II DOMINGO DE PASCUA 03 DE ABRIL O
DE LA DIVINA
MISERICORDIA
“SEAN MISERICORDIOSOS, COMO EL
PADRE
ES MISERICORDIOSO”
“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos;
trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” Jn
20, 27
Pbro. William José Vázquez Toro
Formador del Seminario Mayor
Seminario San Buenaventura
La Alegría que inundó a los Apóstoles al ver al Señor
el día de la Resurrección es la que inunda el corazón de cada cristiano cuando
adora y contempla la eterna Misericordia de Dios, manifestada de modo palpable
en Jesús Crucificado-Resucitado. En efecto, Cristo resucitado se aparece a sus
discípulos y les muestra las manos, en las que sigue teniendo las huellas de
los clavos, y el costado donde sigue teniendo la herida causada por la lanza
que lo traspasó; Aquél que está frente a ellos es el mismo que sufrió los
insultos, la traición, la crueldad de la cruz, es sobre todo Aquél en quien
Dios ha mostrado su amor hasta el extremo, sin límites, para con la humanidad:
esta es la inmensa ternura de Dios. Está con ellos el que estuvo muerto pero
que ahora vive eternamente. Los discípulos, que estaban encerrados por miedo,
ahora rebosan de alegría.
Pero, como el apóstol Tomás, también muchas veces nos
hemos apartado de la Comunidad de fe, sentimos temores y oscuridades que nos
hacen huir, nos volvemos incrédulos, las frustraciones y los fracasos nos
nublan la mente y cierran el corazón a las maravillas de Dios; sin embargo “el
Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas” (Sal. 147,3),
levanta al hombre de su miseria y le concede su paz, su perdón y su Espíritu,
se conmueve profundamente por nosotros, sus hijos ante tales oscuridades, y a
pesar de tantas rebeldías nos da la oportunidad de dejarnos tocar el corazón,
de dejarnos abrazar, no se cansa de perdonar. Como a Tomás, Jesús Resucitado
también nos pide que toquemos sus llagas gloriosas, que entremos en ellas, pero
¿qué puede significar esto?
Las llagas de Cristo las encontramos en muchas partes:
en los Sacramentos, en su Palabra, en nuestros hermanos, sobre todo en los más
sufrientes, excluidos y enfermos, en el dolor de nuestra sociedad, en la
familia, en la comunidad, en el corazón. Jesús quiere que experimentemos su
misericordia, tocando su carne viva en tantas llagas que nos salen al
encuentro. ¿Soy capaz de tocar las llagas de Cristo? Sólo atreviéndonos a tocar
estas llagas podremos también mostrar su misericordia al mundo, así serán dichosos los que crean sin haber visto,
porque el amor de Dios se hace tangible cuando cada cristiano ofrece amor, perdón,
solidaridad, respeto, tolerancia, generosidad… en esto consiste ser Misericordiosos como el Padre, tocando
tantas heridas para inundarlas de la gloria del Señor.
Es una bendición celebrar en este segundo Domingo de
Pascua el gran misterio de la Divina Misericordia, misterio que contemplamos de
modo excepcional durante este Jubileo extraordinario de la Misericordia,
convocado por el Papa Francisco, y que está siendo para la Iglesia una
oportunidad para sumergirse cada vez más en esta hermosa realidad del amor de
Dios, recordando que “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es
el tiempo para dejarse tocar el corazón” (Papa Francisco, Misericordiae Vultus, nº. 19). De alguna manera, la solemnidad que
hoy celebramos se está prolongando durante cada día de este año jubilar en todo
el mundo; en cada Diócesis, Parroquia y Comunidad eclesial se realizan peregrinaciones
hacia las Puertas santas de la Misericordia, jornadas de confesiones, de
oración, de atención a tantas realidades de dolor y sufrimiento, y múltiples
iniciativas pastorales, que nos deben llevar a que nuestro testimonio cristiano
sea auténtico.
Las obras de misericordia, corporales y espirituales,
son expresión de que la gracia de Dios no queda infecunda en nosotros, sino que
se hace vida, “su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado,
llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos,
lo toquemos y lo asistamos con cuidado.” (Papa Francisco, Misericordiae Vultus, nº. 15) Seamos allí portadores de la alegría
de Cristo resucitado, una alegría que transforma nuestra realidades oscuras y
nuestros miedos, como lo fue para Tomás y los discípulos; una alegría que da su
paz y perdón donde hay división, odio, violencia, inseguridad, opresión; una
alegría que da esperanza allí donde hay muerte, pobreza, escasez de alimentos y
medicinas, abuso de poder e injusticias, desilusión; una alegría que nos hace
transmisores de la fuerza de su Espíritu allí donde hace falta el anuncio del
Evangelio, donde hay un corazón dispuesto a decirle Sí al amor. Toquemos las
gloriosas llagas de Jesús resucitado y proclamemos así que es Eterna su Misericordia.
II DOMINGO DE PASCUA 03 DE ABRIL O
DE LA DIVINA MISERICORDIA
“SEAN MISERICORDIOSOS, COMO EL
PADRE ES MISERICORDIOSO”
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
L.H.: del II domingo de Pascua.
/ Color litúrgico: Blanco
ORACIÓN COLECTA
Dios
de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con el retorno anual
de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para
que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha
purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha
redimido. Por nuestro Señor Jesucristo.
1ª. Lectura:Hech. 4, 32-35
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles
En el grupo de los
creyentes todos pensaban y sentían lo mismo, y nadie consideraba como propio
nada de lo que poseía, sino que tenían en común todas las cosas. Por su parte,
los apóstoles daban testimonio con mucha fortaleza de la resurrección de Jesús,
y todos gozaban de gran estima. No había entre ellos necesitados, porque todos
los que tenían bienes o casas los vendían, llevaban el precio de lo vendido, lo
ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su
necesidad.
Palabra de Dios.
Te alabamos,
Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: (Sal 117)
R. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna
su misericordia.
L.Diga la
casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su
misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia./R.
L.Empujaban
y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi
fuerza y mi energía, El es mi salvación. Escuchen: hay cantos de
victoria en las tiendas de los justos. La piedra que desecharon los
arquitectos, es ahora la piedra fundamental./R.
L.Es el
Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que
actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo./R.
1ª. Lectura: Ap. 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Lectura
del libro del Apocalipsis
Yo, Juan, vuestro hermano
y compañero en la tribulación, en el Reino y en la
constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la
palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: —«Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: —«No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la
palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: —«Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: —«No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
Palabra de Dios.
A.Te alabamos,
Señor.
EVANGELIO: JUAN 20, 19-31
Lectura
del santo evangelio según San Juan
A. Gloria a ti, Señor.
Aquel mismo día,
por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien
cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les
dijo:“La paz esté con ustedes”.Y les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “La
paz esté con ustedes”. Y añadió: “Como el Padre me ha enviado, yo también los
envío a ustedes”.Sopló sobre ellos y les dijo:“Reciban el Espíritu Santo. A
quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los
retengan, les quedan retenidos”.Tomás, uno del grupo de los Doce, a quien
llamaban “El Mellizo”, no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús. Le
dijeron, pues, los demás discípulos: “Hemos visto al Señor”.Tomás les
contestó:“Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y no meto
mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo
creeré”.Ocho días después, se encontraban de nuevo reunidos en casa todos los
discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas,
Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con
ustedes”.Después dijo a Tomás:“Trae tu dedo y toca mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente”.Tomás contestó:¡Señor
mío y Dios mío!Jesús le dijo:¿Has creído porque me has visto? Dichosos los que
crean sin haber visto.Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más
signos de los que han sido narrados en este libro. Estos han sido escritos para
que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que,
creyendo, tengan en El vida eterna.
Palabra
del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S.Presentemos a Jesús
Resucitado, Señor de la misericordia, nuestras oraciones con toda confianza,
diciendo: Escucha, Señor y ten piedad.
1. Por
la Iglesia extendida por el universo, para que siga esparciendo la buena nueva de
la resurrección del Señor y sea espacio de misericordia. Oremos.
2.
Por el Papa Francisco, por nuestros
evangelizadores, pastores y laicos, para que sigan evangelizando al mundo con
la alegría de la Pascua. Oremos.
3. Por
los gobernantes, para que también sean sembradores de paz, de fraternidad y de
justicia en nuestros pueblos. Oremos.
4. Por
aquellos que, en la Iglesia y en la sociedad, hoy más que nunca necesitamos de
la misericordia divina, para que la experimentemos con abundancia, en Cristo
muerto y Resucitado. Oremos.
5. Por
todos nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para que pongamos en
las manos del Señor misericordioso nuestras necesidades y sufrimientos. Oremos.
6. Por
los que recibirán durante este tiempo de Pascua los sacramentos de la
iniciación cristiana, para que se identifiquen plenamente con Jesucristo
Resucitado. Oremos.
7.
Por nuestros difuntos, en especial, los
que estamos recordando y encomendando en esta Eucaristía, para que desde ahora,
vivan como resucitados en el Reino de Dios. Oremos.
S.Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por
medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concede a los que celebramos la
solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu,
para resucitar en el Reino de la luz y de la vida. Por Jesucristo, Nuestro
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, las ofrendas que (junto a los recién bautizados) te presentamos y haz
que renovados por la fe y el bautismo, consigamos la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DELA COMUNIÓN
Concédenos,
Dios Todopoderoso, que la fuerza del sacramento pascual que hemos recibido,
persevere siempre en nosotros. Por
Jesucristo nuestro Señor.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN.
DÍA DE PASCUA 27 DE MARZO
“EL SEÑOR HA RESUCITADO,
VERDADERAMENTE HA RESUCITADO”
Pbro. Gabriel Fernández
Vicario Pquia. “San Rafael de Mucuchies”
Es el Domingo de Resurrección, es el primer día de la semana, es el comienzo de la separación de las tinieblas de la luz, a semejanza del primer día de la creación (Gen 1,5). Hemos entrado en el día del Señor, las promesas hechas por Dios han sido cumplidas, están concretas en el sepulcro vacío y en no hallar el cuerpo del Redentor. La certeza de la vida es morir, la de la fe cristiana es la Resurrección. Lo cierto que tiene la vida es lo más común a todos, ricos y pobres somos puestos en el mismo lugar, volvemos a la tierra de la cual fuimos sacados. Sin embargo, el sepulcro de Jesús está vacío ¿qué nos quiere decir este hecho? Es el requisito de fe, el saber que la búsqueda no ha concluido, que nuestro destino es la vida eterna y no la muerte y es algo que todavía no comprendemos del todo.
La figura de María Magdalena, del discípulo amado y Pedro constatan los grados del amor en el que la fe juega el papel preponderante. María Magdalena como discípula, que estuvo al pie de la cruz, la cual según Lucas fue liberada de 7 demonios que la atormentaban, vive su experiencia de amor desde el recuerdo, es por eso que va a buscar el objeto de su recuerdo, su Señor. Al ver que la piedra había sido quitada se desespera porque el sepulcro es la figura de la muerte, del descanso, y sentir que estos fundamentos son quitados mueve su vida y sus convicciones, la lleva del ver al contemplar.
El discípulo a quien Jesús quería es movido por el amor, corre en búsqueda del amor y comprende que la muerte no puede atar al Señor y contempla el amor desde lo real, el Señor ha vencido la muerte ha dejado las vendas y el sudario y movido la piedra; para expresar la realidad del amor, que rompe las seguridades de la vida.
Pedro responde al seguidor que ha sido infiel a su Señor, pero que es impulsado a seguirlo y renovar el compromiso, las acciones y las actitudes que por el pecado había nublado en su vida. Es él la expresión de la fidelidad de Dios a pesar de nuestras infidelidades, es el que entra y ve la tumba vacía para abrir sus ojos y hacer de la tumba el lugar nupcial, de compromiso de amor.
“Los primeros discípulos que ha encontrado al Resucitado, lo testimonian a nosotros en el Evangelio, que narra y hace presente la carne del Verbo, que es la realización de todas las promesas de Dios. Para nosotros que venimos después de los primeros que lo han visto y tocado. Los Evangelios y toda la Escritura vienen a ser como el cuerpo de Cristo son la señal en la que encontramos y vemos al Resucitado” (Silvano Fausti, Una comunidad lee el Evangelio de Juan, p.596).
DOMINGO DE RESURRECCIÓN.
DÍA DE PASCUA 27 DE MARZO
“EL SEÑOR HA RESUCITADO,
VERDADERAMENTE HA RESUCITADO”
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
L.H.: de la Solemnidad. / Color litúrgico: Blanco
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que en
este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor
de la muerte, concede a los que celebramos la solemnidad de la resurrección de
Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz
y de la vida. Por nuestro Señor
Jesucristo.
1ª Lectura: Hch
10,34-37-43
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y
dijo:Hermanos: Ustedes conocen lo que sucedió en el país de los judíos, cuando
Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a
Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó
haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba
con él.Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo
mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo
hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a
nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.Nos
encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado
juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que
creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados. Palabra de
Dios. A. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 117)
R. Este es el día en que actuó el Señor: Sea nuestra alegría y nuestro
gozo.
L. Den gracias al Señor
porque es bueno, Porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: Eterna
es su misericordia. /R.
L. La diestra del Señor es
poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar
las hazañas del Señor./R.
L. La piedra que
desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente./R.
2ª Lectura: Col
3,1-4
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los
Colosenses
Hermanos:Ya que
han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está
Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los
de la tierra.Porque han muerto; y la vida de ustedes está con Cristo escondida
en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes
aparecerán, juntamente con El, en gloria.
Palabra
de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
Ofrezcan los
cristianos ofrendas de alabanza
a gloria de la víctima propicia de la Pascua.
Cordero sin
pecado, que a las ovejas salva,
a Dios y a los
culpables unió con nueva alianza.
Lucharon vida y
muerte en singular batalla,
Y muerto el que es
la vida, triunfante se levanta.
¿Qué has visto de
camino, María en la mañana?
“A mi Señor
glorioso, la tumba abandonada,
los ángeles
testigos, sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venga a Galilea,
allí el Señor aguarda;
“Allí verán los
suyos la gloria de la Pascua”
Primicia de los
muertos, sabemos por tu gracia
Que estás
resucitado; la muerte en ti no manda.
Rey vencedor,
apiádate de la miseria humana
Y da a tus fieles
parte en tu victoria Santa.
EVANGELIO: Jn.
20,1-9
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
El primer día de
la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba
oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba
Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: “Se han
llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro
y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro
discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y,
asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no entró. Llegó también Simón
Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el
sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas,
sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el
que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.Pues hasta entonces no habían
entendido la Escritura: que El había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios
resucitó de entre los muertos, y que por su poder nos resucitará a nosotros, y
digámosle:
A. Cristo, vida
nuestra, sálvanos.
1. Cristo, luz esplendorosa que brilla en las tinieblas,
Rey de la vida y salvador de los que han muerto, concédenos vivir hoy en tu
alabanza. Oremos.
2. Señor Jesús, que sufriste en tu pasión y cruz,
concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también
contigo a la vida verdadera. Oremos.
3. Hijo del Padre, Maestro y hermano nuestro, tú que has
hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos a ofrecer con
alegría nuestro sacrificio. Oremos.
S. Señor Dios, que en este día has abierto las puertas
de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concede a los que celebramos
la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu,
para resucitar en el Reino de la luz y de la paz. Él que vive y reina contigo. A.
Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Rebosantes de gozo
pascual, celebramos, Señor, estos sacramentos en los que tan maravillosamente
ha renacido y se alimenta tu Iglesia. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege, Señor, a
tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada por los sacramentos pascuales,
llegue a la gloria de la resurrección. Por
Jesucristo nuestro Señor.
BENDICIÓN SOLEMNE: VIGILIA PASCUAL Y PASCUA
Que Dios todopoderoso
les bendiga en este día solemnísimo de Pascua
y, compadecido de ustedes,
les guarde de todo pecado.
R. Amén.
Que les conceda el premio de la inmortalidad
quien les ha redimido para la vida eterna
con la resurrección de su Hijo.
R. Amén.
Que quienes,
una vez terminados los días de la Pasión,
celebran con gozo la fiesta de la Pascua del
Señor,
puedan participar, con su gracia,
del júbilo de la Pascua eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
DOMINGO DE RESURRECIÓN. VIGILIA PASCUAL 26 DE MARZO
“EL SEÑOR HA RESUCITADO,
VERDADERAMENTE HA RESUCITADO”
Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.
Prof. del Seminario San Buenaventura
Mérida-Venezuela
Se ha vivido una semana intensa; han sido muchas las maneras de vivenciar fervorosamente el acontecimiento más característico de la Semana Santa: pasión, muerte y resurrección de Cristo. Hoy, tanto en la Palabra como en la Liturgia, Cristo es el centro luminoso, su resplandor esclarece la mirada de la mente y del corazón para reconocerle justamente como Camino, Verdad y Vida (cfr. Jn. 14, 6). El hombre está arrojado en un universo para nada incomprensible y extraño a su existencia (cfr. Gn. 22, 13). Si así fuese, la tarea divina, —la creación—, sería ajena al socorro del ser humano, pero es un todo armónico y bosquejado según el querer de Dios (cfr. Gn. 1, 31), y Él desea para el hombre lo que mejor se armonice a su vida. La creación en absoluto se cierra al auxilio del ser humano; mas él, ¿cómo la favorece? El dominio permitido por iniciativa divina (cfr. Gn. 1, 28), nunca debe acomodarse a un capricho de desprecio y de consumo desmedido (cfr. Is. 55, 2), pues tal capricho puede llegar al punto de parangonarse a la tentación por la que se obligaba al mismo Cristo, —arrancarle el milagro de liberarse del tormento—, para que probase su divinidad (cfr. Mt. 27, 40), sin advertir que tal milagro estaba desenvolviéndolo cordialmente: amor a la humanidad (cfr. Jn. 13, 12-15), perdón, y sincero reconocimiento de su divinidad en tan desolador momento, incluso por alguien desconocido (cfr. Mc. 15, 39).
La sensatez humana reconoce en el sacrificio de Cristo, el amor desinteresado con el que las cosas no solamente se usan y luego se desechan (cfr. Lc. 22, 35); ciertamente amparan a la creatura humana, y de tal modo, aun siendo cosas, se agradece a quien a través de ellas permite saborear la excelencia de un bien superior (cfr. Sal. 115, 3). La persona no es una simple cosa. No puede ni debe mercantilizarse. Dios creó la estructura organizada del cuerpo humano, para a través de sí comunicarse con el entorno que le rodea. Por supuesto, dicha estructura posee la aptitud, —así lo quiso Dios—, de no trocarse cual cosa cualquiera. Cristo asumió esa estructura organizada; y aunque el hombre, cuerpo-espíritu, fue moldeado voluntariamente por Dios (cfr. Gn. 2, 7), Cristo al tener un cuerpo, jamás lo usó para alterar su normal desarrollo, sino para mostrarle al hombre que, aun padeciendo en él la prueba del sacrificio y del dolor, concisamente en él va alzándose la magnanimidad de los valores espirituales; él lo recalcó apaciblemente: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc. 23, 24). El Evangelio se refiere al cuerpo de una manera muy real (cfr. Jn. 19, 40). No le desprecia. El evangelista permite aclarar que en el cuerpo humano de Cristo se ha delineado una teología encarnada. Él es Dios. Su cuerpo ha permitido, cual ventana, que Dios asomase su rostro misericordioso a la humanidad (cfr. Is. 54, 8). Depositaron su cuerpo en el sepulcro, y luego Él resucita. Resucita el Cristo total (cfr. Lc. 24, 2-7). El Cristo que no simplemente posee una organización psico-orgánica, sino el Cristo íntegro, que, levantándose del sepulcro, a su vez levanta al ser humano, para indicarle con su resurrección, que ninguna cosa, aun sirviéndole como a él el sepulcro (cfr. Lc. 22, 53), que ninguna persona, como quienes pusieron a prueba su poder salvador (cfr. Mt 27, 42-43), puede mantenerlo postrado a su dominio. El dominio que sujeta al hombre con pulcritud lo mostró espléndidamente Cristo: cumplir la voluntad del Padre (cfr. Lc. 22, 42); para de este modo llamar con constancia a la victoria de su resurrección con las palabras del salmista, «devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso» (Sal. 50, 14).
Felices pascuas de resurrección.
DOMINGO DE RESURRECIÓN.
VIGILIA PASCUAL
26 DE MARZO
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
Color litúrgico: Blanco.
Sábado Santo
Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes. Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático.
Vigilia Pascual
1. Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex. 12,42). Los fieles, llevando en la mano –según la exhortación evangélica (Lc. 12,35ss)- lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando Él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa.
2. La celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o “lucernario” (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que él obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la Palabra) y cuando el día de la resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de la muerte y resurrección (cuarta parte).
3. Toda la celebración de la Vigilia pascual se hace en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo.
4. La misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la misa de la Vigilia Pascual, pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua.
5. El sacerdote que celebra o concelebra la misa de la Vigilia, puede también celebrar o concelebrar la misa
diurna de la Pascua.
6. El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos blancos de la misa. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en la Vigilia.
PRIMERA PARTE
Lucernario o solemne comienzo de la Vigilia
Bendición del fuego
7. Se apagan todas las luces de la Iglesia. En un lugar adecuado, fuera de la Iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la Iglesia, todo este rito se desarrolla como se indicará más adelante.
8. El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve exhortación, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con Él para siempre en Dios.
9. Enseguida bendice el fuego:
Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida divina, bendice este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual.
10. Si por razones pastorales, parece oportuno hacer resaltar con algunos símbolos la dignidad y significación del cirio pascual, puede hacerse de este modo: una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega Alfa, y debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice:
Traza la línea vertical;
2. Principio y fin,
Traza la línea horizontal;
3. Alfa
Traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;
4. y Omega.
Traza la letra Omega, abajo de la línea vertical;
5. Suyo es el tiempo
Traza el primer número del año en curso, en el ángulo superior izquierdo de la cruz;
6. y la eternidad.
Traza el segundo número del año, en el ángulo superior derecho;
7. A él la gloria y el poder,
Traza el tercer número del año en el ángulo inferior izquierdo;
8. por los siglos de los siglos. Amén.
Traza el cuarto número del año en el ángulo inferior derecho.
Α
Ω
11. Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo.
1. Por sus santas llagas
2. gloriosas,
3. nos proteja
4. y nos guarde
5. Jesucristo nuestro Señor. Amén.
12. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu.
Lo indicado en los nn. 10-12 puede realizarse total o parcialmente, según las circunstancias pastorales del ambiente y del lugar. Las Conferencias Episcopales pueden establecer también otros ritos más acomodados a la idiosincrasia de cada pueblo en concreto.
13. Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la Iglesia, el rito se acomoda a las circunstancias. Reunido, como de costumbre, el pueblo en la Iglesia, el celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio pascual, se dirige a la puerta de la Iglesia. El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el celebrante. Se hace el saludo y la exhortación como se indicó en el n.8; después se bendice el fuego (n.9) y, si se quiere, se prepara y enciende el cirio, como se indica en los nn.10-12.
Procesión
14. A continuación el diácono o, en su defecto, el sacerdote, toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta él solo:
S. Cristo, luz del mundo.
A. Demos gracias a Dios.
Todos entran en la Iglesia, precedidos por el diácono (o el sacerdote) que lleva el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el turiferario precederá al diácono.
15. En la puerta de la Iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez:
S. Cristo, luz del mundo.
Y todos responden:
A. Demos gracias a Dios.
16. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, canta por tercera vez:
S. Cristo, luz del mundo.
Y todos responden:
A. Demos gracias a Dios.
Entonces se encienden las luces del templo.
PREGÓN PASCUAL
17. El sacerdote se dirige a la sede. El diácono pone el cirio pascual en el candelabro, que está preparado en medio del presbiterio o junto al ambón. Después de poner incienso en el incensario, si éste se ha utilizado, el diácono pide y recibe, como lo hace en la misa antes del Evangelio, la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:
S. El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo † y del Espíritu Santo.R. Amén.
Esta bendición se omite si el pregón pascual es proclamado por otro que no sea el diácono.
Si se usa el incienso, el diácono o, en su defecto, el sacerdote, inciensa el libro y el cirio. Luego proclama el pregón pascual desde el ambón o desde el púlpito. Todos permanecen de pie teniendo en sus manos las velas encendidas. El pregón pascual puede ser proclamado, en caso de necesidad, por un cantor que no sea diácono. En este caso, el cantor omite desde las palabras: Por eso, queridos hermanos hasta el final del invitatorio: el resplandor de su luz, así como el saludo, El Señor esté con ustedes. El pregón puede cantarse también en su forma breve. Las Conferencias Episcopales pueden adaptar el pregón intercalando en él alguna aclamación del pueblo.
FORMA LARGA DEL PREGÓN PASCUAL
Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria del Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
(Por eso queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó al número de los diáconos, infundiendo el resplandor de su luz, me ayude a cantar las alabanzas de este cirio).
S. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre Todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado. Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles. Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo. Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado. Ésta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos. Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo! Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! ¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. Ésta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mí gozo.» Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos. En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida, que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa. ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino! Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche, y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos.A. Amén.
SEGUNDA PARTE
Liturgia de la Palabra
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
Las distintas lecturas del Antiguo Testamento nos llevan a contemplar la obra del Padre a través de la historia. Él estuvo siempre presente con su voluntad de salvar a la humanidad. Nos quiere salvar del pecado, de la opresión y de la desesperanza. Él dio siempre su Palabra para que su pueblo viva, y fue generoso al regalarnos su gracia. Escuchemos.
18. En esta vigilia: “madre de todas las vigilias” (San Agustín, Sermón 219), se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio).
19. Si las circunstancias pastorales lo pide, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de esta Vigilia de Pascua. Debe leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento y, en casos muy urgentes, por lo menos dos. Pero nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del Éxodo.
20. Terminado el pregón, todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes.
S. Hermanos, con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos con recogimiento la Palabra de Dios. Meditemos cómo, en la Antigua Alianza, Dios salvó a su pueblo y, en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo para que nos redimiera. Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de salvación, iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo.
21. Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y lee la primera lectura. Después el salmista o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice Oremos y después de que todos han orado en silencio durante unos momentos dice la oración colecta. Lo mismo se hace en cada lectura. En lugar de decir el salmo responsorial, se puede guardar un breve espacio de silencio para hacer oración. En este caso, se omite la pausa después del Oremos.
1ª Lectura: Gn1, 1 – 2,2
Lectura del libro del Génesis
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: “Que exista la luz.” Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “día”; a la tiniebla, “noche”. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.” E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda “cielo”. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.” Y así fue. Y llamó Dios a los continentes “tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “mares”. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: “Que produzca la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.” Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.” Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto. Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.” Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: “Crezcan, multiplíquense, llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.” Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto. Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.” Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.” Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: “Crezcan, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.” Y dijo Dios: “Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.” Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal103)
R. Bendice al Señor, alma mía.
L. Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto /R.
L. Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. /R.
L. En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. /R.
L. Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados, y pasto para los que sirven al hombre. /R.
L. ¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría!; la tierra está llena de tus creaturas. Bendice, al Señor, alma mía. /R.
22. Después de la primera lectura: creación del mundo (Gn. 1, 1-2, 2) o creación del hombre (1,1.26-31ª)
Oración
Dios Todopoderoso y Eterno, admirable siempre en todas tus obras; que tus redimidos comprendan cómo la creación del mundo en el comienzo de los siglos, no fue obra de mayor grandeza que el sacrificio pascual de Cristo en la plenitud de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor.A. Amén.
2ª Lectura: Gn. 22, 1-8
Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.” Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quédense aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con ustedes.” Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.” Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.” El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?” Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.” Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!” Él contestó: “Aquí me tienes.” El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.” Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.”.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 15)
R. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
L. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor, y con él a mi lado jamás tropezaré. /R.
L. Por eso se me alegran el corazón y el alma, y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción. /R.
L. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia, y de alegría perpetua junto a ti. /R.
23. Después de la segunda lectura: sacrificio de Abraham (Gn. 22, 1-18; o 1-2. 9ª. 10-13. 15-18).
Oración
Oh Dios, Padre supremo de los creyentes, que multiplicas sobre la tierra los hijos de tu promesa con la gracia de la adopción y, por el misterio pascual, hiciste de tu siervo Abrahán el padre de todas las naciones como lo habías prometido: concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo nuestro Señor. A. Amén.
3ª Lectura: Éx 14, 15 –15, 1
Lectura del libro del Éxodo
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie seco. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.” Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie seco, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros. Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.” Dijo el Señor a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.” Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Éx. 15)
R. Alabemos al Señor por su victoria.
L. Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, Él es mi salvación; Él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. /R.
L. El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del Faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. /R.
L. Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. /R.
L. Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. /R.
24. Después de la tercera lectura: paso del mar Rojo (Éx. 14, 15-15,1).
Oración
También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo manifestabas con tu poder, al librar a un solo pueblo de la persecución del Faraón. Hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo; te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel. Por Jesucristo nuestro Señor.A. Amén.
4ª Lectura: Is. 54, 5-14
Lectura del profeta Isaías
“El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios. Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor. Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti. Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti”.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 29)
R. Te alabaré, Señor, eternamente.
L. Te alabaré, Señor, eternamente, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. /R.
L. Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. /R.
L. Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. /R.
25. Después de la cuarta lectura: la nueva Jerusalén (Is. 54, 5-14).
Oración
Dios Todopoderoso y Eterno, multiplica, fiel a tu palabra, la descendencia que aseguraste a la fe de nuestros padres, y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa; para que tu Iglesia vea en qué medida se ha cumplido ya cuanto los patriarcas creyeron y esperaron.
Por Jesucristo, nuestro Señor.A. Amén.
5ª Lectura: Is. 55, 1-11
Lectura del profeta Isaías
Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado. Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos.
Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Is. 12)
R. El Señor es mi Dios y salvador.
L. El Señor es mi Dios y salvador: con El estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. /R.
L. Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. /R.
L. Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. /R.
26. Después de la quinta lectura: la salvación que se ofrece gratuitamente a todos (Is. 55,1-11).
Oración
Dios Todopoderoso y Eterno, esperanza única del mundo, que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios de los tiempos presentes, atiende los deseos de tu pueblo, porque ninguno de tus fieles pueden progresar en la virtud sin la inspiración de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.R Amén.
6ª Lectura: Ba 3, 9-15. 32 –4, 4
Lectura del profeta Baruc
Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz eternamente. Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”, y refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como Él; Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió con los hombres. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán; los que la abandonan, morirán. Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 18)
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
L. La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. /R.
L. En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. /R.
L. La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos. /R.
L. Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal abundante. /R.
27. Después de la sexta lectura: la fuente de la sabiduría (Ba. 3,9-15.32 – 4, 4).
Oración
Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has hecho renacer en el bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. A. Amén.
7ª Lectura: Ez. 36, 16-28
Lectura del profeta Ezequiel
En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra’. Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: ‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi Santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías. Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’”. Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 41 y 42)
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
L. Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío. /R.
L. Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo tu templo? /R.
L. Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios. /R.
L. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. /R.
L. Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. /R.
28. Después de la séptima lectura: el corazón nuevo y el espíritu nuevo (Ez. 36, 16-28).
Oración
Oh Dios, que para celebrar el misterio pascual nos instruyes con las enseñanzas de los dos Testamentos, concédenos penetrar en los designios de tu amor, para que, en los dones que hemos recibido, percibamos la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. A. Amén.
29. Terminada la oración de la última lectura del Antiguo Testamento, con el responsorio y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar. El sacerdote entona solemnemente el Gloria, que todos prosiguen. Se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar.
30. Después del Gloria, el sacerdote dice la Oración COLECTA, como de ordinario.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que iluminas esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo. A. Amén.
31. Enseguida un lector lee la epístola de san Pablo.
MONICIÓN A LA EPÍSTOLA
San Pablo expone a los cristianos de Roma el gran regalo que hemos recibido en nuestro bautismo. Hoy renovaremos las promesas de nuestro bautismo, prestemos atención a lo que nos dice la Palabra sobre nuestra condición de bautizados.
Epístola: Rom. 6, 3-11
Lectura de la carta de san Pablo a los romanos
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
32. Terminada la epístola todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el salmo, al que el pueblo responde: Aleluya. Si hace falta, el mismo salmista canta el Aleluya.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 117)
R. Aleluya, aleluya.
L. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. /R.
L. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré, para contar las hazañas del Señor. /R.
L. La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. /R.
+ Proclamación del Santo Evangelio según san Marcos
El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite”. Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor. A.Gloria a ti, Señor Jesús.
TERCERA PARTE
Liturgia Bautismal
33. El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario, se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
Si hay catecúmenos adultos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos o, si son niños, llevados por los padres y padrinos frente a toda la asamblea.
34. Después, el sacerdote exhorta a los presentes, con éstas u otras palabras semejantes.
Si están presentes los que se van a bautizar:
S. Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos que anhelan renacer a nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y su amor.
35. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden estando en pie (por razón del tiempo pascual). Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la procesión; en este caso se llama a los catecúmenos, antes de comenzar la procesión. Abre la procesión el diácono, con el cirio pascual; siguen los catecúmenos, con los padrinos; después, el sacerdote con los ministros. En este caso la exhortación precedente se hace antes de la bendición del agua.
36. Si no hay bautizos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías, se procede inmediatamente a la bendición del agua.
Letanías de los Santos
37. En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser bautizados
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad
Santa María Madre de Dios ruega por nosotros
San Miguel ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios ruega por nosotros.
San Juan Bautista ruega por nosotros.
San José ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo rueguen por nosotros.
San Andrés ruega por nosotros.
San Juan ruega por nosotros.
Santa María Magdalena ruega por nosotros.
San Esteban ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía ruega por nosotros.
San Lorenzo ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad rueguen por nosotros.
Santa Inés ruega por nosotros.
San Gregorio ruega por nosotros.
San Agustín ruega por nosotros.
San Atanasio ruega por nosotros.
San Basilio ruega por nosotros.
San Martín ruega por nosotros.
San Benito ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo rueguen por nosotros.
San Francisco Javier ruega por nosotros.
San Juan María Vianney ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús ruega por nosotros.
Santos y santas de Dios rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio líbranos Señor.
De todo mal líbranos Señor.
De todo pecado líbranos Señor.
De la muerte eterna líbranos Señor.
Por tu encarnación líbranos Señor.
Por tu muerte y resurrección líbranos Señor.
Por el don del Espíritu Santo líbranos Señor.
Nosotros que somos pecadores, te rogamos óyenos.
Si hay bautizados:
Para que te dignes comunicar
tu propia vida a quienes has
llamado al bautismo. te rogamos óyenos.
Si no hay bautizados:
Para que santifiques esta agua por la
que renacerán tus nuevos hijos te rogamos óyenos.
Si hay bautizos, el sacerdote con las manos juntas, dice la siguiente oración:
S. Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía tu Santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante la colaboración de nuestro ministerio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL
38. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo con las manos juntas, la siguiente oración:
S. Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos de los sacramentos y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo. Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida. Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud. Dios nuestro, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo de los bautizados. Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: “Id y enseñad a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.” Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo. Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.
Si lo cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua una o tres veces, diciendo:
Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente, Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue: para que todos los que en ella reciban el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resuciten también con Él a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
39. Enseguida saca el cirio del agua y el pueblo dice la siguiente aclamación o alguna otra adecuada:
Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo por los siglos.
40. Cada catecúmeno hace la renuncia a Satanás y la profesión de fe, y recibe el bautismo. Si está presente el obispo, los catecúmenos adultos reciben inmediatamente la confirmación; en caso contrario, el presbítero que ha administrado el bautismo puede también confirmar a los catecúmenos adultos.
BENDICIÓN DEL AGUA COMÚN.
Pidamos, queridos hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, que bendiga esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.
Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:
Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos. Tú, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia: a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud; en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo, inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción del pecado. Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua del Señor, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
42. Terminada la ceremonia del bautismo (y de la confirmación) o, si no hubo bautizos, después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas hacen la renovación de las promesas del bautismo. El sacerdote se dirige a la comunidad con estas palabras u otras parecidas:
S. Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con Él en su muerte para resucitar con Él a una vida nueva. Por eso, al terminar el tiempo de preparación de la cuaresma, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.
Para hacer la renuncia se toma la siguiente fórmula que se propone a continuación:
S. ¿Renuncian ustedes a Satanás?
A.Sí, renuncio.
S. ¿Renuncian a todas sus obras?
A.Sí, renuncio.
S. ¿Renuncian a todas sus seducciones?
A. Sí, renuncio.
Prosigue el sacerdote:
S. ¿Creen ustedes en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
A. Sí, creo.
S. ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
A. Sí, creo.
S. ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
A. Sí, creo.
Y el sacerdote concluye:
S. Que Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida eterna.R. Amén.
43. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras se entona un canto bautismal.
44. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, los ministros llevan a la fuente, con toda reverencia, el recipiente del agua. Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en su lugar apropiado.
45. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde dirige la Oración Universal, en la cual toman parte los neófitos por primera vez. No se dice Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. En esta noche santísima de la Pascua, oremos al Señor por nuestras necesidades y las de todos los hombres. Respondemos a cada invocación:
A. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.
1. Para que la Iglesia Universal, que hoy vuelve a cantar el Aleluya pascual, al celebrar el misterio más grande de nuestra fe, sea luz y salvación para todos los pueblos. Oremos.
2. Por el Papa Francisco, por nuestros obispos y sacerdotes, para que Cristo resucitado les ilumine en su misión de guiar el rebaño que Él mismo les ha encomendado. Oremos.
3. Por los gobernantes, para que, siguiendo el ejemplo del Resucitado, sean luz para sus pueblos y naciones. Oremos.
4. Para que los que están sumergidos en las tinieblas de la miseria y la opresión, reciban la luz y la fuerza de Cristo resucitado. Oremos.
S. Recibe, Padre, las oraciones que tu Iglesia te presenta al celebrar el misterio de la resurrección de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. A. Amén.
CUARTA PARTE
Liturgia Eucarística
46. El sacerdote va al altar y comienza la Liturgia Eucarística, en la forma acostumbrada.
47. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos, si los hay.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo y acepta sus ofrendas, para que la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales sea, por tu gracia, prenda de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. A. Amén.
PREFACIO: El misterio pascual
S. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
S. levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque Él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en un mismo sacramento pascual.Por Jesucristo nuestro Señor. A. Amén.
BENDICIÓN SOLEMNE
S. Que Dios Todopoderoso los bendiga en esta noche solemnísima de Pascua y, compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado.A.Amén.
S. Que les conceda el premio de la inmortalidad quien los ha redimido, para la vida eterna, con la resurrección de su Hijo.A.Amén.
S. Que quienes, una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna.A.Amén.
S. Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.A.Amén.
48. Para la despedida, el diácono o el mismo sacerdote dice:
Pueden ir en paz, ¡aleluya, aleluya!
A. Demos gracias a Dios, ¡aleluya, aleluya!
VIERNES SANTO 25 DE MARZO
LAS 7 PALABRAS
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
Oración preparatoria: Señor Jesucristo,
salvador y redentor, me
arrodillo ante tu bendita cruz. Mi
espíritu y mi corazón se dedican ahora
a reflexionar sobre tu sagrada Pasión.
Levántese tu cruz ante mí, para hacerme
comprender mejor y grabar en mi
corazón todo cuanto hiciste y sufriste
por todos los hombres. Oh,
Señor, haz que en la hora de mi muerte
escuche de tu boca palabras de
misericordia y de amor. Concédeme, recibir en mi corazón con docilidad, tus últimas palabras en la cruz. R. Amén.
Primera palabra:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)
La palabra de Cristo en la cruz pidiéndole al Padre el perdón para
quienes le estaban dando muerte, son muy profundas y nos invitan a saber
perdonar siempre y en cualquier situación. La palabra perdón en la cruz salió
del corazón de Cristo, humilde, comprensivo, lleno de amor incondicional y de
ternura. Para que de nuestro corazón pueda salir la palabra perdón, es
necesario que nos revisemos y nos preguntemos si somos cristianos de verdad, si
tenemos amor incondicional a nuestros hermanos, si somos misericordiosos,
comprensivos y llenos de ternura. Cuando Dios nos perdona, restaura nuestro
interior y nos regresa la alegría. Cuando nosotros perdonamos, Dios restaura a
nuestro hermano a través de ese perdón.
Oración
Señor Jesús, concédeme el don del perdón y recordar siempre lo que
digo en el Padre nuestro, “perdona mis ofensas, así como perdono a quien me
ofende”. Amén. Padre nuestro, Ave María y
Gloria.
Segunda palabra:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43)
Jesús ofrece la salvación al criminal. La tradición posterior dio
el nombre de Dimas a ese “buen ladrón”. El diálogo de Dimas con Jesús está
lleno de verdad, coherencia y sinceridad. Son las palabras que la sociedad
necesita hoy. El Evangelio nos dice que era ladrón, pero si analizamos sus
palabras, notaremos su gran corazón y una conciencia que lo mantenía en la
verdad: “Tú y yo pagamos por lo que nos
merecemos, en cambio, éste es inocente”, le dice a su compañero. Dimas reconoce
la divinidad de Jesús, lo reconoce como el Hijo de Dios al decir, “acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”.
Y Jesús lo canoniza, “hoy estarás conmigo
en el paraíso”. El paraíso podemos vivirlo ya desde ahora.
Oración
Señor Jesús, me arrepiento como si estuviera al final de mi vida,
dame el don de la conversión para que al final de mi existencia me digas: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”. Amén.
Padre nuestro, Ave
María y Gloria.
Tercera palabra:
“Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo:
ahí tienes a
tu Madre” (Jn.
19, 26-27)
Jesús al dejar a María como madre de Juan, y Juan como hijo a
María, no es para que no quedara desamparada. María tenía parientes, mas por su
vocación de Madre del Hijo de Dios la Providencia no la desampararía, como no
lo hace con nosotros. El pensamiento de Dios es otro, dejar a María como Madre
de la humanidad. Desde ese momento María comprende que su misión no termina en
la cruz, termina cuando se duerma en el Señor el último ser humano de la historia.
Ella puede colaborar con nosotros para que cumplamos nuestra misión hasta el
final de nuestros días. Cristo y María triunfaron. Cristo, María y nosotros
también podemos triunfar.
Oración
Señor Jesús concédeme la gracia de saber valorar a la mujer, pues
ella es la portadora de la vida, de la dignidad humana, es la que lo da todo
por la felicidad de la familia. Bendícela, protégela y al final de sus días
colócala al lado de tu Madre, la mujer del sí, de la obediencia, de la
colaboración, de la humildad. Amén. Padre nuestro, Ave María y
Gloria.
Cuarta palabra:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46)
Esta palabra pronunciada por Jesús crucificado al Padre, es la
oración del justo que sufre y espera en Dios. Jesús en lugar de desesperar, clama
al Padre pues confía en que Él lo escucha, pero Dios no responde, porque ha
sacrificado a su Hijo por amor a nosotros, ha establecido una alianza para
limpiarnos del pecado, por lo tanto su único Hijo debe morir. Muchas veces en
la vida hemos sentido el “abandono de Dios”, ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora?,
¿qué hice Señor? Preguntas como la de Cristo que encuentran como respuesta el
silencio de Dios. Por lo general, es la mejor respuesta que nos puede dar, pero
no la entenderemos hasta que sepamos que del silencio brota la resurrección.
Oración
Señor Jesús, se tú la compañía de todas las personas que viven en
soledad, dales la fortaleza, pero sobre todo concédeles la gracia de aprovechar
esos momentos de la vida para encontrarse contigo; e ir a tu encuentro en cada
hermano que necesite amor. Amén. Padre nuestro, Ave María y
Gloria.
Quinta palabra:
“Tengo sed” (Jn. 19, 28)
La sed de Jesús, relatada en el evangelio de Juan, representa su
deseo de cumplir la voluntad del Padre. ¿De qué tiene sed el hombre, la familia
y la sociedad? Iniciamos por nosotros mismos y preguntémonos de qué tenemos
sed: “tengo sed de amar y ser amado, de tener una sociedad mejor, un trabajo
estable y digno, unos días para encontrarme conmigo mismo, ser escuchado, que
mi familia viva en armonía”. Compartamos este anhelo, tal vez ahí tendremos un
buen inicio. Ahora intentemos descubrir de qué tiene sed nuestra familia: “que
seamos más amables, que haya más amor, que haya más atención hacia los hijos y
con la familia de origen”. Preguntémonos sobre la sed de la sociedad: La
sociedad quiere que: “termine la corrupción, el egoísmo e individualismo; que
se respete la vida, el matrimonio, la mujer, los niños; que haya trabajo para
todos...”. La pregunta es: ¿en qué colaboramos para que la familia y la
sociedad sacien esta clase de sed?
Oración
Señor Jesús que en tu cruz dijiste que tenías sed y se te dio
vinagre, no permitas que la sed de la familia sea saciada con el pecado. Dales
conciencia a los padres de familia y a los hijos de saciar su sed común, el
amor y la obediencia. Amén. Padre nuestro, Ave María y
Gloria
Sexta palabra:
“Todo está cumplido” (Jn. 19, 30)
Jesús nos dice que la misión que el Padre le encomendó está
cumplida. A la vida, todos llegamos con un fin que cumplir. Quien se da cuenta
de él a temprana edad y se esfuerza para cumplirlo, es la persona triunfadora
que vive con serenidad, en cambio el que
no descubre su proyecto, camina sin rumbo. Analicemos y respondamos entonces
las siguientes preguntas: ¿Conocemos el proyecto con el que Dios nos envió a
este mundo? ¿Estamos seguros que el proyecto que estamos realizando es el que
Dios quiere? ¿Este proyecto lo estamos realizando a cabalidad? Procuremos que
al final de nuestra vida digamos con sinceridad al ver nuestra obra según la
voluntad de Dios: “Todo está cumplido”.
Oración
Señor Jesús, te pido intercedas ante el Padre celestial para que
envíe su Espíritu Santo sobre mí y me permita crecer en mi vida cristiana como
hombre de fe, de modo que sienta mi progreso personal y familiar. Amén. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Séptima palabra:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23, 46)
La tradición de Lucas dice que, en la cruz, Jesús rezó ese salmo de súplica
confiada. El camino de la vida es difícil. Algunos en la sociedad creen que
excluyendo a Dios encontrarán el camino de la felicidad, creen que con el solo
esfuerzo humano podrán llevar la vida con serenidad, alegría y felicidad.
Preguntémosles si son felices. Con frecuencia dirán que sí para ser coherentes de lo que
dicen o escriben. Cuando una persona prescinde de Dios, aunque busque mil
caminos, es infeliz, vivirá con su interior vacío. Nosotros debemos intentar
que cada día de nuestras vidas esté en las manos del Padre.
Oración
Señor Jesús, que hasta el final de tus días entre nosotros te
encomendaste a tu Padre, no permitas que la sociedad camine hacia la
superficialidad humana, cristiana, familiar y social. Danos el espíritu de
conversión para que tu Espíritu se quede siempre en los niños y jóvenes, adultos
y ancianos y todos en el último suspiro de la vida digamos: “Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu”. Amén.
Padre nuestro, Ave
María y Gloria.
REFLEXIÓN VIERNES SANTO 25 DE MARZO
CONMEMORACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR.
Pbro. Edison Montilla Mercado
Formador del Seminario Mayor
Formador del Seminario Mayor
Seminario San Buenaventura
Mérida - Venezuela
Hoy conmemoramos el día
de la Pasión del Señor, pero celebrar la Pasión no es entristecerse por un
hecho pasado; es mucho más que eso; hoy es el día en que la Iglesia siente y
padece la muerte de su Señor; y busca asumir y encarnar el sentido del camino
de la cruz.
En primer lugar, la
Pasión del Señor nos remite al misterio de la encarnación y el nacimiento del
Niño Jesús. Al hombre ensangrentado, al del cuerpo maltratado, sin forma ni
aspecto atrayente que hoy besamos en la cruz, es el mismo cuerpo del niño dulce
y tierno que los pastores y magos adoraron; y nosotros también besamos al
nacer. Esto nos habla del gran amor que Dios nos tiene, que entregó a su Hijo
único, por cada uno de nosotros, para que nadie se pierda sino tenga vida
eterna (Jn. 3,16). Nos habla de la bondad y la misericordia de Dios en su Hijo
Jesucristo. Realmente Dios, en la persona de Jesús, se despojó de todo, asumió
nuestra condición humana, menos el pecado; (Heb. 4,15) enseñándonos que “lo que
no se asume, no se redime”. (San Ireneo)
En segundo lugar, el
dolor que sentimos en este día es verdadero y auténtico, cuando somos capaces
de padecer con el otro; cuando salimos de nuestros egoísmos e individualismos y
somos capaces de sufrir con el que sufre. Pero sufrir con el que sufre es
posible cuando se ama. Jesús nos mostró que el amor de Dios por la humanidad no
tiene límites, “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”
(Jn. 15,13). Hoy, la virgen María nos muestra la otra parte del dolor: del que
acompaña y observa sin poder hacer nada; y, justamente por eso, ante la
impotencia, ante la injusticia, ante la crueldad sentir el dolor más frío,
penetrante y desgarrador. Ese es el dolor María en su corazón. Podemos
imaginarnos a María besando el cuerpo inerte de Jesús cuando es bajado de la
cruz. El beso de amor y dolor. Ese es el beso que hoy damos a Jesús en la cruz,
si primero, hemos sido capaces de reconocer nuestras culpas, sin maquillaje,
sin excusarnos. Segundo, si hemos sentido un dolor verdadero de haber faltado,
de haber fallado, de no haber sido fieles al Señor, de haberlo engañado,
vendido y negado tantas veces. Y, tercero, es el beso del que ha pedido perdón
y ha vivido en carne propia la MISERICORDIA de Dios y se sabe amado, perdonado
y transformado por Dios. Por el contrario, está el beso de Judas, el beso de la
hipocresía, del que miente, del que engaña, del indiferente, del insulto, de la
injusticia, de no querer cambiar, de no aceptar a Dios, etc.
Y tercero, la pasión del
Señor, el Viacrucis o camino de la cruz, nos señala cuál es el camino elegido
por Dios para salvarnos: el camino del PERDÓN y no hay otro. La pasión es el
camino del perdón y del amor. Esto me hace pensar en algo que anhelamos tanto
personalmente pero también como miembro de un país y del mundo entero: La Paz.
Sólo hay paz en el corazón de la persona que es capaz de perdonar, incluso
aquello, que se supone imperdonable. A eso se refieren las palabras de Jesús
“Perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34). La paz no se impone con
armas, con insultos, con amenazas ni con sobornos. La paz es fruto y brota en
los corazones que perdonan y que se saben amados y perdonados por Dios. La valentía
del perdón es el signo de que Dios vive en mi corazón. El odio, el
resentimiento y el enojo enferman física, psicológica y espiritualmente a las
personas; no son felices, viven desdichadas, con rabias, todo les molesta, nada
les parece bien, son quejonas y cargan un vacío en sus corazones. El perdón es
una decisión, por eso es que Dios no violenta nuestras voluntades, está
esperando porque demos el paso que sigue. Celebrar hoy la Pasión, es descubrir
junto a la Verónica el verdadero rostro de Cristo, del amor y la misericordia
de Dios. Que Dios no está enojado, pero tampoco está contento con nuestros
pecados; sino que Dios está ansioso por tocar nuestros corazones y
transformarlos para la vida Eterna: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en
el paraíso” (Lc 23,43).
VIERNES SANTO 25 DE MARZO
CONMEMORACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR.
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
L.H.: Oficio propio. / Color litúrgico: Rojo.
1. El día de hoy y el de mañana, por una
antiquísima tradición, la Iglesia omite por completo la celebración del
sacrificio eucarístico.
2. El altar debe estar desnudo por completo:
sin cruz, sin candelabros y sin manteles.
3. Después del mediodía, alrededor de
las tres de la tarde, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más
avanzada, se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia
de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión. En este día la sagrada
comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la
Pasión del Señor; pero a los enfermos que no puedan tomar parte en esta
celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.
4. El sacerdote y el diácono, revestidos
de color rojo, como para la misa, se dirigen al altar, y hecha la debida
reverencia, se postran rostro en tierra o, si se juzga mejor, se arrodillan, y
todos oran en silencio durante algún espacio de tiempo.
5. Después el sacerdote, con los
ministros, se dirige a la sede, donde, vuelto hacia el pueblo, con las manos
juntas dice la siguiente oración: (No se
dice “Oremos”)
ORACIÓN
Padre nuestro misericordioso, santifica y protege siempre a esta
familia tuya, por cuya salvación derramó su Sangre y resucitó glorioso
Jesucristo, tu Hijo. El cual vive y
reina por los siglos de los siglos.R. Amén.
Primera
parte
Liturgia de la Palabra
6.
Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías
(52,13- 53,12) con su salmo.
1ª Lectura: Is 52,13 -53, 12
Lectura
del profeta Isaías
Miren, mi Siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos
se espantaron de Él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto
humano; así asombrará a muchos pueblos: ante Él los reyes cerrarán la boca, al ver algo
que no se puede narrar y contemplar algo insólito. ¿Quién creyó nuestro
anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como un
brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto
atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y
desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable
vino sobre Él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada
uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado
al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin
defensa, sin justicia, se lo llevaron. ¿Quién meditó en su destino? Lo
arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malhechores; porque murió con los malvados, aunque
no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso
triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su
descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus
manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se saciará; con lo aprendido,
mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Por eso le
daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los
despojos; porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores,
y Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios.A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 30)
R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
L.A ti,
Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a
salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. /R.
L.Soy la
burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis
conocidos; me ven por la calle y escapan de mí. Me han olvidado como a un
muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. /R.
L.Pero
yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis
azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. /R.
L.Haz
brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y
valientes de corazón, los que esperan en el Señor. /R.
7. A
continuación se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos
(4,14-16;5,7-9), con el canto antes del Evangelio.
2ª Lectura: Hb 4,14-16; 5,7-9
Lectura
de la carta a los Hebreos
Hermanos: Tenemos un Sumo Sacerdote que penetró los cielos, Jesús
el Hijo de Dios. Mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un
Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en
todo, igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto,
confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar
gracia para ser socorridos en el tiempo oportuno. Cristo, en los días de su
vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que
podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su actitud reverente. Él, a
pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la
consumación, se ha convertido para todos los que obedecen en autor de salvación
eterna. Palabra de Dios.A. Te alabamos, Señor.
8.
Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del mismo modo que el
domingo precedente (18, 1-19,42).
Evangelio: Jn. 18,1-19,42
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según
san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
C. En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del
torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos.
Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo
allí con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los
sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linterna, antorchas
y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:
†: ¿A quién buscan?
C: Le contestaron:
S: A Jesús, el nazareno.
C: Les dijo Jesús:
†: Yo soy.
C: Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles “Yo soy”,
retrocedieron y cayeron a tierra.
Jesús les volvió a preguntar:
†: ¿A quién buscan?
C: Ellos dijeron:
S: A Jesús, el nazareno.
C: Jesús contestó:
†: Les he dicho que yo soy. Si me buscan a mí, dejen que éstos se
vayan.
C: Así se cumplió lo que Jesús había dicho: “No he perdido a ninguno
de los que me diste”. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e
hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado
se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
†: Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha
dado mi Padre?
C: El batallón, su comandante y los
criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero
ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el
que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre
por el pueblo”. Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo
era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo
sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro
discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a
Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:
S: ¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?
C: Él dijo:
S: No lo soy.
C: Los criados y los guardias habían encendido una hoguera, porque
hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie,
calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de
su doctrina. Jesús le contestó:
†: Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en
la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho
nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han
oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho.
C: Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús
diciéndole:
S: ¿Así contestas al sumo sacerdote?
C: Jesús le respondió:
†: Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he
hablado como se debe, ¿por qué me pegas?
C: Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. Simón
Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S: ¿No eres tú también uno de sus discípulos?
C: Él lo negó diciendo:
S: No lo soy.
C: Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien
Pedro le había cortado la oreja, le dijo:
S: ¿Cómo, no te vi yo con él en el huerto?
C: Pedro volvió a negarlo y enseguida canto un gallo. Llevaron a
Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana, ellos lo entraron en el
palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió
entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo:
S: ¿De qué acusan a este hombre?
C: Le contestaron:
S: Si éste no fuera un malhechor, no lo hubiéramos traído.
C: Pilato les dijo:
S: Pues llévenselo y júzguenlo según su ley.
C: Los judíos le respondieron:
S: No estamos autorizados para dar muerte a nadie.
C: Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte
iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
C: Jesús le contestó:
†: ¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?
C: Pilato le respondió:
S: ¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han
entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?
C: Jesús le contestó:
†: Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis
servidores habrían luchado para que yo no cayera en manos de los judíos. Pero
mi Reino no es de aquí.
C: Pilato le dijo:
S: ¿Conque tú eres rey?
C: Jesús le contestó:
†: Tú lo has dicho. Soy Rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo
de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.
C: Pilato le dijo:
S: Y ¿qué es la verdad?
C: Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S: No encuentro en Él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que
por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que le suelte al Rey de los
judíos?
C: Pero todos ellos gritaron:
S: ¡No, a ése no! ¡A Barrabás!
C: El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo
mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en
la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a Él, le
decían:
S: ¡Viva el Rey de los judíos!
C: Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S: Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en Él ninguna
culpa.
C: Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color
púrpura.
Pilato les dijo:
S: Aquí está el hombre.
C: Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:
S: ¡Crucifícalo, crucifícalo!
C: Pilato les dijo:
S: Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro en Él
ninguna culpa.
C: Los judíos le contestaron:
S: Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque
se ha declarado Hijo de Dios.
C: Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando
otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S: ¿De dónde eres tú?
C: Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
S: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y
autoridad para crucificarte?
C: Jesús le contestó:
†: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado
de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.
C: Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos
gritaban:
S: ¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!
C: Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el
tribunal, en el sitio que llaman el Enlosado (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el
mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S: Aquí tienen a su Rey
C: Ellos gritaron:
S: ¡Fuera, fuera!, ¡Crucifícalo!
C: Pilato les dijo:
S: ¿A su Rey voy a crucificar?
C: Contestaron los sumos sacerdotes:
S: No tenemos más rey que el César
C: Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús y
Él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado la Calavera (que en
hebreo se dice Gólgota), donde lo
crucificaron, y con Él a otros dos uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato
mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito:
‘Jesús el nazareno, el Rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos,
porque estaban cerca del lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en
hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron
a Pilato:
S: No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Soy Rey
de los judíos’
C: Pilato les contestó:
S: Lo escrito, escrito está.
C: Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e
hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se
dijeron:
S: No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca.
C: Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y
echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados. Junto a la cruz de
Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María
Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería,
Jesús dijo a su madre:
†: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
C: Luego dijo al discípulo:
†: Ahí tienes a tu madre.
C: Y desde entonces el discípulo la recibió en su casa. Después de
esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término para que se cumpliera
la Escritura dijo:
†: Tengo sed.
C: Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una
esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca.
Jesús probó el vinagre y dijo:
†: Todo está cumplido
C: E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(Todos
se arrodillan y hacen un momento de adoración en silencio)
C: Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la
Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el
sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les
quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le
quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados
con Él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e
inmediatamente salió sangre y agua. El que vio da testimonio de esto y su
testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes
crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le
quebraran ningún hueso;
y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. Después de esto,
José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero se ocultó por miedo a los
judíos, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús y Pilatos se lo concedió. Él fue
entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo
de noche, y trajo unos cincuenta kilos de una mezcla de mirra y áloe. Tomaron
el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se
acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron,
y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y
como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro
estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Palabra
del Señor.A .Gloria a ti, Señor Jesús
ORACIÓN UNIVERSAL
9. La Liturgia de la Palabra se termina
con la Oración Universal, que se hace de esta manera: el diácono, junto al
ambón, dice el invitatorio, en el cual se expresa la intención. Enseguida oran
todos en silencio durante un breve espacio de tiempo y luego el sacerdote, de
pie junto a la sede o ante el altar, dice la oración con las manos extendidas.
Los fieles pueden permanecer arrodillados o de pie durante todo el tiempo de
las oraciones.
10. La Conferencias Episcopales pueden
aprobar algunas aclamaciones del pueblo antes de cada oración del sacerdote o
disponer que se conserve la invitación tradicional del diácono: Arrodillémonos,
levantémonos y la costumbre de que los fieles se arrodillen en silencio durante
la oración.
11. Cuando hay una grave necesidad
pública, el Ordinario del lugar puede permitir o prescribir que se añada alguna
intención especial.
12. De las oraciones que se presentan en
el Misal, el sacerdote puede escoger las que sean más apropiadas para las
circunstancias del lugar, cuidando, sin embargo, de que se conserve la serie de
intenciones establecidas para la Oración Universal.
I.
Por la santa Iglesia
Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor
le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una
vida serena, para alabar a Dios Padre Todopoderoso.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a
todas las naciones, conserva la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida
por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu
nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
II.
Por el Papa
Oremos también por nuestro santo Padre el Papa Francisco, para que
Dios nuestro Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista y proteja para
bien de su Iglesia, como guía y pastor del pueblo santo de Dios.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, cuya providencia gobierna todas las
cosas, atiende a nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has
elegido, para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral,
progrese siempre en la fe. Por
Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
III.
Por el pueblo de Dios y sus ministros
Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos,
presbíteros, diáconos, por todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia
y por todo el pueblo de Dios.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, que con tu Espíritu santificas y
gobiernas a toda tu Iglesia, escucha nuestras súplicas y concédenos tu gracia,
para que todos, según nuestra vocación, podamos servirte con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
IV.
Por los catecúmenos
Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios
nuestro Señor los ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que,
mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a
Cristo nuestro Señor.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a
tu Iglesia, aumenta en los (nuestros) catecúmenos el conocimiento de su fe,
para que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de
adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
V.
Por la unidad de los cristianos
Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para
que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se
digne reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, tú que reúnes a los que están
dispersos y los mantienes en la unidad, mira con amor a todos los cristianos, a
fin de que, cuantos están consagrados por un solo bautismo, formen una sola
familia, unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
VI.
Por los judíos
Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó hablar
por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente
en el amor a su nombre y en la fidelidad a su alianza.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, que prometiste llenar de bendiciones a
Abraham y a su descendencia, escucha las súplicas de tu Iglesia, y concede al
pueblo de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
VII.
Por los que no creen en Cristo
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados
por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, concede a quienes no creen en Cristo,
buscar sinceramente agradarte, para que encuentren la verdad; y a nosotros tus
fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte
más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
VIII.
Por los que no creen en Dios
Oremos también por los que no conocen a Dios, para que obren
siempre con bondad y rectitud y puedan llegar así a conocer a Dios.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que has hecho a los hombres en tal
forma que en todo, aun sin saberlo, te busquen y sólo al encontrarte hallen
descanso, concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos
reconozcan las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra
vida, tengan por fin la alegría de creer en ti, único Dios verdadero y Padre de
todos los hombres. Por Jesucristo,
nuestro Señor.R. Amén.
IX.
Por los gobernantes
Oremos también por los jefes de Estado y todos los responsables de
los asuntos públicos, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que
promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, en cuya mano está mover el corazón de
los hombres y defender los derechos de los pueblos, mira con bondad a nuestros
gobernantes, para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico
progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
X.
Por los que se encuentran en alguna tribulación
Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, para que libre al
mundo de todas sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen
hambre, libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda
seguridad a los que viajan, un pronto retorno a lo que se encuentran lejos del hogar
y la vida eterna a los moribundos.
Se
ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios Todopoderoso y Eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de
los que sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que
experimenten todas las alegrías de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
Segunda parte
Adoración de la Santa Cruz
13.
Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa Cruz.
De las dos formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la
cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo con las
circunstancias.
Primera
forma de mostrar la santa Cruz
14. Se lleva al altar la cruz, cubierta
con un velo y acompañada por dos acólitos con velas encendidas.
El sacerdote, de pie ante el altar,
recibe la cruz, descubre un poco su extremo superior, la eleva y comienza a
cantar el invitatorio Mirad el árbol de la Cruz, cuyo canto prosigue juntamente con los
ministros sagrados, o, si es necesario, con el coro. Todos responden: Venid
y adoremos.
Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos
instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto. Enseguida el
sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola de nuevo, comienza
a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio Mirad
el árbol de la Cruz, y
se prosigue como la primera vez. Finalmente descubre por completo la cruz y,
volviéndola a elevar, comienza por tercera vez el invitatorio Mirad el árbol de la Cruz, etc., como
la primera vez.
15. Enseguida, acompañado por dos
acólitos con velas encendidas, el sacerdote lleva la cruz a la entrada del
presbiterio o a otro sitio adecuado y la coloca ahí, o la entrega a los
ministros o acólitos para que la sostengan, y se colocan las dos velas
encendidas a los lados de la cruz. Se hace luego la adoración de la santa Cruz
como se indica más abajo.
Segunda
forma de mostrar la santa Cruz
16. El sacerdote, el diácono y otro
ministro idóneo, van a la puerta del templo juntamente con los acólitos.
Ahí recibe la cruz ya descubierta. Los
acólitos toman los ciriales encendidos, y todos avanzan en forma de procesión
hacia el presbiterio a través del templo. Cerca de la puerta del templo, el que
lleva la cruz la levanta y canta el invitatorio Mirad el árbol de la Cruz. Todos responden Venid y adoremos y se arrodillan después de la respuesta, adorando
un momento en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la
entrada del presbiterio (El invitatorio
se canta las tres veces en el mismo tono). Enseguida se coloca la cruz a la
entrada del presbiterio y se ponen a sus
lados los ciriales.
Invitatorio
al presentar la santa Cruz Adoración de la santa Cruz
R. Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo
clavado Cristo el Salvador del mundo.
R. Venid y adoremos.
17. El sacerdote, el clero y los fieles
se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo delante de ella una
genuflexión simple o algún otro signo de veneración (como el de besarla), según
la costumbre de la región. Mientras tanto, se canta la antífona Tu Cruz adoramos, los Improperios, u otros cánticos
apropiados. Todos, conforme van terminando de adorar la cruz, regresan a su
lugar y se sientan.
18. Expóngase solamente una cruz a la
adoración de los fieles. Si por el gran número de asistentes no todos pudieren
acercarse, el sacerdote, después de que una parte de los fieles haya hecho la
adoración, toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo, con
breves palabras, a adorar la santa cruz. Luego la levanta en alto por un
momento, para que los fieles la adoren en silencio.
19. Terminada la adoración, la cruz es
llevada al altar y puesta en su lugar. Los ciriales encendidos son colocados a
los lados del altar o junto a la cruz.
La
colecta para los lugares santos
La Sagrada Congregación de la Iglesia Oriental, que coordina la
solicitud pastoral de la Iglesia Católica a favor de toda la comunidad
cristiana de Tierra Santa, recuerda cada año la importancia vital de la jornada
del viernes Santo para la supervivencia del cristianismo en el país de Jesús.
La colecta por los Santos Lugares, no va dirigida principalmente a sostener los
santuarios, que recuerdan el paso histórico de Jesús, sino el sostenimiento de
la comunidad cristiana que, por la dramática situación actual, se encuentran en
estado de marginación y cuya supervivencia depende de la solidaridad del mundo
cristiano. Esta colecta se realiza, mientras se hace el gesto de adoración de
la Santa Cruz.
Tercera Parte
Sagrada comunión
20. Se extiende un mantel sobre el altar
y se pone sobre él un corporal y el libro. Enseguida el diácono o, en su
defecto, el mismo sacerdote, trae el Santísimo Sacramento del lugar del
depósito directamente al altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio.
Dos acólitos, con candelabros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento y
depositan luego los candelabros a los lados del altar o sobre él.
21. Después de que el diácono ha
depositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto el copón, se
acerca al sacerdote y, previa genuflexión, sube al altar. Ahí teniendo las
manos juntas, dice con voz clara:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina
enseñanza, nos atrevemos a decir: El
sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:
Padre nuestro, que estás en el cielo…
El
sacerdote, sigue con las oraciones:
Líbranos de todos los males, Señor…
El
pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
22.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un
motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para
defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
23.
Seguidamente hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada
sobre el pixis y dice en voz alta, de cara al pueblo:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y,
juntamente con el pueblo, añade una sola vez:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme.
Luego, comulga reverentemente el Cuerpo
de Cristo.
24. Después distribuye la comunión a los
fieles. Durante la comunión se pueden entonar cantos apropiados.
25. Acabada la comunión, un ministro
idóneo lleva el pixis a algún lugar especialmente preparado fuera de la
iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.
26. Después el sacerdote, guardando, si
lo cree oportuno un breve silencio, dice la siguiente oración:
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios Todopoderoso y rico en misericordia, que nos has renovado con
la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, no dejes de tu mano la obra
buena que has comenzado en nosotros, para que nuestra vida, por la comunión en
este ministerio, se entregue con verdad a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor.A.
Amén.
27.
Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las
manos sobre él dice la siguiente oración:
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este
pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa
resurrección; venga sobre él tu perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su
fe, y consolida en él la redención eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.A. Amén.
Y todos se retiran en silencio. A su
debido tiempo se desnuda el altar.
28. Los que asistieron a esta solemne
acción litúrgica de la tarde, no están obligados a rezar vísperas.
JUEVES SANTO 24 DE MARZO
“CELEBRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR, INSTITUCIÓN DEL ORDEN
SACERDOTAL Y MANDAMIENTO DEL AMOR”
P. José Anibal Berbesi Mora
Formador del Seminario Mayor
La centralidad de la Cena del Señor, sintetiza el
don cristiano de la vida y la misericordia, que se completa en la pasión,
muerte y resurrección. Hoy con todas las
fuerzas nos hacemos asamblea del memorial vigente y dinámico –no de la sangre
de cordero en el dintel (Éx. 12: 7)– sino de la ofrenda permanente de la cruz
que nos invita a ser parte del banquete para el servicio, la justicia, y el
amor para celebrar la vida (temporalidad), porque “ha llegado la hora” del sacrificio que se cristaliza en cada uno
de nosotros cuando lo compartimos, como puerta a la inmortalidad
(atemporalidad).
En el Evangelio de Juan para subir al trono de la
cruz, Jesús primero se despoja de la túnica para realizar el lavatorio de los
pies a sus discípulos, toma la iniciativa de una tarea reservada a los
esclavos, y evade el reclamo de Pedro que todavía no ha entendido la lógica del
Mesías: enseñar con el ejemplo, morir para vivir, amar hasta el extremo,
revestirse del sudario para resucitar con la túnica de la luz.
Que el servicio encomendado en la comunidad
eclesial lleve siempre la marca de Jesús que refuerza los lazos comunitarios en
la eucaristía, limpia las caídas y nos restituye para la misión. Cada vez que compartamos la Eucaristía, sea
la fuente de esperanza para disipar el pesimismo; ante esto ¿de qué manera
podemos actualizar el memorial de Jesús en nuestras vidas?, ¿cómo seguir
haciendo más eficaz el don de Dios en nuestras comunidades?, ¿seremos capaces
de lavar los pies más allá de la cruz, de los grupos cerrados, en las
situaciones límites y de aquellos que siguen en las periferias, la opresión y
la persecución? Con la Cena del Señor abramos el espíritu para la vivencia, eje
de estos días.
JUEVES SANTO 24 DE MARZO
“CELEBRACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR, INSTITUCIÓN DEL ORDEN SACERDOTAL Y MANDAMIENTO DEL AMOR”
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
L.H.: Oficio propio. / Color litúrgico: Blanco
Misa vespertina de la Cena del Señor.
Según una
antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohíben todas las misas
sin asistencia del pueblo. En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la
misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y
con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y
ministros. Los sacerdotes que hayan concelebrado ya en la misa del Santo Crisma
o por alguna otra razón pastoral, pueden concelebrar en la misa vespertina.
Donde lo pida el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir
que se celebre otra misa en la tarde en templos u oratorios públicos o
semipúblicos; y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero
solamente a favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la misa
de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se
hagan en provecho de personas particulares y de que no sean perjuicio de la
asistencia a la misa principal. La sagrada comunión se puede distribuir a los
fieles sólo dentro de la misa; pero a los enfermos se les puede llevar a
cualquier hora del día. Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la misa
del Santo Crisma, pueden comulgar de nuevo en la misa de la tarde.
Ritos iniciales y liturgia de la Palabra
1. El sagrario debe estar completamente vacío.
Conságrese en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la
comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.
2. Se dice
Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el
canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que
la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios nuestro, nos has convocado hoy (esta
tarde) para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de
entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el
sacrificio nuevo de la alianza eterna; te pedimos que la celebración de estos
santos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
1ª Lectura: Ex 12,1-8.11-14
Lectura del libro del Éxodo
En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y Aarón en tierra de
Egipto: “Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el
principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este
mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es
demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un
cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda
comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la
comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y
rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer
el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin
lavadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias
en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es
decir, el paso del Señor. Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré
a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los
ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor.
La sangre les servirá de señal en las casas donde habiten ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes
plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para
ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De
generación en generación celebrarán esta festividad, como institución
perpetua.” Palabra deDios.A. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 115)
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos
salva.
L.¿Cómo le
pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e
invocaré el nombre del Señor. /R.
L.A los ojos del
Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado,
a mí,tu esclavo e hijo de tu esclava. /R.
L.Te ofreceré
con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo. /R.
2ª Lectura: 1Cor. 11,23-36
Lectura de
la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que
el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se
entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con el cáliz
después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi
sangre.
Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él.” Por eso, cada
vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte
del Señor, hasta que vuelva. Palabra de
Dios.A. Te alabamos, Señor.
Evangelio:
Jn. 13,1-5
Lectura
del santo Evangelio según san Juan
A.
Gloria a
ti, Señor.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo
Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo
amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo
había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de
entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas
las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la
mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en
una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con
la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo:
“Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy
haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le
dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no
tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En este caso, Señor, no
sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se
ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y
ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar,
por eso dijo: “No todos están limpios”.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra
vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer
con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque yo lo soy.
Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para
que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes los hagan”. Palabra del Señor.A. Gloria a ti, Señor Jesús
3. En la
homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta misa, es decir
la institución de la Sagrada Eucaristía y el Orden Sacerdotal y el mandato del
Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el
bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.
NO SE
DICE CREDO
Lavatorio de los pies
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Supliquemos, hermanos, a
Cristo, el Ungido del Padre, el sumo y eterno Sacerdote de Dios, en cuyas manos
ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche nuestras oraciones. A cada
invocación respondemos:
R. Tú, que
eres nuestra vida, escúchanos.
1.
Por la Iglesia: para que sea fiel a su misión de madre y
maestra y se vea fortalecida y purificada por la vivencia de la austeridad y la
oración constante, particularmente en este tiempo que nos presenta la liturgia.
Oremos.
2.
En este día santo, en que Jesús instituye la Eucaristía y el
Orden sacerdotal, oremos por el Papa Francisco, los Obispos, presbíteros y
diáconos, para que vivan plenamente su vocación, siendo testigos del amor
fraterno. Oremos.
3.
En este día, en el que Cristo fue entregado por uno de sus
amigos, oremos por los que hoy le traicionan derramando sangre inocente,
profanando el amor, renegando de su fe; para que la fuerza del misterio que
celebramos se haga vida en sus corazones. Oremos.
4.
Hoy recordamos aquella tarde en que Cristo oró por sus amigos,
pidamos por nuestra comunidad: N., por nuestros enfermos, por los que entregan
su vida por el Evangelio y por los que viven alejados de Dios, para que el paso
del Señor les alcance la paz, la salud, el perdón y el gozo de su cercanía. Oremos.
5.
Por los jóvenes, para que, descubran el amor que Jesús les ha
dado y para que, por medio de Él, sean instrumentos de paz y fraternidad. Oremos.
6.
Por las familias, para que en medio de su diario vivir siempre
se entreguen como ofrenda de amor y así puedan ser reflejos de unión y alegría
en medio de la sociedad. Oremos.
S. Señor Jesús, que antes de
derramar tu Sangre por nuestra salvación, quisiste quedarte en la Eucaristía
para ser nuestro alimento y nuestra vida, concédenos gustar el sacramento del
amor y ser signos de tu presencia en medio del mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.A. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en estos
santos ministerios, pues cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu
Hijo, se realiza la obra de nuestra redención.Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios Todopoderoso, que la Cena de tu
Hijo, que nos alimenta en el tiempo, llegue a saciarnos un día en la eternidad
de tu Reino. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Traslado del
Santísimo Sacramento
7. Dicha la oración después de la Comunión, el sacerdote, de
pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres
veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus
manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.
8. Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo
Sacramento a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va
adelante un acólito, con la cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento
con ciriales e incienso. El lugar de depósito debe estar preparado en alguna
capilla convenientemente adornada. Durante la procesión, se canta el himno
Pangue lingua (excepto las dos últimas estrofas) o algún otro canto
eucarístico.
9. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el
Santísimo Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo
incienso en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras tanto se canta la
parte final del himno Tantum ergo. Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna
del depósito.
10. Después de unos momentos de adoración en silencio, el
sacerdote y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.
11. Enseguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan
del templo las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que
queden cubiertas con un velo.
12. Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados
a rezar Vísperas.
13.
Exhórtese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a
dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del
Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin
solemnidad.
MIÉRCOLES SANTO 23 DE MARZO
CONMEMORACIÓN DE JESÚS NAZARENO
Smta. Nava Albarrán, José Luis
IV de Teología-Seminario "San Buenaventura"
La tradición cristiana conmemora en este día, a Jesús Nazareno, que sin duda alguna marca la existencia de Jesús en medio de una realidad muy particular; uno de los suyos, uno que compartía el mismo pan, uno que había vivido de cerca sus milagros y su entrega generosa, le traicionará por pura conveniencia personal, olvidando todo lo que el Señor su Maestro, había hecho por él.
Hoy miércoles, es el día donde Jesús, el Siervo sufriente se dispone a entregar su vida por la salvación del mundo y llevar a cabo la misión del Padre. ¿Se merecía Jesús tal situación, si era justo ante los ojos de Dios e inocente frente a los hombres? No. Sin embargo, Judas, el famoso administrador del grupo de los apóstoles no pensó así, es, en este discípulo llamado por el mismo Jesús, donde se inicia la entrega del Señor que incluso llega a nuestros días. Somos muchos los que a diario vendemos a Jesús por menos de treinta monedas, el bienestar mundano se ha convertido en la satisfacción perfecta de nuestros gustos y deseos.
Pese a todo, Jesús, no hace resistencia al poder humano y recuerda que el amor es la base fundamental para que los hombres encuentren el verdadero sentido a sus vidas, y es, en lo que en definitiva invitan a la reflexión las lecturas de la Palabra de Dios de este día.
Pidámosle, pues, a Jesús, que nos enseñe a entregarnos por amor, en libertad y sin odio y resentimiento hacia lo demás. Que nunca se nos olvide que Jesús nos invita a su mesa y nos da de su pan, para que vivamos y habitemos en Él, y así, llenos de su presencia, no nos dejemos llevar como Judas por las apetencias del mundo, olvidando, que el amor de Dios supera cualquier ganancia o paga terrena.
MIÉRCOLES SANTO 23 DE MARZO
CONMEMORACIÓN DE JESÚS NAZARENO
L.H.:
de la feria. / Color litúrgico: Morado.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que para
librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz,
concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
1ª. Lectura: Is.
50, 4-9
Lectura del Profeta Isaías
En aquel entonces,
dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar
al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi
oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus
palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la
espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No
aparté mi rostro a los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no
quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré
avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra
mí?, ¿quién es mi adversario? ¿ quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es
mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 68)
R. Por tu
bondad, Señor, socórreme.
L. Por ti he sufrido injurias y la vergüenza
cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia
sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mi
recae. /R.
L. La afrenta me destroza el corazón y
desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. /R.
L. En mi cantar exaltaré tu nombre,
proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes
buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni
olvida al que se encuentra encadenado.
/R.
Evangelio: Mt 26,
14-25
Lectura del Santo
Evangelio según San Mateo.
A.
Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo,
uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y
les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle
treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad
para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los
discípulos se acercaron a Jesús y les preguntaron: “¿Dónde quieres que te
preparemos la cena de Pascua?”, Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de
fulano, y díganle: El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la
Pascua con mis discípulos en tu casa”. Ellos hicieron lo que Jesús les había
ordenado y prepararon la cena de pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con
los Doce y mientras cenaban les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va
entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por
uno “¿Acaso soy yo, Señor?” Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato
que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está
escrito de él; pero ¡ay de aquél por quien el hijo del hombre va a ser
entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó
Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió:
“Tú lo has dicho”. Palabra del Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Todas nuestras peticiones son acogidas por Dios, que
quiere que sus hijos seamos plenamente
felices; por eso, con confianza le decimos:
A. Te rogamos, óyenos.
1. Por la
Iglesia, que se ha preparado para las fiestas pascuales, durante este tiempo de
Cuaresma, para que, siguiendo a Jesús crucificado y resucitado, merezca
llenarse de la luz que Él nos trae. Oremos.
2. Por los
cristianos, que en el Bautismo hemos recibido una dignidad, una vocación y una
tarea, para que llevemos con valentía la Buena Noticia a los sencillos y
limpios de corazón. Oremos.
3. Por
quienes viven en oscuridad, sufren el desamor, son marginados, no encuentran
sentido a su existencia, para que iluminados por Dios Padre, puedan vivir más
humanamente. Oremos.
4. Por los
que se desesperan ante la muerte, para que encuentren paz y esperanza en Cristo
resucitado. Oremos.
5. Por
todos nuestros seres queridos difuntos, para que gocen de la plenitud de la
vida en la resurrección. Oremos.
6.
Por nuestra comunidad parroquial, para que
viva anunciando la salvación de Jesús que se traduce en el respeto a la dignidad humana, la justicia y
la paz entre todos los hombres. Oremos.
S. Padre bueno, con humildad, te pedimos que acojas
nuestras súplicas. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los
dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor
y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos
celebrando. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Concédenos, Señor,
Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo padecida en el
Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
INICIA EL SANTO TRIDUO PASCUAL DE LA PASIÓN,
MUERTE Y RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
REFLEXIÓN PARA EL MARTES SANTO
22 DE MARZO
“TÚ ERES MI SIERVO, EN TI MANIFESTARÉ MI GLORIA”
Rvdo. Pbro. Rafael G. Viloria M (sjm)
Formador del Seminario Mayor
Seminario San Buenaventura
Mérida- Venezuela
Seminario San Buenaventura
Mérida- Venezuela
Por motivos pastorales en algunas regiones se celebra en este día, la Misa Crismal, signo de la comunión del pueblo y clero con su obispo.
Hoy Martes Santo, “la Iglesia Madre y Maestra” asumiendo la tarea de ser consecuente con la misión encomendada, invita a todos sus hijos diseminados por el pecado a seguir acercándose al sacramento de la reconciliación con el fin de recibir la Misericordia de Dios, y así estar preparados interiormente para vivir con alegría la Vigilia Pascual y sobre todo el gran acontecimiento de la Pascua. Ante esta realidad el Papa Francisco ha invitado reiteradamente a toda la Iglesia, a abrir el corazón y gustar la dulzura del perdón de Jesús, cuyo amor disipa la "noche" del pecado del ser humano.
Ante las situaciones de miseria por las cuales atraviesa toda la humanidad, la primera lectura del profeta Isaías nos recuerda la nobleza de un Dios que sigue consagrando a sus hijos desde el seno materno, para constituirlos siervos en quien se ha de gloriar; y sobre todo en quien ha de destinar como luz de las gentes para que su salvación alcance los confines de la tierra. Misterio de amor que se ha de asumir con convicción y certeza a la hora de querer seguir fielmente los caminos del Señor. Sabiéndose que el que nos llama es nuestra fuerza y nuestra defensa.
Con el salmo de hoy cantamos junto a toda la Iglesia universal: “En ti, Señor, he puesto mi esperanza”. Esperanza ante un mundo lleno de maldad y rencor, y sobre todo, donde cada día más se ve la indiferencia ante el amor de Dios que sigue derramando su sangre por la salvación de la humanidad entera. Que estos días de oración, ayuno y abstinencia sean oportunos para seguir creciendo en la fe y sobre todo para mantener el espíritu lleno de confianza ante un Dios que se hace presente en medio de las dificultades de la vida. Hoy lo seguimos contemplando en su humildad y en su paciencia al ver que muchos se alejan de Él para buscar otros placeres de la vida. ¿Cómo estoy viviendo estos días santos? ¿Con qué disposición de corazón estoy participando en las actividades de la Iglesia? ¿Me siento comprometido como hijo de Dios a morir en la cruz para renacer a una vida nueva? Estas interrogantes deberían resonar en nuestro corazón, ya que muchas veces como cristianos también nos apartamos del dolor y del sufrimiento de Cristo y el de los hermanos.
El Santo Evangelio de hoy (Jn. 13, 21-33; 36-38) nos relata el acontecimiento de la traición de Judas; y además, la confianza de sí mismo que tenía Pedro que pensó que por sus propias fuerzas iba a ser capaz de seguir al Señor. Ambos Apóstoles elegidos por la misma dignidad del Señor representan a nuestra humanidad vulnerable ante la oferta del poder y la autosuficiencia ¿Cuántos de nosotros negociamos con nuestros valores y virtudes enseñados en casa y así traicionamos a Jesús? y ¿Cuántos hemos caído confiando en nuestras propias fuerzas creyéndonos capaces de seguir a Dios hasta el final?. ¡Nuestra fuerza sólo está en Dios! Que esta lección que nos enseña la Palabra de Dios sea para seguir meditando con un corazón atento y disponible lo que Dios quiere de nosotros. Que estos días santos nos ayuden a seguir creciendo en la espiritualidad de la cruz, que no es otra que la de querer configurarnos con Cristo en su humildad y en su paciencia, sabiéndose como dice el Santo Padre Francisco, “la humildad es el camino de la santidad, y no hay humildad sin humillaciones”. “Cristo Jesús y humilde de corazón, en el exceso de tu amor te humillaste haciéndote obediente hasta la muerte de cruz. Concédenos Padre nuestro, vivir conforme a su humildad, obediencia, caridad y mansedumbre. Amén, Señor Jesús, por tu poder y para tu gloria” SJE.
MARTES SANTO
22 DE MARZO
“TÚ ERES MI SIERVO, EN TI MANIFESTARÉ
MI GLORIA”
L.H.: de la feria. / Color litúrgico: Morado
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
ORACIÓN COLECTA
Dios Todopoderoso y Eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.
1ª Lectura: Is 49,1-6
Lectura del profeta Isaías
Escúchenme, islas; pueblos lejanos atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”. Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a Él y congregar a Israel en torno suyo, tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 70)
R. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
L.A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. /R.
L.Sé tú mi roca de refugio, la fortaleza donde me salve, porque mi peña y mi defensa eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa. /R.
L.Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías. /R.
L.Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. /R.
Evangelio: Jn 13,21-33.36-38
Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: “En verdad, en verdad les digo que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa a su lado. Simón Pedro le hace una seña y le dice: “Pregúntale de quién está hablando”.
Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «“Señor, ¿quién es?”» Le responde Jesús: “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar”. Y, mojando el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que nos hace falta para la fiesta”, o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto”. “Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con ustedes. Ustedes me buscarán, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, ustedes no pueden venir, les digo también ahora a ustedes. Simón Pedro le dice: “Señor, ¿a dónde vas? “Jesús le respondió: “Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde”. Pedro le dice: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Le responde Jesús: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces”.
Palabra del Señor.A. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S. Adoremos al salvador de los hombres, que, muriendo, destruyó nuestra muerte y, resucitando, restauró la vida y digámosle:
A. Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
1. Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión para que consigamos la gloria de la resurrección. Oremos.
2. Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos, para que podamos confortar a los que están atribulados, mediante los sufrimientos de su vida. Oremos.
3. Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz, enseña a tus fieles a ser obedientes y a tener paciencia. Oremos.
4. Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso, y a nosotros danos un día parte en su felicidad. Oremos.
S. Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. A. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con bondad las ofrendas de esta familia tuya a la que invitas a tomar parte en tus sacramentos; concédele alcanzar la plenitud de lo que ellos significan y contienen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos que este sacramento, que sostiene nuestra vida temporal, nos lleve a participar de la vida eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
LUNES SANTO
21 DE MARZO
“ÉSTE ES MI SIERVO A QUIEN SOSTENGO”
L.H.:
de la feria. / Color litúrgico: Morado.
Queridos
Hermanos, el día de ayer hemos comenzado la Semana mayor, la semana Santa. Y
sería conveniente si queremos aprovechar la liturgia de la palabra, que hagamos
una mirada en conjunto sobre las lecturas de estos días que anteceden al Triduo
Pascual. Por ello, desde hoy hasta el miércoles estaremos escuchando en la
primera lectura textos del profeta Isaías, de los capítulos 42, 49 y 50.
Estos
capítulos son pequeñas composiciones proféticas que describen al que llamamos
el Siervo de Dios y que vienen a aplicarse perfectamente a quien es el Hijo de
Dios, Cristo Jesús, de quien nos hablará el Evangelio. Así, durante estos tres
primeros días las lecturas resaltarán lo que significa ser siervo y qué es
servir al Señor y estar junto a Él.
Si
nos detenemos un poco en la primera lectura, conocida como el primer cántico de
Isaías, nos dice: “miren a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido” (cf. Is.
42, 1) el servidor de Yahveh, su elegido, está lleno de su Espíritu, enviado
para sanar, liberar y sacar a la luz; Isaías nos muestra el perfil de quien es
verdaderamente justo, del que cumple la voluntad de Dios, del que está unido a
Dios. El siervo de Dios es capaz de mantener la llama que aún languidece,
porque sabe que ahí puede brotar la esperanza, por ello sabe guardar silencio,
esperar y apostar por el hombre que no sigue sus caminos, porque en su amor nos
ha escogido antes de que le conozcamos. Este primer cántico de Isaías es una
verdadera expresión de fe y amor que nos invita a contemplar a Jesús.
La
escena del Evangelio, indudablemente está en nuestra memoria, Jesús se
encuentra en casa de sus amigos, en casa de Marta, María y Lázaro, estan Él y
sus discípulos; y una escena inesperada se presenta, uno de los dueños de casa
unge a Jesús con un perfume sumamente costoso y la casa se impregna de su olor,
ciertamente es algo que causa desconcierto entre los presentes y aún más para
sus discípulos.
Pero
¿qué podemos aprender de todo esto?
Vamos a detenernos en un detalle: el perfume; es el lazo que une el amor que ofrece esta
mujer y la misericordiosa acogida que Cristo le da. El perfume aquí, es lo que
une la humilde ofrenda que quiere darse y la inmensa ofrenda de un corazón que
se entrega por nosotros, y para entregarse nos recibe con lo mucho o poco que
tenemos y podemos ofrecer. En esta escena vemos cómo el amor une la santidad
con la pequeñez, la grandeza con la humildad; nos presenta a Cristo como quien recibe
la pequeñez y humildad del hombre en un mismo lazo de amor que nos une a Él.
Dispongámonos
a vivir esta hermosa semana donde Jesús toca y transforma nuestra historia, y
también la de todo aquel que se acerca a Él.
P. Luis Omar Jaimes
Formador del Seminario
Mayor
LUNES SANTO
21 DE MARZO
“ÉSTE ES MI SIERVO A QUIEN SOSTENGO”
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
ORACIÓN COLECTA
Dios Todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil esperanza con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
1ª Lectura: Is 42, 1-7
Lectura del profeta Isaías
Miren a mi siervo, a quien sostengo a mi elegido, en quien tengo mis Complacencias. En Él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza. Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abra los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 26)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
L.El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? /R.
L.Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. /R.
L.Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor. /R.
L.La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía./R.
Evangelio: Jn 12, 1-11
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume. Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella. Entonces dijo Jesús:“Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”. Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor.A. Gloria a ti, Señor Jesús
ORACIÓN DE LOS FIELES
S.Jesús es aclamado como Rey y Mesías. Subamos con Él, al camino que lo lleva del calvario a la resurrección, y digámosle confiadamente:
A. Sé tú, Señor, nuestra luz y salvación
1. Que la entrega libre y generosa de Jesús, nos disponga a amar sin reservas a nuestros hermanos, especialmente aquel que sufre. Oremos
2. Por todas las personas que viven alejadas del amor misericordioso del Padre, para que, a través de nuestro testimonio de vida puedan reencontrarse con el Dios todo amor. Oremos
3. Por todos aquellos que trabajan en tierra de misión, en especial los que en estos días santos han dispuesto compartir su fe en estos lugares, para que el Espíritu Santo les guíe y les ilumine en sus trabajos. Oremos
4. Por todos los jóvenes, en especial aquellos que se encuentran desorientados, para que el ejemplo de una comunidad eclesial renovada y joven, los contagie de la Buena Nueva de Jesús.Oremos.
5. Por todas las madres que sufren la desobediencia y la ingratitud de sus hijos; el testimonio de fe y esperanza de María de Nazaret les motive a nunca desmayar en las dificultades. Oremos.
S. Escucha, Señor, las plegarias de tu pueblo y asístelos según tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con bondad el sacramento que estamos celebrando y haz que fructifique para la eternidad, pues tu amor providente lo instituyó para el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Ven, Señor, y protege con amor solícito al pueblo que has santificado en esta celebración, para que conserve siempre los dones que ha recibido de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.
DOMINGO
DE RAMOS
20
DE MARZO
Pbro. Edgar J. Quintero P.
Formador del Seminario Menor
Seminario San Buenaventura de Mérida
Nos reunimos hoy como comunidad de fe,
para dar inicio a la celebración de los Ramos, fiesta en la que Jesús entra de
manera solemne a Jerusalén; inaugurando así por decirlo de alguna forma su
camino a la cruz, Jesús es recibido con ramos por el pueblo que ha visto y escuchado
maravillas de este hombre.
Paradójicamente
este mismo pueblo o algunos de ellos pedirán para Jesús el suplicio de la cruz
y en este escenario que nos presenta hoy Lucas, vemos muchos elementos que nos
llenan de luz, pero también otros tantos que opacan y entristecen nuestra vida
de fe, hoy comenzamos a caminar con Jesús hacia la cruz, camino que va
acompañado de dolor y desesperación y que nos invita a nosotros a tomar
nuevamente nuestra cruz y comenzar a caminar. Caminamos hoy como lo afirma el Evangelio
con un hombre verdaderamente justo, con el hombre del perdón y la misericordia
infinita, pues es Jesús el arquetipo de la misericordia, su vida y su palabra
lo son.
Entre
la última cena de Jesús y la presencia de los que lo quieren aniquilar se
desarrolla todo este capítulo 22 de Lucas, pudiésemos hoy preguntarnos si en
cada celebración o en las celebraciones de Semana Santa que hemos tenido
realmente hemos sentido el caminar de Dios en nuestras vidas, hemos sido los
discípulos reales del Maestro o por el contrario nos hemos comprometido como
Pedro y al final nos retractamos porque no queremos ser señalados.
Considero
que la petición para el itinerario que vamos a comenzar a partir de este
domingo de ramos y para quienes se quieren comprometer en esta Semana Santa a
algo diferente es pedirle al Señor que nos de la gracia de ser misericordiosos;
quizá ya la palabra esté un tanto trillada pero sí debemos recordar que la
misericordia y el perdón nos dan la gracia de ser liberados de la presencia del
mal.
Que
nuestra oración se eleve como plegaria agradable al Padre, que María nos ayude
a dar lo mejor de nosotros durante estos días, que sean realmente días santos
para nosotros o tratemos de buscar santificarnos en este tiempo.
DOMINGO DE RAMOS
20 DE MARZO
“JESÚS ENTRA COMO REY DE PAZ “
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
Comisión de Liturgia
Seminario San Buenaventura de Mérida
Arquidiócesis de Mérida – Venezuela
PRIMERA FORMA: PROCESIÓN
1. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una Iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano.
2. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión.
3. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro canto adecuado:
Antífona
Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo! (Mt 21,9).
4. Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas o semejantes palabras.
Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos participar un día de su gloriosa resurrección y de su vida.
5. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice la siguiente oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, dígnate bendecir estos ramos † y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro Rey y Señor, reunirnos con él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita.
6. Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas, como se indica en el Leccionario. Lo lee el diácono, o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas(19, 28-40)
En aquel tiempo, Jesús, acompañado de sus discípulos, iba caminando de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: “El Señor lo necesita”». Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: «¿Por qué lo desamarran?» Ellos contestaron: «El Señor lo necesita». Se llevaron, pues el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él. Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: «¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Él les replicó: «Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras».
Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
7. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede hacerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo al Señor.
8. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente: enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas.
Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados.
Antífona 1
Los hijos de Israel, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando: “Hosanna en el cielo”.
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos del salmo 23.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién podrá estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alcen los dinteles, levántense, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor héroe de la guerra.
¡Portones!, alcen los dinteles, levántense, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
9. Al entrar la procesión en la Iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:
Responsorio
R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose a la resurrección del Señor de la vida ,con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo.
S. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.
12. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda la otra ceremonia, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
SEGUNDA FORMA: ENTRADA SOLEMNE
12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la Iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal.
13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos fieles, se dirigen a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona Hosanna al Hijo de David (n.4), o algún otro cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn.5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio. Al entrar el Señor (n.10), u otro cántico apropiado.
15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la oración colecta de la misa, que prosigue luego de la manera acostumbrada.
TERCERA FORMA: ENTRADA SENCILLA
16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.
17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo que indicaremos más adelante, u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada.
18. En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
Antífona de entrada
Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando: Hosanna en el cielo. Bendito tú que vienes lleno de bondad y de misericordia.
¡Portones!, alcen los dinteles, levántense, puertas antiguas: porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Bendito tú que vienes lleno de bondad y de misericordia (Sal. 23,9-10).
19. Cuando no se puede hacer ni la procesión ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna.
LA SANTA MISA
20. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.
ORACIÓN COLECTA
Dios Todopoderoso y Eterno, que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con El un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
21. No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.
22. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. Se dice el Credo. La Misa de hoy tiene tres lecturas, y es muy recomendable leerlas todas, a no ser que alguna razón pastoral aconseje lo contrario. Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las Misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles de cada asamblea, puede omitir una de las dos primeras lecturas, o ambas, y leer sólo la Pasión del Señor.
1ª Lectura: Is 50,4-7
Lectura del profeta Isaías
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que jalaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 21)
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
L.Al verme se burlan de mí, hacen muecas, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que le ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere.» /R.
L.Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores: me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. /R.
L.Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. /R.
L.Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo, linaje de Jacob, glorifíquenlo, témanlo, linaje de Israel. /R.
2ª Lectura: Fil 2, 6-11
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre »; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo, y toda lengua proclame: « ¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
EVANGELIO: Lc 22, 7. 14-23, 56
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS
C. Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:
† He deseado enormemente comer esta comida pascual con ustedes antes de padecer, porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
C. Y tomando una copa, dio gracias y dijo
† Tomen esto, repártanlo entre ustedes; porque les digo que no beberé desde ahora del fruto de la uva hasta que venga el Reino de Dios.
C. Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
† Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía.
C. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo:
† Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. Pero miren: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va según lo establecido; pero ¡ay de ese que lo entrega!
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros, quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso. Los discípulos se pusieron a discutir sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
† Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Ustedes no hagan así, sino que el primero entre ustedes pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve?; ¿verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les transmito el Reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comerán y beberán a mí mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para regir a las doce tribus de Israel.
C. Y añadió:
† Simón, Simón, mira que Satanás te ha reclamado para cernirte como trigo. Pero yo he pedido por ti para que tu fe no se apague.
Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.
C. Él le contestó:
S. Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.
C. Jesús le replicó:
† Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.
C. Y dijo a todos:
† Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿les faltó algo?
C. Contestaron:
S. Nada.
C. Él añadió:
† Pero ahora, el que tenga bolsa que la agarre, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada, que venda su manto y compre una. Porque les aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: «Fue contado con los malhechores». Lo que se refiere a mí toca a su fin.
C. Ellos dijeron:
S. Señor, aquí hay dos espadas.
C. Él les contestó:
† Basta.
C. Y salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
† Oren para no caer en la tentación.
C. El se apartó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo:
† Padre, sí quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mí voluntad, sino la tuya.
C. Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Le corría el sudor como gotas de sangre cayendo al suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos de tristeza, y les dijo:
† ¿Por qué duermen? Levántense y oren para no caer en la tentación.
C. Todavía estaba hablando, cuando llegó un grupo. El llamado Judas, uno de los Doce, se les adelantó, se acercó a Jesús y le besó.
Jesús le dijo:
† Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron;
S. Señor, ¿herimos con la espada?
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
Jesús intervino diciendo:
† Déjenlo, basta.
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
† ¿Han salido armados de espadas y palos como si se tratara de un bandido? A diario estaba en el templo con ustedes, y no me hicieron preso. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas.
C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto al fuego, se le quedó mirando y le dijo:
S. También éste estaba con él.
C. Pero él lo negó diciendo:
S. No lo conozco, mujer.
C. Poco después lo vio otro y le dijo:
S. Tú también eres uno de ellos.
C. Pedro replicó:
S. Hombre, no lo soy.
C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
S. Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.
C. Pedro contestó:
S. Hombre, no sé de qué hablas.
C. Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban:
S. Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?
C. Y proferían contra él otros muchos insultos. Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su sanedrín, le dijeron:
S. Si tú eres el Mesías, dínoslo.
C. Él les contestó:
† Si se lo digo, no lo van a creer; y si les pregunto, no me van a responder. Pero en adelante el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios Todopoderoso.
C. Dijeron todos:
S. Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
C. Él les contestó:
† Ustedes lo dicen, yo lo soy.
C. Ellos dijeron:
S. ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.
C. El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
S. Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías Rey.
C. Pilato preguntó a Jesús:
S. ¿Eres tú el Rey de los judíos?
C. Él le contestó:
† Tú lo dices.
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la muchedumbre:
S. No encuentro ninguna culpa en este hombre.
C. Ellos insistían con más fuerza diciendo:
S. Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni una palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
S. Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de ustedes, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le acusan, ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido; ya ven que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos gritaban en masa diciendo:
S. ¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.
C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando;
S. ¡Crucifícalo, crucifícalo!
C. Él les dijo por tercera vez:
S. Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.
C. Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
† Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos, porque miren que llegará el día en que dirán: «Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplómense sobre nosotros»; y a las colinas; «Sepúltennos»; porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
† Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
C. Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo:
S. A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
S. Si eres tú el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo,
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
C. Pero el otro le increpaba:
S. ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
C. Y decía:
S. Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
C. Jesús le respondió:
† Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
C. Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
† Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
C. Y dicho esto, expiró. El centurión al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo
S. Realmente, este hombre era justo.
C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea y que aguardaba el Reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
Palabra del Señor. A. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice el Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
S.Acudamos a Jesús, nuestro Rey y Mesías, nuestro único Salvador, y sabiendo que sube a Jerusalén para consumar nuestra liberación definitiva, salgamos a su paso diciendo:
A. “Por la Pasión de tu Hijo, escúchanos, Señor”.
1. Por la Santa Iglesia: para que viviendo en la fe el misterio de la Pasión, recoja del árbol de la cruz el fruto de la esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por todos aquellos que no creen: para que como el centurión al pie de la cruz, vean en la muerte redentora de Cristo el signo incontrastable de la gloria divina. Roguemos al Señor.
3. Por los inocentes y perseguidos, y por los que se escandalizan a causa de las injusticias: para que no decaiga su certeza pascual de la victoria del bien sobre el mal. Roguemos al Señor.
4. Por los agonizantes: para que sienta junto a ellos la presencia del Siervo obediente que, muriendo en la cruz, confió su espíritu a las manos del Padre. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros: para que aprendamos en la escuela del Señor a vivir cada día en plena adhesión a la voluntad divina y a compartir la enfermedad y el sufrimiento del prójimo.Roguemos al Señor.
6. Por los países en guerra y en conflictos internos: para que reine la paz y la concordia.Roguemos al Señor.
S.Concédenos, Padre, que contemplando la pasión y muerte de tu Hijo, participemos de su vida nueva que Tú quieres para todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrifico que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de la resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen
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