CAPÍTULO
II
REALIDAD
Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS
Smta. Luis Salas
Luis_alejandro_s@hotmail.com
Luis_alejandro_s@hotmail.com
La
familia, sin duda alguna, es la fuente y el oasis del cual emana una sociedad
estable en todos sus ámbitos. No obstante, en la actualidad es común escuchar
preguntas en cuanto al por qué de tantos matrimonios fracasados, hogares
disueltos y familias destrozadas; por lo que es sumamente necesario, fijar la
mirada en los actuales y cada vez más comunes problemas y realidades de nuestra
convulsionada sociedad, que afectan la integridad del matrimonio y la familia.
Ante
estos numerosos desafíos, los obispos presentes en el Sínodo de la Familia
realizado recientemente, también han querido exponer su punto de vista, tal
como nos lo muestra el Papa Francisco en el capítulo segundo de la Exhortación
Apostólica "Amoris Laetitia", que hace unos días ha compartido con el
mundo entero.
Entre
los muchos factores de nuestro mundo actual, que inciden de manera
significativa y negativa sobre la familia; es posible notar que el ritmo
acelerado de la vida hace que se promueva un evidente individualismo entre los
miembros de la familia, con el que cada uno termina siendo una especie de
“isla” y viendo al hogar como un simple “lugar de paso” (AL, n°33ss).
Reiteradamente
se pierden valiosas oportunidades para el encuentro y la convivencia familiar
por diversas causas, como la multiplicidad de compromisos laborales que llevan
a vivir una esclavitud por el trabajo, la adicción a elementos tecnológicos
tales como la televisión, y muchos otros factores, que desplazan y empobrecen
hábitos tan necesarios en el hogar, como el de comer juntos.
De
la misma forma, es posible evidenciar la pérdida del ideal del Matrimonio como
compromiso estable, porque en la cultura de nuestro tiempo, que el Papa llama,
“cultura de lo provisorio” se ha sembrado la creencia de un amor momentáneo,
efervescente y pasajero, al estilo de las “redes sociales” creyendo que es algo
que “se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor” y que tristemente
se mantiene mientras convenga (cf. AL, n°39).
Se
propaga entre los jóvenes el temor a casarse y formar una familia, mayormente por
la carencia de una estabilidad laboral y económica favorable; así como también
ante la difusión de una ideología cimentada en los fracasos de otros
matrimonios, que denigra y hace poco atractiva la idea de vivir este sacramento
a plenitud, el cual termina por ser concebido con un "peso a soportar toda
la vida" (AL, n°39) y no como un proyecto de amor en común.
Es
necesario apoyar a los matrimonios que constantemente atraviesan crisis
matrimoniales, las cuales a menudo "se afrontan de un modo superficial y
sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de
la reconciliación y también del sacrificio" (AL, n°41); aunque son
múltiples las causas de tantas familias destruidas, la primera es
debilitamiento de la fe y la ausencia de Dios (cfr. AL, n°43) de la que se
derivan muchos más factores como la falta de afecto y comunicación, la violencia
intrafamiliar, el alcoholismo y la drogodependencia.
Son
muchísimos más los obstáculos que truncan la vida matrimonial y familiar hoy en
día, que varían e inclusive se agudizan en algunos países donde la realidad de
la migración y la pobreza extrema también afecta sobremanera.
Por
esta razón, cada enseñanza de esta providencial exhortación postsinodal, que el
Papa Francisco nos brinda como instrumento de Gracia, es verdaderamente digna
de ser escudriñada y reflexionada en su totalidad, de manera particular las del
capítulo II, para que de esta forma podamos reconocer con más claridad los
desafíos a los cuales se ve sometida la familia día tras día.
Por
consiguiente, ante las causas de tan numerosas rupturas matrimoniales y familiares,
no basta con quedarnos sólo en el lamento ni muchos menos pretender formar
familias "perfectas" con una evangelizacion adoctrinada y basada en
la imposición de normas a modo de "piedras muertas para lanzarlas contra
los demás" (AL, n°49), sino "despertar una creatividad
misionera" (AL, n°57) que provea instrumentos útiles para que las familias
aún en medio de tantas realidades, obstáculos y caídas, caminen hacia la
plenitud en y desde el amor, con Dios como su centro y fundamento.
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