La libertad como encuentro de sentido en la obra el hombre en busca de sentido de Viktor Frankl
Smta. Jonatan Calderón
relsembrador@gmail.com
Muchas personas en esta época sufren y no poseen una concepción de libertad por muchas razones, es en este sentido se analiza cómo se puede ser libre cuando la circunstancias no son las favorables, como casos conocidos para muchos es el de los privados de libertad de una manera injusta o que quizá no lo son, sino que dentro del ambiente en el que se rodean son opacados por ideologías que dejan a un lado la condición humana inherente de la persona que busca un lugar en la sociedad.
De esta manera, es importante analizar la importancia que tiene para la persona este enfoque de la libertad, ya que no sólo significa seguir un determinado concepto, sino ir más allá de lo que la mente humana puede alcanzar, ser libre por medio del pensamiento, el cual el autor de la obra lo cataloga como libertad interior, por ello este trabajo puede en cierto sentido dar un enfoque en el cual el sentido de la vida en el hombre vaya inmerso en la libertad.
El hombre puede alcanzar diferentes modos de libertad, “y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intensión y un sentido” (Frankl, 2004, p. 91) un sentido en el cual el hombre lleno de voluntad puede llegar a un enfoque diferente de la vida para llegar a la plenitud de su propia existencia.
Ya en la realidad de Venezuela cada uno de los ciudadanos ha encontrado mantenerse con vida y se ha preocupado por tener un horizonte, que le lleva a la consolidación de una causa suprema en el bienestar de quienes le rodea y se mantiene libre a pesar que el sistema de gobierno posea la totalidad de los poderes.
Etimología
del problema de la nada y la
concepción del ser en la obra:
El ser y la nada
de Jean Paul Sartre
Smta. Jhon Jairo Dávila Calderón
Jhondavila2045@gmail.com
Jean Paul Charles Aymard Sartre, nació en París,
Francia, el 21 de junio de 1905, en el seno una familia burgués. Sus padres
fueron Jean Baptiste Sartre y Anne Marie Schweitzer. A los dos años muere su
padre, se hace cargo de su educación su madre, mujer católica y, su abuelo
materno Charles Schweitzer, el cual era calvinista. De esta doble vertiente
procede la actitud mental del futuro filósofo. Debió superar muy pronto la
tensión religiosa por la que fue inculcado en el seno familiar, iniciandose en
el agnosticismo y después en un decidido ateísmo (Cfr. Urdanoz, 1988, p.p.
641-642).
Fue una de las figuras más notorias de la filosofía
francesa de los años posteriores a la II Guerra Mundial, “tanto sus dramas como
sus obras filosóficas, han levantado en Francia un torbellino de entusiasmo que
llega hasta la historia” (Hirschberger, 1978, p. 438). Así termina la vida de
un gran escritor y filósofo del siglo XX, falleciendo el 15 de abril de 1980 a
sus 75 años, dejando una gran producción de obras filosóficas, de teatro y
novelas, donde se reconoce como gran dramaturgo, ensayista, conferencista y
filósofo de la contemporaneidad.
El problema de la idea del ser y la etiología de la nada en la obra El
ser y la nada de Jean Paul Sartre.
El comienzo de la filosofía es el fundamento
presente y perdurable en todos los desarrollos sucesivos, y lo que permanece
inmanente (cfr. Hegel 1968 P.67). De esta forma, se tomarán algunos conceptos
de los pensadores que han aportado ideas al problema de la nada y a la
concepción del ser, porque, desde el momento en que existe el hombre, acontece
de algún modo el filosofar, el interrogarse constantemente por las cosas, sobre
las cuestiones que lo rodean (cfr. Heidegger, 1929, p. 13).
En la Edad Antigua, los griegos, si bien no
hablaron del término nada como problema filosófico, sí hablaron por medio de la
cuestión parmenídea del ser y del no ser. Afrontaron el problema de la nada
desde el punto de vista del ser, pero el hecho de que se plantearon la cuestión
del no ser, confirma la preocupación por este problema (cfr. Mora. 2004, p.
2300). En el Medievo, se puede observar el problema de la nada, retomado lo
tratado por los filósofos griegos, en especial Platón y Aristóteles, pero
llevándolo a la dogmática cristiana (cfr. Heidegger, 1929, p. 11).
En la edad moderna se ve la nada como algo que no
pertenece al ser, que está fuera de él. Será Hegel quien afirmará que el ser y
la nada son igualmente indeterminados, porque la nada tiene la misma falta de
determinación que el ser. (cfr. Mora, 2004, p. 2491). Cuando se habla del ser y
de la nada en la Edad Contemporánea, dicen los autores que es un problema, que
sólo la libertad radical del hombre permite enunciar significativamente tales
proposiciones. Por eso, es la época en donde se encuentra mayor cantidad de
significados a dicho término (cfr. Mora, 2004, p. 2493).
El concepto de ser no es un concepto que sea
definible, no se le puede dar ninguna contestación, lo único que puede se puede
hacer es señalarlo, invitando al interlocutor a que dirija su intuición hacia
un determinado sitio, en donde está el concepto (cfr. García y Zaragüeta, 1979,
p. 43). El ser para Sartre, en cuanto sus estructuras y como se va revelando,
resaltar que “el ser es simplemente la condición de todo develamiento: es
ser-para-develar y no ser develado” (Sartre, 1993, p. 19). El primer ser que se
encuentra es el ser de la aparición, por lo que, es un aparecer que no se opone
a ningún ser, y está sostenida por su propio ser (cfr. Sartre, 1993, p. 18).
El ser para Sartre se divide en dos regiones,
el en sí y el para sí. El ser en sí es
lo que es, es opaco, macizo, es simplemente, no se puede dar más significado
que lo que es. Este ser, esta pleno de sí mismo y no cabe imaginar plenitud más
total que él, ya que no se encuentra en él ni menor vacío ni la menor fisura
por la que pudiera deslizarse la nada, no hay en este el menor embozo de
dualidad, por tanto la densidad de este ser es infinita y plena (cfr. Sartre,
1993, p. 108). En contraste Sartre lo ha denominado con tres características
para darle repuesta a la pregunta ¿qué es el ser en sí? “El ser es.
El ser es en sí. El ser es lo que es” (Sartre, 1993, p. 36).
El ser para sí es devalado por la
conciencia, por lo tanto surge de un proceso o desgarramiento del en sí,
es decir que necesita al ser en sí, este ser viene al mundo como
un no y se da cuenta de sí mismo como no. El
ser para sí es el ser humano en cuanto es consciente de su
propio ser, en cuanto existe, como existente el para sí, es capaz
de preguntarse por el ser de las cosas y por la razón misma de su existencia.
Este ser lleva a descubrir en el ser humano la posibilidad que este tiene
frente a los demás seres (cfr. Urdanoz, 2004, p. 661).
Para Sartre el para sí consiste en
nihilizar el ser en sí, en este, aparece la nada y con la nada, la
posibilidad de que el ser para sí pueda ser relevado en lo que
es, contraponiéndose a lo que no es, la nada es la condición para que se revele
el ser y la conciencia se constituya (cfr. Sartre, 1993, p.p. 143-149).
Uno de los aportes esenciales de esta obra, es el
de cómo descubrir el origen y fundamento de la nada, desde un principio, la
nada se da desde una interrogación, que es vista como un proceso humano, por el
cual se debe mantener al frente al ser que interroga esperando una respuesta.
Desde este punto de vista la interrogación se convierte en una variante de
espera, que espera una respuesta del ser interrogado, en dicha respuesta, que
puede ser sí o no, conduciendo a una afirmación o una negación. En este caso
aparece la negación que se funda sobre el no que surge del desistir, que es la
nada, esta negación emana de una conciencia y esto lleva a formularse la
pregunta por el ser.
En este argumento se puede comprobar que la nada,
tiene su origen en el juicio negativo, ella es la negación como ser, para que
podamos interrogarnos por el ser, es preciso que exista la nada.
Consecuentemente, la nada lleva al ser en su propio meollo, se da en el seno
mismo del ser, es preciso que no se puede concebir a la nada fuera del ser, ni
como noción complementaria; es necesario que se dé en el seno mismo del ser,
“ya que nada hay fuera del ser” (Rius, 2005, p. 75).
De esta manera, se puede encontrar el ingreso de la
nada, ya que no se puede lograr descubrir en el ser en sí porque
“el en sí está pleno de sí mismo, y no cabe imaginar plenitud
más total, adecuación más perfecta del contenido al continente: no hay menor
vació en el ser, menor fisura por la que pudiera deslizarse la nada” (Sartre,
1993, p. 108). En este planteamiento se encuentra otra interrogante, es preciso
preguntarse ¿en qué región del ser se da la nada? Como se puede observar
el en sí no puede fundar nada, se funda a sí mismo al darse la
modificación del para sí, es fundamento de sí mismo en cuanto no es
ya en sí. Aquí se encuentra el origen de todo fundamento, porque si el
ser en sí no puede ser, ni su propio fundamento, ni el de los
demás seres, entonces el fundamento general tiene la entrada al mundo por medio
del para sí (cfr. Sartre, 1993, p. 116).
El hombre se presenta, al menos en este caso, como
un ser que hace surgir y desplegarse la nada en el mundo, en tanto que, con ese
fin, se afecta a sí mismo de no-ser. Así, se ha logrado el objetivo de este
estudio: “el hombre es el ser por el cual la nada adviene al mundo. Pero esta
interrogante provoca en seguida otra: ¿qué debe ser el hombre en su ser para
que por él la nada advenga al ser?” (Sartre, 1993, p. 60). Lo que hace que la
nada advenga al mundo por el hombre, son sus tendencias, y en este caso el hombre
tiende a la nada por medio de la conciencia y la libertad. A esta
posibilidad que tiene la realidad humana de segregar una nada que la aísla,
Descartes, después de los estoicos, le dio un nombre: es la libertad. El hombre
toma conciencia de su libertad en la angustia, o, si se prefiere, la angustia
es el modo de ser de la libertad como conciencia de ser, y en la angustia la
libertad está en su ser cuestionándose a sí misma.
La relación del Dasein con los otros
En la obra Ser y tiempo de Martin Heidegger
Smta. Carlos Vivas
relsembrador@gmail.com
Su pensamiento es
uno de los más influyentes del siglo XX, (Cfr. Marías, 1980, p. 449). La
filosofía heidegueriana se puede dividir en dos partes; la línea divisoria,
pero a la vez la base y maestría de su pensamiento se encuentra en su gran
obra Ser y tiempo publicada en 1927(Cfr. Ferrater, 2004, p.p.
1592- 1593). Dentro de sus obras y sobre todo en la obra Ser y
tiempo, hace referencia al Dasein como uno de los temas
principales. En respuesta al quién del Dasein el pensador dirá que “el Dasein es
el ente que soy cada vez yo mismo; su ser es siempre el mío” (Heidegger, 1953,
p. 119), marca pues que el Dasein es el hombre que yo soy y no otro, (cfr.
Heidegger, 1953, p. 120). El yo o la yoidad se entiende como un
índice formal, por otra parte no se da inmediatamente un sujeto sin mundo, ni
un yo aislado sin los otros (cfr. Heidegger, 1953, p. 122).
“Al Dasein le pertenece esencialmente el estar en el mundo” (Heidegger, 1953,
p.23), ya que se relaciona con este de forma inmediata y en él se relaciona con
los demás entes y también con los otros que son Dasein. Esta relación que se da
en el mundo “es desde siempre el que yo comparto con los otros. El mundo del
Dasein es un mundo en común (Mitwelt). El estar- en es un coestar con los
otros. El ser-en-sí intramundano de éstos es la coexistencia (Mitdasein)”
(Heidegger, 1953, p.123).
El mundo es donde el Dasein se relaciona con los otros, está en común con
ellos; salen a relucir dos conceptos el coestar y la coexistencia, el primero
es un estar con los otros en el mundo y el segundo es un modo de ser del Dasein
que se relaciona con el otro desde su existencia. La relación con el otro se da
forma inmediata en el mundo, por el hecho de ser Dasein convive con otros; es
decir, no se elige estar en el mundo, como tampoco se decide y es
inevitablemente que hayan otros en común.
La integración de la persona en la acción
según Karol Wojtyla en su obra Persona y acción.
Smta. Onías Rojas
oniasr95@gmail.com
Karol Jozef
Wojtyla nace en Wadowice, Polonia el 18 de mayo de 1920, estudió en la
Universidad Haghellonica de Cracovia antes de que estallara la II Guerra
mundial (1939-1945), luego, ingresa en el Angelicum de Roma. Es ordenado
sacerdote en 1946 y electo Papa en 1978. Muere, finalmente, en mayo del 2005.
(Barrio, 2005 p. 572, 589)
En la obra Persona y acción (1969)
de Karol Wojtyla, se refleja de modo general un pensamiento personalista de la
visión del hombre contemporáneo analizado en base a la fenomenología de Max
Scheler. Dentro del pensamiento personalista de Wojtyla, juega un papel
importante el actuar del hombre, por lo que se toma el estudio del mismo a
través su acto. La integración de la persona en la acción, se
toma de la tercera parte de la obra mencionada.
Wojtyla parte de que el actuar es sólo de personas,
es una realidad dinámica propia del hombre. Entiéndase por acción, la actuación
intencionada y deliberada del hombre. Con esto se procede al estudio de la
persona en la acción, teniendo en cuenta que el hombre se conoce por su acción.
Para ello, Wojtyla parte, en primer lugar, explicando desde la fenomenología,
su concepción antropológica. Y luego, la aplica a una visión existencial de la
persona para que se dé la integración de la misma en la acción.
Wojtyla, considera que para la integración de la
persona en la acción hay que tener en cuenta dos fundamentos a partir de la
estructura del hombre, que distingue a éste, de un ser meramente natural.
Primero, autogobierno: que indica a la persona en cuanto es aquella que se
gobierna así misma y está sujeta y subordinada a sí misma; y luego,
autoposesión: que indica a la persona en cuanto es aquella que se posee a sí
misma y está en posesión de sí misma (cf. Wojtyla, 1982, p. 222). De esta
manera se da el primer paso, es decir, se concientiza a la persona de estas dos
capacidades, gobernarse y poseerse, y así toma parte en ella la
autodeterminación que se entiende como el ejercicio, del hombre, de estas
capacidades (cf. Wojtyla, 1982, p. 226). La persona, entonces, busca en sus
actos, la trascendencia, esto es, que por el hecho de asumir esas capacidades
comienza ver más allá de su realidad física.
Con esto, la persona pasa a concientizar, también,
sus dimensiones, y Wojtyla, presenta éstas como dos elementos por los que la
persona se manifiesta, a saber: soma y psique, los cuales toman parte activa en
la integración (cf. Wojtyla, 1982, p. 231). A cada uno corresponde una
característica. Al soma corresponde la reactividad y a la psique la emotividad.
El primero, el soma, es la totalidad del hombre en cuanto ser físico, esto
comprende el cuerpo con todo el organismo y su funcionamiento; y la reactividad
es la respuesta del soma a estímulos externos, es decir, la alteración del
cuerpo (cf. Wojtyla, 1982, p. 234). El segundo, la psique, es propia de las
manifestaciones de la vida del hombre, que no son en sí materiales pero que
muestran dependencia o condicionamiento somático, como el ver, el sentir y las
emociones (cf. Wojtyla, 1982, p. 235).
La función psicosomática, toma parte en la persona
para su integración en la acción, en cuanto asume las capacidades antes
mencionadas, no porque sean independientes de la persona sino porque tiene sus
propios dinamismos que deben ser integrados por la persona en el momento de su
manifestación, es decir, en la acción.
El cuerpo es el fundamento esencial del hombre, por
él, la persona se expresa externamente y el hombre se realiza como persona; por
eso Wojtyla, atribuye al cuerpo la movilidad (cf. Wojtyla, 1982, p. 237). El cuerpo
es objeto de la persona en cuanto ella debe gobernarlo y poseerlo para la
acción (cf. Wojtyla, 1982, p. 238) y por ser parte de la naturaleza, el cuerpo
en su reactividad, manifiesta la vitalidad como respuesta instintiva natural de
supervivencia (cf. Wojtyla, 1982, p. 245).
LA FIDELIDAD EN LA
FILOSOFÍA
SEGÚN JOSIAH
ROYCE
Smta. Luis Suárez III de filosofía
luissuarezp@hotmail.com
Josiah Royce filósofo idealista norteamericano nace
en Glass Valley (California) el 20 de noviembre de 1855, entró en la
universidad de california y con tan solo dieciséis años consigue licenciarse en
1875; al crear un análisis sobre la teología del Prometeo encadenado,
logra obtener una ganancia económica que la invierte para viajar a Alemania
donde bebe de la filosofía de Schelling y Schopenhauer,
posteriormente en 1878 obtiene el doctorado en filosofía, enseñó en la
universidad de California y luego pasó a ser profesor de filosofía en la
prestigiosa universidad de Harvard (Cf. Copleston, T. VIII, 2011, p. 217).
Es
importante destacar que la filosofía trata de primeros principios, es por ello
que Royce concibe la filosofía como una crítica de la vida, de los
acontecimientos que se viven a diario, de allí la denominación de su
pensamiento como filósofo pragmatista, (Cfr. Royce, 1949, p.32).
Royce
define la fidelidad como la devoción voluntaria, práctica y completa de una
persona a una causa, un individuo es fiel cuando posee una causa, cuando se
consagra a esa causa de manera voluntaria y completa, y cuando
expresa su devoción de manera continua y práctica, siguiendo firmemente ese
objetivo. Pone como ejemplo práctico de fidelidad acontecimientos de la vida
humana, visto desde diferentes tipos de causas: la devoción del patriota a su
país, la devoción del mártir a su religión, la devoción del capitán a su
buque, todas ellas llevan a la resolución del hombre fiel a cumplir su
servicio, incluso hasta sacrificar su vida por esa causa (Cfr. Royce, 1949,
p.34).
Royce
apunta la fidelidad desde varios puntos de vista llegando a la premisa que la
fidelidad es social puesto que el individuo fiel no está solo en esa causa, ya
que cuenta con compañeros que siguen el mismo ideal, la misma causa. Acatando
que la fidelidad une muchos individuos en un mismo servicio (Cfr. Royce,
1949, p. 36).
En
efecto, características propias de un hombre fiel cual fuere su causa (buena o
mala) son las siguientes: es devoto, activo, renuncia a su voluntad propia, se
domina a sí mismo, ama a su causa y cree en ella. Royce habla de una necesidad
de fidelidad del hombre, de modo que la fidelidad a la fidelidad se trasforma
en la medida en que mi causa no solo es buena para mí, sino que beneficia a la
humanidad, asimismo, en cuanto dicha fidelidad ayuda y promueve la fidelidad de
mis semejantes, entonces, la fidelidad se convertirá en la devoción
voluntaria de un yo a una causa (Cf. Royce, 1908, p. p. 37, 98).
En síntesis, Josiah Royce pasará a la historia como
uno de los filósofos más insignes de los Estados Unidos; desde el punto de
vista ético, es sin duda, el primero que ofreció una cultura del espíritu de la
fidelidad que por medio de su ejemplo, coherencia y personalidad guardó lealtad
a su filosofía, señaló la fidelidad como una necesidad y deber del individuo
para hacer frente a las circunstancias sociales de la vida comunitaria; el
hombre por lo tanto debe sufrir en la vida por la noble causa del honor, del
deber y de sus semejantes. Finalmente, Josiah Royce muere a fines de diciembre
de 1916 en Harvard, rodeado del respeto y admiración de sus discípulos que
asumieron y heredaron su legado como garante de la construcción de una
comunidad ideal.
La libertad como encuentro de sentido en la obra el hombre en busca de sentido de Viktor Frankl
Smta. Jonatan Calderón
relsembrador@gmail.com
Muchas personas en esta época sufren y no poseen una concepción de libertad por muchas razones, es en este sentido se analiza cómo se puede ser libre cuando la circunstancias no son las favorables, como casos conocidos para muchos es el de los privados de libertad de una manera injusta o que quizá no lo son, sino que dentro del ambiente en el que se rodean son opacados por ideologías que dejan a un lado la condición humana inherente de la persona que busca un lugar en la sociedad.
De esta manera, es importante analizar la importancia que tiene para la persona este enfoque de la libertad, ya que no sólo significa seguir un determinado concepto, sino ir más allá de lo que la mente humana puede alcanzar, ser libre por medio del pensamiento, el cual el autor de la obra lo cataloga como libertad interior, por ello este trabajo puede en cierto sentido dar un enfoque en el cual el sentido de la vida en el hombre vaya inmerso en la libertad.
El hombre puede alcanzar diferentes modos de libertad, “y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intensión y un sentido” (Frankl, 2004, p. 91) un sentido en el cual el hombre lleno de voluntad puede llegar a un enfoque diferente de la vida para llegar a la plenitud de su propia existencia.
Ya en la realidad de Venezuela cada uno de los ciudadanos ha encontrado mantenerse con vida y se ha preocupado por tener un horizonte, que le lleva a la consolidación de una causa suprema en el bienestar de quienes le rodea y se mantiene libre a pesar que el sistema de gobierno posea la totalidad de los poderes.
Smta. Carlos Vivas
“Al Dasein le pertenece esencialmente el estar en el mundo” (Heidegger, 1953, p.23), ya que se relaciona con este de forma inmediata y en él se relaciona con los demás entes y también con los otros que son Dasein. Esta relación que se da en el mundo “es desde siempre el que yo comparto con los otros. El mundo del Dasein es un mundo en común (Mitwelt). El estar- en es un coestar con los otros. El ser-en-sí intramundano de éstos es la coexistencia (Mitdasein)” (Heidegger, 1953, p.123).
El mundo es donde el Dasein se relaciona con los otros, está en común con ellos; salen a relucir dos conceptos el coestar y la coexistencia, el primero es un estar con los otros en el mundo y el segundo es un modo de ser del Dasein que se relaciona con el otro desde su existencia. La relación con el otro se da forma inmediata en el mundo, por el hecho de ser Dasein convive con otros; es decir, no se elige estar en el mundo, como tampoco se decide y es inevitablemente que hayan otros en común.
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