DOMINGO
XX DEL TIEMPO ORDINARIO
14 DE AGOSTO DEL 2016
COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN LUCAS 12, 49-53
Smta. Daid Josué Avendaño Trejo
reelsembrador@gmail.com
En el Evangelio que hoy se nos presenta, Jesús advierte al pueblo la confrontación que
habrá, con respecto a su proclamación aquí en este mundo. Enfatiza el hecho de
la división entre la familia por causa suya, un mensaje singular en cuanto a
que, el mismo pueblo ha querido que se instaure un reino de liberación y de
paz. Ciertamente Jesús no lo hace para que nos entristezcamos, sino para que se
pueda asumir con verdadera apertura de corazón su mensaje salvador y liberador, en contra de un
pensamiento errado, donde pueda reinar el verdadero sentido del amor que viene
del Padre.
El mensaje del Señor nos mueve a poner su confianza en
Él y no en las personas que viven a nuestro alrededor, porque ellos (as) no
traen ni dan la salvación, sino el Padre
a través de Jesús. Es el Señor que ha asumido la condición de hombre, para que
le sigamos sin arrepentimientos y con regocijo. Este seguimiento al Señor debe
estar lleno de sacrificios, donde todos muestren el amor de Dios a aquellos
que, por egocentrismo y dureza de corazón,
no quieren aceptar el amor salvador que viene de lo alto.
Sabemos que es en la familia donde crecemos,
aprendemos a amar y a valorar lo que tenemos; la familia ha sido considerada
como la “célula fundamental de la sociedad” (San Juan Pablo II), donde los
valores, éticos y cristianos abarcan gran parte de la educación a través del
tiempo. Sin embargo, el Señor no quiere ni ha querido el mal para ninguno de
sus hijos, al contrario, Él quiere que todos se salven, y no es propiamente
enfrentarnos a la familia para lograrlo, sino la imagen que se usa, es
representando a los apegos de la vida, a las pasiones muchas veces desordenadas
que se tienen. El Señor reclama el no aceptar su venida y mucho menos su
persona salvadora, pero invita a reconocer
que viene para que vivamos en Él
y que por Él vivimos.
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