viernes, 11 de marzo de 2016

El Sacrificio de Jesús

El Sacrificio de Jesús

Sacrificio es un término que proviene de las palabras latinas sacro y facere, de su combinación se traduce su significado, el cual consiste propiamente en hacer sagradas las cosas, entregarlas, honrarlas. No obstante, este tan sencillo pero profundo valor que encierra el contenido de esta palabra ha sido tergiversado ampliamente por el de dolor, tristeza y por ningún lado aparece la dimensión sacra que le corresponde al uso adecuado del término.

De este modo, el sacrificio hecho por Jesús en la cruz consistía esencialmente en entregarse por la remisión de los pecadores. Pero, ¿Es Jesús de Nazaret un masoquista? Acaso, ¿Es un loco que no comprendió la dimensión estricta del término sacrificio? De ningún modo. Por el contrario, no hay en toda la historia un acto que especifique con tanta claridad el contenido etimológico de este término tan usado en el lenguaje cotidiano. Jesús dijo: “que nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por los amigos” (Jn 15, 13) y Él sí que lo supo cumplir. No le importó que le ultrajasen, le calumniasen, le trataran de blasfemo, de mentiroso, de insurgente con tal de obtener la anhelada salvación para sus amigos. Es este un verdadero sacrificio, el del amor por los amigos.

Sin embargo, ¿No fueron estos por quienes se ofrece, quienes le acusaron y llevaron al leño? Evidentemente sí. Pero para Él esto no tiene importancia en comparación con el gran amor que le mueve a entregarse por ellos; Él sabe bien que están cegados y debido a ello no han podido tomar una mejor decisión respecto a sus vidas. Su fidelidad es constante y su amor eterno: es realmente un amigo que nunca falla y que en los momentos de la soledad humana acompaña sin esperar nada a cambio, tanto así que hoy en día sigue esperando en la soledad del Sagrario a un buen amigo que se acerque para acompañarle, como lo hizo Juan a los pies de la cruz o Lázaro en el desarrollo de su vida.

En consecuencia, el sacrifico realizado por Jesús ha de constituirse en un impulso que nos mueva a hacer la voluntad de Dios en todas partes, a propagar su amor en todo el mundo, a ser fieles, pero, sobre todo con aquellos que nos ha dado como amigos, como compañeros de camino y bálsamo confortante en los momentos de tristeza. Por ello, ¿Qué tan dispuesto estoy en querer dar la vida por mi amigo? ¿Qué tanto procuro buscar su felicidad? ¿Soy amigo a imagen de Jesús de Nazaret? La respuesta se haya en el sacrificio que estás dispuesto a hacer para que tu amigo sea feliz y tenga una vida plena en Cristo Jesús, pese a tus propios intereses.

Luis Infante

No hay comentarios:

Publicar un comentario