viernes, 23 de noviembre de 2018

Ponencia: ¿Dónde está tu hermano? (Gen 4,9) Hacia una cultura de encuentro en la red



¿Dónde está tu hermano?

Ilmo. Mons. Lucio Adrián Ruiz
Secretario General del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede

En este segundo encuentro del I Congreso Arquidiocesano de Medios y Comunicadores Católicos, a las 9:00 de la mañana, Mons. Lucio Adrián Ruiz inició su intervención agradeciendo a los organizadores por la invitación a formar parte del encuentro, señalando que “es en el encuentro donde le podemos dar al otro lo que hemos recibido”.

Mons. Lucio concretizó lo que para la Iglesia es Comunicación, al respecto expresó que “no es tecnología, no es estrategia, sino que es kerigma, es anuncio, es proclamar la luz del Evangelio y hacer feliz a nuestros hermanos”, en este sentido acotó cómo en los Hechos de los Apóstoles, san Pedro comunica su alegría, por eso ante la necesidad del paralítico (Hch 3,6) éste le responde “no tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar”.

En el proceso comunicativo se tiene el ejemplo de ´el buen samaritano´, donde de alguna manera se responde a la pregunta: ¿dónde está tu hermano?, por ello “para responder esto debemos salir de nuestro camino, debemos volver para ver como está, para pagar la cuenta, para que sea realmente un encuentro” en este sentido Mons. Lucio expresa que solamente “viendo, curando y dándole nuestro tesoro, encontramos a nuestro hermano”.

Ante la primera interrogante surge una segunda: ¿dónde está tu tesoro?, al respecto es necesario reconocer que si “no tenemos ni oro, ni plata, ni nada, en este caso es mejor no encontrar al hermano, porque donde no está Dios, es como un encuentro entre Caín y Abel” un encuentro de muerte, por ello “pensar en esto, es pensar en los desafíos en aquellos ámbitos que están los hermanos, en el matrimonio, en la convivencia, y darnos cuenta de lo que tenemos, amor, amistad, seguridad”, para eso hay que iluminar y orientar, donde no se puede “dejar de vibrar y sentir la coherencia del testimonio y la veracidad de la proclamación”, manifestó el Secretario General de este dicho Dicasterio romano.

Reflexionando sobre el proceso de evangelización y comunicación Mons. Lucio expresó que “la teología cristiana no necesita a veces nombrar a los Padres de la Iglesia, la Biblia, los documentos magisteriales, pues con poner el ejemplo de la vida es suficiente, pues para el no creyente decir que somos hijos de Dios, es inválido”, sin embargo, “la ciencia no puede contrarrestar la riqueza de la revelación de Dios en hacernos sus hijos”.

Entre todas las aseveraciones de Mons. Lucio Ruiz, rescatamos las siguientes: “la comunicación suscita el encuentro, esta es su meta y fin último. Nos encontramos en la era de la virtualidad, la era de la inteligencia artificial, la misma debe conducirse hacia la unión, y aquí se encuentra la felicidad. Esta realidad comunicativa es muy confusa, es un fenómeno. Actualmente esto es un desafío de amor. La cultura y su pluralidad actúan como contextos de interpretación, como filtros hermenéuticos, es decir, que una palabra tenga distintos significados. Todo lo que perfecciona dicha comunicación está al servicio de la incrementación del diálogo, al sistema antropológico, y comunal entre nosotros. Aquí podemos comunicar nuestro mensaje, que se debe realizar bajo un simple lenguaje verbal. Por lo tanto comunicarse es esencial, estamos sedientos de esta comunicación auténtica, que debe hacerse auténticamente, pues el hombre no puede estar sin las palabras, el hombre debe lograr su inteligencia y su bondad”.

De igual manera, especificó “cuál es nuestra contribución a esta cultura del encuentro, que es la alfabetización de la era digital, el uso crítico de esos medios, por tanto los puntos centrales son dos: enseñar y acompañar. Son dos puntos, los más ausentes, porque no tenemos tiempo para dedicarnos a alguien. El que tiene que ocupar tiempo siempre está ocupado en la era de la híper-comunicación, y la era híper-soledad”.

Un poco más nutrido en el ambiente tecnológico, Mons. Lucio alertó que “en la internet siempre hay alguien presto a escuchar, por eso nos dedicamos a las redes y no al prójimo, que es mi familia, compañeros de trabajo, hijos etc. Si no le doy a ese prójimo, no tiene sentido este Congreso, en el que debemos dar un impacto a aquella persona que no abre la puerta, dando refugio, presencia, compañía, esto es el centro de la comunicación para la libertad”.

Más arriba se ha hablado de un encuentro propiciado por las comunicaciones, y en este sentido Mons. Lucio concretó que “el encuentro no se mide en los likes recibidos en nuestras publicaciones, sino en dejarse conocer, mostrar lo que somos y nuestras necesidades, en revelarle al otro al Padre y acercarlos al evangelio, para ello la comunión es el centro de esta vitalidad”.

Llegando ya a la parte final de su ponencia, el Secretario General para el Dicasterio de la Comunicación de la Santa Sede afirmó que “la educación en el silencio, es aprender a estar consigo mismo, es como una pantalla blanca y decidir con auténtica libertad nuestros pensamientos. Proyectar nuestra propia vida y ser artífice de ella, procurando que seamos nosotros mismos quienes dirijamos nuestra vida, con calidad”.

También acotó que “la educación para la cercanía y no la soledad es un emprender a descubrir al otro y recordar  que el otro existe. No es que todo sea yo, y todo gira a lo que yo diga, esto es perder el tiempo. El otro tiene el mismo derecho, y para que esta relación sea auténtica debemos darle lugar a cada quien y saber que sin él no existe comunión. La presencia, el encuentro, el diálogo, la cercanía, el contacto, la afectividad, la ternura, si esta fraternidad humana no existe, debemos tomar el desafío y buscar el sentido de nuestra vida”.

Mons. Lucio Adrián Ruiz compartió diversas experiencias con los presentes; hacia el mediodía respondió una serie de preguntas, y luego, en horas de la tarde, después de haber colaborado con la entrega de los premios “Padre Ugo Anzil Zoz” tuvo el gesto de entregar a los participantes del Congreso una estampa con la imagen del Santo Padre Francisco, quien personalmente le había entregado para todos aquellos que participarían en el I Congreso Arquidiocesano de Medios y Comunicadores Católicos en la ciudad de Mérida, Venezuela.

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