viernes, 16 de septiembre de 2016
REFLEXIÓN Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,1-13)
Domingo,
18 de septiembre de 2016
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,1-13)
Smta. Torres T. Yovany
Seminarista1991@hotmail.com
Jesús
contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a
quien acusaron de derrochar sus bienes. Así que lo mandó a llamar y le dijo:
“¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya
no puedes seguir en tu puesto.” El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer
ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y
me da vergüenza pedir limosna. Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de
la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a
hacer!” Llamó entonces a cada uno de los que le debían algo a su patrón. Al
primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi patrón?” “Cien barriles de aceite”,
le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida
y escribe cincuenta.” Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien
bultos de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y
escribe ochenta.” Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas
mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato
con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. Por
eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos, a fin de
que cuando éstas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas
eternas. El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no
es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. Por eso, si ustedes no han
sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las
verdaderas? Y si con lo ajeno no han sido honrados, ¿quién les dará a ustedes
lo que les pertenece? Ningún sirviente puede servir a dos patrones.
Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al
otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.»
REFLEXIÓN En la
parábola del administrador astuto. Jesús alaba tanto las artimañas del
administrador cuanto su astucia y sagacidad para prever el futuro que le tocará
enfrentar. La propuesta de Jesús a sus discípulos es que también ellos deben
poner en juego su creatividad, ser astutos para prever el rumbo que la dinámica
del reino debe tomar en medio de la sociedad; si bien el reino es de los
humildes y sencillos, ello no quiere decir que se puede construir con
ingenuidad.
El uso
del dinero. Las cosas de la tierra son pasajeras, por lo que no hay que
apegarse a ellas. Para Lucas, el acumular riquezas es ya un pecado,
especialmente cuando se convive al lado de los pobres. El que se apega al dinero acaba excluyendo a Dios,
porque no se puede servir a dos señores.
Jesús no
se preocupa por calificar las incorrecciones del mayordomo, sino que destaca su
inteligencia para asegurar su porvenir: este hombre supo descubrir a tiempo que
los amigos duran más que el dinero. Asimismo, los hijos de la luz, al promover una
nueva manera de vivir, deben quitarle al dinero su aureola de Bien supremo. Pues
parece que el dinero puesto en un lugar seguro es el medio para asegurar nuestra
existencia y muestro provenir. Al contrario, Jesús nos pide que pongamos el dinero
en circulación y que lo cambiemos sin vacilar por algo más precioso: como son
los lazos de mutuo agradecimiento. No somos propietarios sino mayordomos de muestro bienes, y los debemos administrar
para bien de todos. El dinero no es cosa mala, mientras lo usamos como un medio
que facilita los intercambios. Sin embargo, Jesús lo llama injusto, porque el dinero
no es el bien verdadero, el que nos hace justos delante de Dios; y porque no se
puede acumular el dinero y confiar en él sin faltar a la confianza en el padre
y sin hacer daño al prójimo. El dinero es lo que el hombre adquiere y pierde.
No lo hace ser más ni mejor. Por lo
tanto, no forma parte de los bienes que son realmente muestro.
domingo, 11 de septiembre de 2016
Una propuesta parroquial
La Pastoral vocacional a la luz
del Concilio
Plenario de Venezuela
(Una propuesta parroquial)
Diac. Nelson Arellano
relsembrador@gmail.com
Queridos amigos, nos introducimos en un tema
que tiene gran relevancia para el ser humano de nuestro tiempo y del futuro, ya que el hombre en medio del mundo aporta de
lo poco o mucho a la sociedad que lo rodea permitiendo el fortalecimiento del
mismo, y así el hombre sienta la sensación que vive en el mundo más humano, lleno de felicidad y de
alegría , por eso es que hemos elegido el siguiente tema: La Pastoral vocacional a la luz del Concilio
Plenario de Venezuela. (Una propuesta parroquial). ; ya que queremos resaltar que el don de la vocación no solamente engloba la parte
religiosa, sino que también otros ámbitos de la vida del hombre. La vocación
proviene del termino latino vocatio,
-onis, acción de llamar. Inclinación
natural de una persona por un arte, una profesión o un determinado género de la
vida .Ciertamente, podríamos resaltar que la vocación va más allá de nuestros
pensamientos. Del mismo modo podemos decir; que el punto de partida de toda vocación
se enfoca por aquello que nos gusta, y
que apuntamos lograr en un futuro, todos estamos invitados a seguir luchando
para que el Señor de la vocación nos ayude a descubrir nuestra llamada
vocacional, y más aun los que ya tenemos una decisión en nuestra vida podamos ponerla al servicio de la humanidad.
Hemos hablado de la vocación en los
diferentes ámbitos de la vida, ahora quisiera resaltar que dentro del don de la
vocación también existe la vocación religiosa que poseemos dentro de la
iglesia; se refiere a la invitación que
Dios hace al hombre para servirle de una manera especial”. Por tanto, es que
dentro de la iglesia existen cinco dimensiones de la vocación como lo son: la vocación
laical, a la vida religiosa, sacerdotal, misionera y a la vida familiar.
Queridos amigos, hoy más que nunca debemos
estar convencidos que la vocación es un don de Dios, por lo cual nos queda
apreciar ese regalo, que viene de parte de Él, y más aún transmitir a otros
esta llamada que hemos recibido para que otros la puedan descubrir a qué los
llama Dios y así se encaminen hacia la felicidad plena. Y que dentro de
nuestras comunidades parroquiales acrecentemos la cultura vocacional. Que el
Dios de la vocación nos Bendiga siempre.
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