Smta. Alberto
Segovi
Segovias40@hotmail.com
Juan 10,27-30:
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mis
ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida
eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi
Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del
Padre. El Padre y yo somos uno”
Comentario:
Es indudable que el evangelista,
hoy nos proyecta la mirada amorosa de Jesús sobre la humanidad realizando una
analogía del pastor con sus ovejas, Estas oyen al Pastor y a su vez le siguen;
el Padre se ocupa de ellas, acrecienta una adhesión de amor, de cercanía,
haciendo que exista una relación íntima entre Pastor y ovejas. Ahora bien, es
importante destacar que las ovejas no son un rebaño sin identidad, ellas
conocen el costo que ha pagado el Pastor para salvarlas.
Es un hecho que algunas ovejas deciden abandonar al pastor,
seguir aisladas, en el fondo, no pertenecen al rebaño; otras en cambio,
sintonizan con la voz del Pastor y se dejan guiar por ella, esas
disfrutarán de una vida feliz y eterna, pues solo el Señor tiene
palabras de vida (Jn 6,68).
En esas ovejas que siguen o se alejan del Pastor estamos
reflejados nosotros. Recordemos, que en nuestras infidelidades, el Pastor
siempre estará dispuesto a acogernos, a retomar la relación personal, cercana e
íntima.
Quienes de alguna forma nos
dejamos guiar, mimar, por el Señor, no
tenemos razones para sentirnos superiores, sino que hemos sido integrados por
misericordia en el redil de la nueva humanidad donde prevalece el amor, la
igualdad y la solidaridad; por ello, debemos estar abiertos a que las ovejas
alejadas puedan integrarse, cuando comprendan a través de nuestro testimonio,
que sólo junto al Pastor hay vida abundante.
Haz
acto de presencia, Señor en medio de tu Pueblo que clama
tu
presencia y Misericordia.
Envíanos
en medio de las vicisitudes de cada día
un
corazón grande para amar y fuerte para luchar,
y así,
poder comprender que la respuesta a nuestros
males
se encuentran en tu Sacratísimo Corazón.
Amén.
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