miércoles, 24 de enero de 2018

Paradura del Niño Jesús 2018



       Con frecuencia podemos preguntarnos “¿después de la navidad, qué?”¿Después de saber que Dios se hizo niño, qué?”, y podemos responder con certeza con la celebración de la Epifanía y desde un ruedo más popular la fiesta de los Reyes Magos, pero en el fondo sigue quedando ese “y después ¿qué?”.

       Los andes venezolanos poseen la inmensa riqueza de celebrar la famosa y tan esperada “Paradura del Niño”. Es un momento que, la mayoría de las familias prepara con esmero, incluso desde que se elabora el pesebre, y sirve para muchas cosas: en especial para celebrar que un niño nos ha nacido y que además se levanta para comenzar a caminar con nosotros. La Paradura también es uno de los momentos predilectos para que la familia se reúna, pues el anfitrión ofrece, tanto a los padrinos como a los demás invitados, la mejor atención producto de su esmero y cariño. El Niño Dios deja de ser una figura de yeso para convertirse en un niño real, es decir, un bebé al que hay que brindarle los más tiernos mimos y atenciones; se convierte realmente en un niño al que debemos parar.



       En nuestra casa de formación, el Seminario san Buenaventura de Mérida, la paradura del Niño fue realizada este 22 de enero en horas de la noche. La celebración, sencilla, pero no por eso menos digna que otras. Además de la comunidad en pleno del seminario, participaron los vecinos, familiares, hermanas y hermanos religiosos y el señor Cardenal acompañado del Obispo auxiliar.




       La ceremonia comenzó con algunos cantos propios del tiempo y de la celebración que nos situaron ante el misterio que celebraríamos y que ambientaron la ocasión. Luego, se hizo una monición que nos introdujo en la celebración que comenzaba. Comenzó el canto de los versos seguidos de la procesión por las calles aledañas al Seminario. Cabe destacar que los padrinos fueron personas escogidas de entre los invitados, una religiosa, dos padres de dos compañeros y un amigo del seminario.



       Al terminar la procesión se comenzó el rosario, como los mismos versos lo indican, dirigido por estudiantes del seminario mayor y, al finalizar el mismo, se compartió un pequeño refrigerio que tenía como finalidad agradecer a las personas que nos acompañaron por su atención y prontitud.


       En nuestra casa de formación sacerdotal, este tipo de celebraciones nos ayudan a volver la mirada a quien verdaderamente debe ser nuestro centro, compartir con las personas lo poco que tenemos nos invita a seguir donando nuestras vidas y el ejercicio de piedad realizado, en este caso, con la Paradura, nos invita a cada día ofrecer lo mejor de nosotros. Así  como el niño que se acaba de parar tiene los brazos abiertos para abrazar a todos y los pies puestos en la tierra para comenzar su trabajo de pastor, así nosotros, como Jesús, queremos caminar en medio de la realidad que nos toca vivir.


Autor:
Eduardo Gotopo
III - Teología




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