nuevo.
Una de las
prácticas que deben sernos familiares como cristianos es la experiencia del
amor y misericordia. Hermanos, aprovechemos esta oportunidad, esta gracia que
Dios nos regala, en el año Santo de la Misericordia, para revisar nuestros
corazones y preguntarnos ¿en qué lugar se encuentra el amor y misericordia en
mi vida? ¿En mi casa? ¿En mi trabajo? ¿Con mis amistades? ¿Mis vecinos? ¿Mis
compañeros? Dejémonos pues iluminar por Dios, Él nunca se cansa de derramar su
amor para con todos nosotros. Que la Fuerza del Resucitado nos impulse cada día
a ser mejores cristianos.
Padre bueno,
ayúdanos a
amarnos como hermanos.
Que nuestras diferencias
no sean causas de divisiones,
sino por el contrario,
que nuestra conducta ponga de manifiesto
las verdades que nos has revelado
Amén.
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