viernes, 18 de marzo de 2016

La Buena Noticia del Domingo de Ramos, C.

La Buena Noticia del Domingo de Ramos, C.

Smta. Johan J. Araujo. 
Araujojohan1991@gmail.com 


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Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas  22, 14-23, 56. Comentario:

El día de Hoy culminamos un hermoso tiempo que nos regala la Santa Madre Iglesia, propicio para revisarnos interiormente, para arrepentirnos de nuestras culpas y volver a la casa del Padre.  La celebración de la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén, la cual fue en contraposición con lo que se creía sería la manifestación gloriosa del Mesías, da comienzo a lo que después será la mayor experiencia de amor del Padre para con su pueblo, para con nosotros; la Pasión, Muerte y Resurrección de su único Hijo, acontecimiento que se dio en medios de falsas acusaciones, donde los principales implicados eran aquellos mismo que con ramos y palmas aplaudieron y celebraron su entrada en la ciudad.

El relato del evangelista nos centra en el hecho acaecido para nuestra redención, mostrando a un Jesús silente y amoroso esperando en la voluntad del Padre; espera que se ve acompañada de una constante comunicación con el Padre. En medio de sus miedos y angustias como todo humano, se arrodilla y clama al Padre, si es su querer Aparte de él esta copa pero que no se haga su voluntad sino la suya; Jesús conocía el sufrimiento por el cual estaba a punto de padecer, sabiéndose abandonado por los suyos, recurre a su Padre del Cielo para que no lo abandone en el momento de la tribulación, recibe la fuerzas de lo alto y emprende su camino de amor. San Lucas subraya la costumbre de Jesús de retirarse a orar, y así lo evidencia en varias parte del relato de la pasión, en primero lugar ora por sí mismo “Padre, si quieres aparta de mi esta copa. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22, 42), y luego pide por aquellos  que le condenan, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34), reafirmando su invitación a que también nosotros oremos “Oren para que no caigan en tentación.” (Lc. 22,40).

Jesús nos invita hoy a que oremos sin cesar, aun mas en medio de la tribulación, en medio de las situaciones adversas de nuestra vida cotidiana; que oremos fervientemente por quienes nos ayudan, pero también por quienes nos condenan, por quienes son puentes entre Dios y los hombres, y por quienes se convierten en piedra de tropiezo. Hoy en medio de las situaciones poco favorables en las que nos encontramos, en medio de las dificultades personales y comunitarias, imploremos a Dios que si es posible que las aparte de nosotros, pero que no se haga nuestra voluntad, sino la suya.

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