VALORACIÓN DE LA REFLEXIÓN
LA PRAXIS ECOLÓGICA DE LA IGLESIA, A PARTIR DE LA CARTA ENCÍCLICA ‘LAUDATO SI’ DEL PAPA FRANCISCO
Diac. Bernabe Guerrero
relsembrador@gmail.com
“LAUDATO SÍ”, nos abre un camino, hacia la toma de conciencia en lo que incumbe con el cuidado de la casa común, como tarea de todos. La realidad del mundo, la experiencia de vida de cada persona, su individualidad y las percepciones propias de la vida han llevado al planeta a experiencias límites, que han ido afectando la calidad de vida de todos los seres que habitamos el planeta Tierra. Las llamadas de alarma sobre los cambios graduales que se han ido ocasionando sobre el Medio Ambiente se hacen cada vez más sonoras y su sonido, tal vez, no sea el más alentador, ni esperanzador, al contrario van cantando cómo la actividad humana está degradando la creación a la vez que hiere la misma vida humana.
La degradación ambiental y humana es el tema de fondo que el Papa Francisco, en su Encíclica Laudato Si, ha querido analizar desde la óptica de la Iglesia, sin menoscabar la realidad. Casi que a ojo de lupa, el Papa ha resaltado todos los elementos, que esta degradación ha provocado sobre la vida humana y entorno o espacio habitual. Un índice de riesgos y peligros que están latentes en el planeta y que van filtrando un daño terrible sobre el Medio Ambiente y sus propios procesos de regeneración.
El Papa insiste en que la actividad humana debe girar hacia la conversión, sin dejarse limitar por el tópico económico, que abre las puertas hacia un egoísmo prácticamente globalizado, sino al contrario, que desde las políticas internacionales que las naciones del mundo puedan establecer, se lleve un proceso, un giro hacia nuestro Medio Ambiente, hacia la naturaleza, hacia la comunión entre todas las especies y el respeto por la vida de todos. La humanidad se encuentra siempre ante una situación crítica. “la alternativa entre obtener más que se opone al ser en su esencia, no atrae al sentido común. Parece que tener es una función normal de la vida”.
El Papa presenta este dilema de la degradación ambiental que va unida a la infamia del ser humano que ha cambiado las premisas de su vida y su existencia. El desarrollarse en forma equilibrada sintiendo y alimentado su seriedad abre la perspectiva a un mundo compartido, que presta su espacio para el desarrollo de las especies y que comparte la condición de ser creatura. La administración de los bienes temporales debe ayudar a la humanidad a su desarrollo y no a su destrucción, pues el tener ha alienado la vida humana poniendo cortos importantes, ultrajando la existencia y oscureciendo la percepción del Medio Ambiente.
“La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias”, que van malversando la naturaleza como si fueran objetos. La condición de degradación perturba la dignidad humana, que se ha visto fuertemente golpeada y azotada por factores de tener y aprovechar los recursos no renovables, que se han alzado como grandes valores, cuando en realidad no lo son.
La dignidad humana ha sido afectada por la misma actividad de la humanidad, un daño propio hecho hacia sí, es incomprensible, pero cierto. La repercusión de la accion humana va en miras a estos dos grandes puntos de reflexión que el Papa ha vislumbrado, el Medio Ambiente y la Humanidad, las creaturas de la creación de Dios.
La conversión ecológica es un elemento interesantísimo ya que, promueve un sentido más estrecho de acción y de replanteamiento de toda la visión actual. “Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano”.
La conversión abre camino a la trascendentalidad, a lo divino, hacia una mirada mística que permita que provoque lecturas acordes, que vayan sensibilizando a las personas abriendo el camino hacia un sentido de responsabilidad intergeneracional.
La Iglesia desde la opción misma que hace por el pobre y el desamparado, realiza un opción fundamental por el Medio Ambiente, toma postura y aboga por la recuperación ambiental, al igual que por la recuperación del dignidad humana. El valor de la responsabilidad comienza a vivirse, a experimentarse desde los ambientes más pequeño y particulares. La Iglesia, desde la parroquia, debe auspiciar todo un sentido de responsabilidad y actuación que sensibilice la vida de todos los feligreses y los llame un encuentro profundo de revisión y de conversión integral.
Este análisis de la Encíclica Laudato Si, subraya las expectativas de la Iglesia en favor de preservar un universo-mundo para las futuras generaciones, partiendo de los que vivimos el presente que debemos marcar la pauta cuidando la creación y sintiéndonos parte de ella, a la vez que se proyecte un mundo más cordial que lance hacia el futuro un Medio Ambiente y una ecología humana digna, una creación cuidada y protegida por todos, para hablar de una humanidad que ha crecido en solidaridad, valores éticos y cristianos.
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