viernes, 22 de abril de 2016

MONICIONES DEL DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2016 V DOMINGO DE PASCUA

Smta. Jean C. García C. 
yean_garcia_10@hotmail.com


Monición de entrada
Queridos hermanos y hermanas, sean todos bienvenidos para celebrar juntos la santa Misa. Este V domingo de pascua trae consigo una novedad, Jesús ordena a los discípulos que se amen los unos a los otros; pedimos ese mismo amor que tiene su Hijo para que se derrame en nuestros corazones y podamos glorificarle con nuestras actitudes de verdaderos cristianos, iluminados por el amor, que es la fuente de la vida.

Monición a la Primera Lectura
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14,21-27

Pablo y Bernabé regresan a la comunidad luego de una ardua tarea de evangelización para la propagación de la Fe. Ellos no bajan la guardia de seguir fortaleciendo a las comunidades, sólo una cosa recomiendan, la oración; pues ella es la ayuda necesaria para vencer la adversidad, escuchemos.

Monición a la Segunda Lectura.
Lectura del libro del Apocalipsis 21,1-5

El apóstol Juan, en este capítulo, nos habla sobre el triunfo final de la Iglesia. La Iglesia de la eternidad. Se nos revela que la Iglesia no sólo vencerá a los poderes del mundo, sino que tendrá una gloria eterna en Dios y con Dios.

Monición Para el Evangelio.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13,31-33.34-35

El Evangelio de Juan presenta el amor como protagonista de la última etapa de la vida de Jesús. Nada se puede explicar en ella sin el amor. Y un amor de calidad y a toda prueba. Este es el amor que Jesús exige a sus discípulos: un amor servicial decidido hasta entregar la vida.

Oración Universal

1. Por el Papa, para que siga el mismo ejemplo del Maestro, de llevar el amor a todos los necesitados y Dios le premie con su mismo amor. Oremos al Señor.

2. Para que la Iglesia sea maestra y fuente del amor en todo su servicio santo, y siga experimentando el mismo amor de Jesús sin tener exclusividad ni distinción alguna. Oremos al Señor.

3. Pedimos por el fortalecimiento de todas las familias, para que Dios sea el centro de su hogar y reine la paz y el amor. Oremos al Señor.

4. Invitamos a cada uno de nosotros, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar o tomar la decisión de dejarse encontrar por el amor de Jesucristo. Oremos al Señor.


5. Oremos por todos los padres de familia, los que han olvidado el mandamiento del amor, para que no se  excluyan del verdadero amor de Dios y puedan trasmitirlo en su hogar sin ningún límite. Oremos al Señor.


jueves, 21 de abril de 2016

La Buena Noticia del Domingo V, Pascua / C.

Smta. Alfonso Morales
eudesjosea@gmail.com

Juan 13,31-33.34-35:
  
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

Comentario:
En este pasaje del Evangelio, Jesús nos muestra la manifestación de la gloria de Dios, el amor; nos dice “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Ahora, el amor ya no es sólo un mandamiento, sino un don que se nos entrega para que vivamos nuestra realidad.
Podemos amar porque Él nos ha amado primero. Él es el modelo del amor; además de ser modelo del amor, es fuente de nuestro amor. Por lo tanto la señal del reconocimiento patente para todos los cristianos, es el amor abierto a todos, sin ningún tipo de distinción.
Queridos hermanos, en el marco del año de la misericordia, donde el Santo Padre nos invita a “acercarnos a Jesucristo que es el rostro misericordioso del Padre.” (Misericordiae Vultus, n. 1), debemos asumir en nuestra vida cristiana este mandamiento nuevo del amor y misericordia. Sólo así podremos experimentar con gozo que todo empieza a ser diferente. Todo empieza a ser nuevo. 
Una de las prácticas que deben sernos familiares como cristianos es la experiencia del amor y misericordia. Hermanos, aprovechemos esta oportunidad, esta gracia que Dios nos regala, en el año Santo de la Misericordia, para revisar nuestros corazones y preguntarnos ¿en qué lugar se encuentra el amor y misericordia en mi vida? ¿En mi casa? ¿En mi trabajo? ¿Con mis amistades? ¿Mis vecinos? ¿Mis compañeros? Dejémonos pues iluminar por Dios, Él nunca se cansa de derramar su amor para con todos nosotros. Que la Fuerza del Resucitado nos impulse cada día a ser mejores cristianos.

Padre bueno,
 ayúdanos a amarnos como hermanos.
Que nuestras diferencias
no sean causas de divisiones,
sino por el contrario,
que nuestra conducta ponga de manifiesto
las verdades que nos has revelado
Amén.


martes, 19 de abril de 2016

Encuentro de Monaguillos 2016

LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR COMO INVITACIÓN A VIVIR LA ESPERANZA DE UN FUTURO MEJOR


Smta. Gualdrón Pablo
Seminario "San Buenaventura" de Mérida

La resurrección es el punto culminante de la revelación de Dios, es el misterio que se muestra a los hombres para su salvación última y definitiva, sobre la cual San Pablo nos dice: “y si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe y nosotros resultamos ser testigos falsos de Dios” (1 Cor 15,14-15). El propósito de este artículo es esbozar brevemente las implicaciones que tiene la resurrección en la historia de la salvación, desde una perspectiva de fe inspirada en testimonios reales y auténticos y no aparentes. Es lo que vemos que Pablo manifiesta cuando nos dice “si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria, y sus pecados no han sido perdonados” (1 Cor 15,17). Es la esperanza del cristiano que vive y se confía de una fe autentica, pone su vida en manos del Señor, confía plenamente en Él y espera resucitar con Él; es la convicción de que la vida tiene un sentido más allá de la muerte y que la existencia del hombre se fundamenta en esa esperanza.

“La resurrección es esencialmente objeto de fe y, consiguientemente, solo es alcanzable gracias a la fe. Pero, sus signos o motivos históricos (externos e internos) que la legitiman son reconocidos por la fe y son accesibles, a su vez, a través de una investigación histórica” (Pié-Ninot, 2009, p.405), tal como lo atestiguan los hechos acontecidos antes y después de la pascua en especial las apariciones pos-pascuales. San Pablo nos manifiesta: “que se apareció a Cefas y después a los doce; luego se apareció a más de quinientos hermanos de una sola vez: la mayoría viven todavía…” (1 Cor 15, 5-8).

En consecuencia, la salvación humana se realiza en la historia, pero ciertamente supone una comprensión desde la fe. Por tanto, la resurrección del Señor viene a ser un hecho real que se comprende desde la realidad de fe y no solo por hechos o constataciones puramente empíricas. Por eso, la Iglesia es definida como comunidad de fe reunida en torno a Cristo resucitado y asentada sobre los pilares de los apóstoles, testigos de la resurrección.

La resurrección posibilita la gracia y la vida en Cristo, es decir, una humanidad no sometida al pecado y a la muerte, sino a la justificación y a la vida; no sometida al dolor, sino a la felicidad plena y verdadera; no frustrada en la desesperación de una vida sin sentido, sino llena de esperanza en Dios que hace posible lo imposible y que es capaz de trasformar la semilla que muere en una nueva vida (cf.1 Cor 15,37-38). Por tanto, es la fuerza de Dios la que es capaz de transformarlo todo, de tal manera, que si nos dejamos llenar de su amor y abrimos nuestro corazón al Dios de la vida, transformará nuestra condición de pecado, en gracia y viviremos en Dios.


En conclusión, la resurrección del Señor es una invitación a vivir la esperanza en el presente de un futuro mejor, a luchar día a día por una vida digna y más justa; a cumplir nuestro trabajo diario con responsabilidad y solidaridad; a no cansarnos nunca de hacer el bien; a obsesionarnos por la vida nueva que brota de la entrega sacrificada; a mantenernos unidos a Cristo en la esperanza plena y verdadera de la resurrección que da sentido a los sufrimientos y luchas de este mundo.