sábado, 6 de agosto de 2016

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO 
14 DE AGOSTO DEL 2016

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COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN LUCAS 12, 49-53

Smta. Daid Josué Avendaño Trejo

reelsembrador@gmail.com

En el Evangelio que hoy se nos presenta,  Jesús advierte al pueblo la confrontación que habrá, con respecto a su proclamación aquí en este mundo. Enfatiza el hecho de la división entre la familia por causa suya, un mensaje singular en cuanto a que, el mismo pueblo ha querido que se instaure un reino de liberación y de paz. Ciertamente Jesús no lo hace para que nos entristezcamos, sino para que se pueda asumir con verdadera apertura de corazón su  mensaje salvador y liberador, en contra de un pensamiento errado, donde pueda reinar el verdadero sentido del amor que viene del Padre.

El mensaje del Señor nos mueve a poner su confianza en Él y no en las personas que viven a nuestro alrededor, porque ellos (as) no traen  ni dan la salvación, sino el Padre a través de Jesús. Es el Señor que ha asumido la condición de hombre, para que le sigamos sin arrepentimientos y con regocijo. Este seguimiento al Señor debe estar lleno de sacrificios, donde todos muestren el amor de Dios a aquellos que, por egocentrismo y dureza de corazón,  no quieren aceptar el amor salvador que viene de lo alto.

Sabemos que es en la familia donde crecemos, aprendemos a amar y a valorar lo que tenemos; la familia ha sido considerada como la “célula fundamental de la sociedad” (San Juan Pablo II), donde los valores, éticos y cristianos abarcan gran parte de la educación a través del tiempo. Sin embargo, el Señor no quiere ni ha querido el mal para ninguno de sus hijos, al contrario, Él quiere que todos se salven, y no es propiamente enfrentarnos a la familia para lograrlo, sino la imagen que se usa, es representando a los apegos de la vida, a las pasiones muchas veces desordenadas que se tienen. El Señor reclama el no aceptar su venida y mucho menos su persona salvadora, pero invita a reconocer  que  viene para que vivamos en Él y que por Él vivimos. 

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